Heraldo-Diario de Soria

ESPELEOLOGÍA

30 años por las entrañas de Soria

La Sociedad Espeleológica Alto Duero anima a la práctica de este deporte extremo, que tiene en el Cañón y sus cuevas «la escuela perfecta para empezar y aprender»

Los espeleólogos van equipados al completo. En la imagen, un miembro de Alto Duero en el interior de una cueva. / ALTO DUERO-

Los espeleólogos van equipados al completo. En la imagen, un miembro de Alto Duero en el interior de una cueva. / ALTO DUERO-

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P. P. S. / Soria
Soria

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Los hay que llevan más de tres décadas; otros, veinte años, y los más neófitos, rozan los diez. La pasión común que les une consiste en adentrarse en las entrañas de la tierra, recorrer su interior o conquistarlo si es virgen. Se llama espeleología y es un deporte de los considerados de riesgo, que practica desde hace 34 años la Sociedad Espeleológica Alto Duero, la más veterana de las existentes en la provincia. 

Con algunas épocas de ralentí, la agrupación se encuentra en un momento de expansión, con diversas actividades, algunas de las cuales abiertas al público en general. «Es una forma de difundir la espeleología y de que se conozca la asociación», comenta el presidente, Miguel Ángel Silverio, uno de los socios más veteranos, junto con José Miguel Martínez Lafuente, secretario de la junta. Ambos llegaron a la agrupación algunos años después de que se formara. Fundadores tan sólo queda uno, Conrado Ángel Delso. «La gente que hace espeleología tiene una pasión muy arraigada. Lo que pretendemos es que vaya a más y ganar socios». De momento, lo van consiguiendo: hace tres años, apenas quedaban cinco miembros, «pero comenzamos con jornadas de divulgación y un calendario mensual de actividades y hemos ido avanzando».

Alto Duero cuenta en estos momentos con casi una treintena de miembros, de los que sólo cuatro son mujeres. La mayoría de ellos han visitado muchas de las cuevas existentes en el parque natural del Cañón de Río Lobos, «una escuela perfecta para empezar y aprender», en palabras de Miguel Ángel Silverio.

«Una vez que coges técnica, quieres más», apunta José Miguel, de 42 años y haciendo espeleología desde los 18. Ha estado en el 90% de las cuevas del Cañón, incluida la CJ3 descubierta por miembros de Alto Duero en los inicios de la sociedad. «Es una de las simas más grandes de Soria, con las galerías de mayor dimensión y con una concentración de estalactitas muy vistosa», añade Martínez Lafuente, uno de los fijos en las salidas.

«Ahora se sale casi todos los fines de semana» y no todos por la provincia. Cantabria es uno de los destinos habituales a la hora de practicar la espeleología, «un deporte de equipo. Tienes que saber con quién vas. Uno depende de todos», advierte el presidente de Alto Duero, repitiendo una máxima común entre ellos: «Con todos entrar y todos salir». Además de espeleología, hace enduro, piragüismo y descenso de barrancos. 

Trabajo de campo

Silverio significa la importancia del trabajo de campo previo a la exploración de una cueva, así como el posterior.  «Es lo más bonito pero la exploración no se acaba en la cueva», indica al respecto. Antes de que llegue el momento de enganchar la cuerda, el espeleólogo ‘patea’ monte. Para saber si hay o no algo que ‘desentrañar’, el espeleólogo intenta recopilar información sobre el tema si es que existe, en libros específicos de espeleología o en archivos de federación. «También es importante el boca a boca y hablar con la gente del lugar», comenta el secretario de Alto Duero, que también destaca la importancia del trabajo en equipo: «Son labores compartidas. Mientras unos andan, otros miran libros. Esto es un hobby y cada uno va a lo que más le gusta». Algo similar ocurre  después de dejar anclajes, aparcar el casco y quitarse el mono. Hay que hacer una ficha con todos los datos de la cavidad para que se adjunte al Catálogo de Cavidades de la Federación Española de Espeleología y mapas, entre otras tareas. 

Alto Duero está explorando ahora la Sierra de Cabrejas, tras la autorización concedida por la Federación Castellano y Leonesa a mediados del pasado año.  «Hay caliza y sabemos que en la caliza están las cuevas. Hay cuevas, otra cosa es que demos con ellas o se pueda acceder, eso es otra cosa», indicó Silverio.

Las autorizaciones se conceden a instancias del propio grupo, que es quien solicita la exploración de una zona, dando las coordenadas en que se encuentra. No hay norma escrita que así lo indique, pero lo habitual es que si una sociedad o club explora una zona, ningún otro grupo interfiera. 

Sin local

Alto Duero se nutre de las cuotas de los asociados y de las «pequeñas ayudas» que les otorgan el Ayuntamiento de Soria y la Diputación. Su principal problema se centra ahora en encontrar sede, ya que acaban de perder recientemente la que tenían. La agrupación utilizaba dependencias de un piso en un bloque de la calle Aguirre «que acaba de ser declarado en ruina», en el que semanalmente se planificaban las salidas. Las reuniones, todos los jueves, son ahora en un bar. «Estamos en conversaciones con el Ayuntamiento para que nos ceda un local, pero no sabemos nada todavía», indicó el presidente, apuntando la posibilidad de que puedan tener un espacio compartido con el CES. Alto Duero tiene diverso material común de espeleología que ahora anda repartido por diversos puntos hasta que el Consistorio les de contestación. 

El desembolso económico inicial de quien quiera practicar espeleología es importante por el material que se utiliza, el cual puede ascender a unos 600 euros: mono, arneses, calzado, casco y sistema de iluminación... Los elementos de progresión vertical, cuerdas y anclajes, son material colectivo propiedad del club y que pueden utilizar sus miembros.

La práctica de este deporte «requiere disponer de bastante tiempo libre. Ten en cuenta -comenta José Miguel- que en una cueva se van como mínimo seis horas, y eso si está cerca». Las de fuera de la provincia son harina de otro costal, porque hay que sumar el tiempo de viaje. Por regla general, son visitas o exploraciones de fin de semana. Dentro o fuera de Soria, y como dice el secretario de Alto Duero, «un privilegio a pequeña escala poder disfrutar de algo que nadie o pocos han visto antes».

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