Heraldo-Diario de Soria
Publicado por
J. M.
Soria

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 Cambiaron el teléfono móvil por el hábito y las redes sociales por la oración en un momento en el que los Jasp (Jóvenes aunque sobradamente preparados) ponen sus metas en viajar, obtener una posición social destacada, ganar más dinero y consumir más. 

De las 54 hermanas que actualmente residen en el convento de clausura de Las Clarisas en Soria 12 tienen menos de 35 años y cinco de ellas poseen una  carrera universitaria. La orden en su conjunto tiene conventos también en Madrid y en Medinaceli con un total de 94 hermanas de las que 15 han terminado estudios universitarios.

Son mujeres que han decidido entregar su vida a la oración durante toda la jornada laboral, ocho horas destinadas a la «eucaristía, oficio divino y oración silenciosa», según señaló la abadesa del convento, a las que hay que sumar «un tiempo intenso de trabajo de repostería, de cuatro horas, la atención de las hermanas mayores y enfermas, así como las labores de la casa».  

Así lo señaló la responsable del convento y cinco hermanas jóvenes y con carrera universitaria aceptaron compartir su experiencia en el convento y su rechazo a la «superficialidad del mundo exterior». Todo ello a través de un cuestionario que hubo que entregarles a través del torno del monasterio, y en el que para mantener su anonimato prefirieron sustituir sus nombres reales por el de las mujeres más representativas que aparecen en la Biblia.

En este aspecto la abadesa señaló que «el contacto con el exterior, los familiares y personas que nos visitan en el locutorio es natural y sencillo», si bien renuncian a comunicarse por internet «y otros medios de comunicación modernos que nos distraen de una vida de oración y unión con el Señor. Sí que tenemos información de los acontecimientos más importantes de la vida de la Iglesia y del mundo a través de revistas religiosas y culturales y con el trato de las personas que se acercan hasta nosotras. No nos desconectamos del mundo en el que vivimos, le amamos y nos entregamos por él». 

No obstante su principal vía para el contacto con el mundo en el día a día es la repostería, que constituye su principal fuente de ingresos y cuya calidad es considerablemente valorada, si bien «el Señor nos cuida  con su providencia abundantemente a  través de personas y familias que, confiando en nuestra oración, generosamente nos ayudan con sus limosnas, nos regalan comida».

En este sentido la responsable del convento sentenció que «nuestra vida en clausura constituye el ambiente adecuado para poder vivir más unidas a Dios en la paz, silencio y recogimiento de una vida contemplativa de intensa oración. La clausura no nos aleja del mundo, sino de la mundanidad; nos hace llevar en el corazón a  todos los  hombres, nuestros hermanos, con sus alegrías y sufrimientos».

Todo ello con el objetivo de «no dejándonos arrastrar por el consumismo y materialismo  que lleva al olvido de Dios en medio del  mudo».

En cuanto al proceso de beatificación de la hermana Clarisa sor Clara Sánchez la abadesa señaló que «a ella le debemos la renovación de nuestra comunidad que nos ha mostrado cómo vivir en radicalidad y autenticidad la forma de vida de Santa Clara, una vida en pobreza y fraternidad desde la oración silenciosa de la clausura», manifestó. 

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