Heraldo-Diario de Soria

PATRIMONIO

La humedad destroza un fresco del siglo XVIII en la ermita de San Saturio

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Publicado por
J. M.
Soria

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 La humedad a la que está sometida la ermita de San Saturio como consecuencia de su emplazamiento ayer se cobró la integridad de un fresco del siglo XVIII en la cúpula de la capilla del templo. Se trata de una pintura realizada por el pintor y sacerdote soriano Juan Zapata Ferrer, y fue a las 11.30 horas cuando los turistas que visitaban la capilla y el santero a su cuidado se vieron sorprendidos por el estruendo del desprendimiento. Se desplomó  una superficie aproximada de un metro cuadrado del yeso que sustenta la pintura, muy deteriorada por las acumulaciones de cal que también se pueden ver en otros frescos que cubren la capilla en la capital soriana.

 

Esto provocará que la capilla permanezca cerrada hasta que la unidad de Patrimonio de la Junta realice los estudios oportunos para su restauración. No obstante ayer no quisieron concretar el momento de la reapertura «y permanecerá cerrado hasta ver el estado de la bóveda», según señaló el delegado diocesano de Patrimonio, Juan Carlos Atienza, con el fin de analizar el estado del enyesamiento.

El abad de la Concatedral de la que depende la ermita de San Saturio, Jesús Muñoz, declaró que la capilla no había sido sometida a labores de mantenimiento desde el año 1977, cuando las llevó a cabo el Ministerio de Cultura. Añadió que «la peculiaridad de la ubicación de la ermita implica una humedad» que complica el mantenimiento.

En el fresco deteriorado se puede ver la imagen de San Juan Bautista que de lejos parece un niño. A sus pies hay una oveja con unas patas desproporcionadamente pequeñas al tamaño del cuerpo. Sobre el santo un ángel enarbola una banda que lleva escrito ‘Ecce agnus dei’.

La capilla donde se ubica el fresco tiene una planta octogonal alargada cubierta con cúpula del mismo estilo y coronada por cimborrio de ladrillo.

Todo su interior aparece decorado por pinturas al fresco que fueron realizadas por  Juan Zapata Ferrer, de quien se ha dicho que fue discípulo de Lucas Jordán y Palomino, aunque estudios realizados posteriormente dejan ver la autoría de varios autores dirigidos por Zapata. Las pinturas representan escenas de la vida del santo y motivos religiosos, y se convierten en una apología de la vida eremítica.

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