Heraldo-Diario de Soria

SORIANOS POR EL MUNDO

La oportunidad de descubrir Göttingen

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ANA P. LATORRE / Soria
Soria

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Tras acabar sus estudios de ESO y Bachillerato en el Instituto Antonio Machado, el joven soriano Miguel del Álamo Ruiz comenzó a estudiar en septiembre de 2010 el doble grado de Física y Matemáticas en la Universitat Autónoma de Barcelona. Durante dos años colaboró con el grupo de investigación dirigido por Adrian Bachtold en Quantum Nanoelectronics, lo que demuestra el gran talento de este joven soriano de 20 años. 

«Mi cometido consistía en la fabricación de nanotubos de carbono, sobre los que después llevábamos a cabo mediciones de su conductividad en diferentes condiciones», explilca el soriano, que ahora disfruta de sus vacaciones de verano. A principios de

2012, su equipo de investigación reunió una serie de datos de interés sobre este tipo de experimentos, que se publicaron en la revista científica ‘Physical Review Letters’.

En el tercer año de carrera, Miguel solicitó una beca Erasmus para ir a estudiar a Göttingen, en el estado alemán de Baja Sajonia. «Es una ciudad agradable y pequeña, con unos 120.000 habitantes, de los que unos 25.000 son estudiantes. En partes del

casco antiguo, acunado por los restos de la vieja muralla de la ciudad, se ha mantenido el aspecto tradicional de las casas; hay gran cantidad de parques y zonas verdes o arboladas, como que en las demás ciudades alemanas que he visitado», explica el soriano. De la ciudad en la que vive también destaca que hay unos cuantos teatros y bares de música en directo y que, al ser una ciudad pequeña, se acaba coincidiendo con mucha gente en los mismos lugares. Allí tiene relación con muchos estudiantes

españoles e incluso ha encontrado a una madrileña con padres sorianos.

La universidad en la que estudia, fundada a principios de siglo XVIII, ha acogido a lo largo de su historia a gran cantidad de personalidades en diferentes campos. «Yo me entiendo más con aquellos que horadaron las áreas que estudio, como Lichtemberg, Gauss, Weber, Riemann, Hilbert, von Neumann, Heisenberg, Born, Wigner...», añade haciendo referencia a que muchos de los personajes que pasaron por la universidad inmigraron voluntario o forzosamente con el ascenso al poder del nacismo.

En cuanto a lo que le llevó hasta Alemania, Miguel nos cuenta que cuando iba al instituto comenzó a estudiar alemán en la Escuela de idiomas de Soria, algo que se le hizo «especialmente difícil, a pesar del interés que tenía. Ahora lo pienso y me doy

cuenta de lo complicado que es, al menos para mí, aprender un idioma o cualquier otra cosa sin utilizarlo activamente». Lo que él quiere decir esque cuando cuando llegó a Alemania, «con esfuerzo, voluntad y, sobre todo, mucha gente dispuesta a hablar y a ayudar, me resultó mucho más sencillo aprender alemán. Para saber idiomas es necesario practicarlos mucho para que haya motivación». Así que decidió trasladarse al país germano para aprender el idioma definitivamente y, por otra parte, también influyó la «sensación de pesimismo y decepción ante la situación económica y política española».

Allí encontró enseguida un «trabajillo» en la cocina de un restaurante para los meses sin clases. El cambio de país es, para él, una «posibilidad» y reconoce que tenía ganas de descubrir un país como Alemania, después de descubrir una comunidad como Cataluña.

Su adaptación fue buena y asistir a clases de matemáticas en alemán no le costó, porque «al fin y al cabo, una ecuación es en todas partes igualmente comprensible». Lo que le impresionó mucho al principio es que las clases de idiomas que ofrece la

universidad son gratuitas para los estudiantes, a diferencia de la oferta de las universidades españolas. Reconoce que allí se exige a los alumnos más trabajo continuado, con pruebas semanales, lo que le gusta más «porque es más coherente y obliga a trabajar más activamente y a meterse de lleno en lo que uno hace». El curso universitario se extiende de octubre a julio con vacaciones en marzo y verano.

También se adaptó bien al invierno, con días más cortos, nieve y frío desde septiembre, pero «no queda otra». «En mi opinión es posible que la forma de ser de los alemanes tenga que ver con esta necesaria adaptación a lo que venga», apunta. Cuando llegó le recibió un amigo alemán de Hannover que estudia en Barcelona y le ayudó mucho. De la ciudad le llamó la atención el uso de la bicicleta y los escasos accidentes de tráfico. De los alemanes dice que «los hay que son cuadriclados y los hay que no lo son. Entre la gente joven, hay más contestatarios que en España». Se evita el radicalismo y hay una gran conciencia medioambiental, con el impulso a huertos colectivos en muchas ciudades.

Miguel ya había estado muchos veranos en el extranjero para aprender inglés y también estuvo tres meses en Boston (Estados Unidos) en 2011, lo que también le ha ayudado a moverse en el país germano.

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