Heraldo-Diario de Soria

SOCIEDAD

Berná, el nombre del golf en Soria

Daniel Berná Manzanares. VALENTÍN GUISANDE-

Daniel Berná Manzanares. VALENTÍN GUISANDE-

Publicado por
P. P. S.
Soria

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 El apellido Berná tiene su origen en Valladolid, Islas Canarias y el País Vasco, pero en Soria lleva anclado al golf casi un cuarto de siglo. Y ya es tiempo teniendo en cuenta el arraigo de la práctica en tierras sorianas. El protagonista de la historia se llama Daniel Berná Manzanares (Soria, 1992), reforzado por secundarios sine qua non. El padre, Domingo Berná Pérez, comienza a darle a la bola en marzo de 1991 («entonces había media docena de personas»); la madre, Pilar Manzanares Sotillos, jugadora ‘arrastrada’ por las circunstancias; el hermano mayor, Sergio, el primero que aprendió, pero el que menos coge hoy los palos, aunque  es muy deportista; y el segundo, Álvaro, miembro de la Federación de Golf de Castilla yLeón, profesor en el campo de golf de Pedrajas y entrenador de Daniel.  El benjamín, ya presentado, es campeón de la Copa del Rey de Golf 2014 en el torneo internacional amateur; reciente campeón del mundo universitario con la selección española; campeón absoluto de Castilla y León durante cuatro años... Es la saga de los Berná, en la que «cada uno juega a su nivel», pero todos le dan a la bola.

De cómo un chaval de 22 años escala posiciones en el palmarés del golf es cuestión de «organizarse y constancia». Y de tiempo. Y de algún que otro jarrón roto en el salón de casa. «A veces se escapaba algún palazo», cuenta el golfista en referencia al improvisado campo de golf sobre una enorme alfombra desplegada en el domicilio familiar. Nada que ver aquellos golpes cortos ni los que aparecen en los vídeos familiares a los tres años con los que daba a los 15. Baloncesto, voley, fútbol y golf... Dani le daba a todo hasta que una alergia inclinó la balanza a los palos en plena adolescencia.  

Así, pone rumbo a Madrid becado por la Federación Española de Golf, donde estudia y entrena, y entrena y estudia en un régimen del que guarda buen recuerdo y que califica de «estricto y disciplinado». «El primer mes lo pasas mal, eran 16 años, pero era algo que yo quería y que había elegido», apunta en relación a su paso por la Residencia Blume, del Consejo Superior de Deportes. El paso por la residencia Blume le enseñó algo que a la postre le ha resultado vital: planificación, «algo que no tenía».

Tanto entonces como en el momento actual, su vida transcurre entre los estudios y el golf, pero con margen para lo demás. Queda tiempo para aficiones y amigos, «sólo que en vez de estar media o una hora en el sofá, estoy entrenando. Es cuestión de planificación», reitera. 

El campo de golf de Pedrajas es su base de operaciones, en el que entrena a las órdenes de su hermano, bolsa de palos al hombro. Su familia es socia «desde los inicios del campo», recuerda su padre, que probó unos palos por primera vez en Valonsadero «el 19 de marzo de 1991». El día anterior el matrimonio Berná cenó en casa de unos amigos, «al anfitrión le habían regalado unos palos y fuimos a probarlos a Valonsadero, el único lugar en el que jugaban al golf los pocos aficionados que había», cuenta Domingo, que cita a Alberto Ortega, José Luis Pascual Ortega y Rodolfo Hernansanz.  

El consejo que Dani más ha escuchado de su progenitor es «que siga siendo el mismo». No todo el mundo se alza con un trofeo deportivo en un campeonato del mundo, pero al joven golfista es algo que no se le ha subido a la cabeza, asegura. 

Su apuesta por el golf como profesión no le ha supuesto grandes renuncias. Pero con matices. «En un principio quería hacer Fisioterapia, pero sabía que no me iba a dar tiempo y difícil de compaginar, así que elegí Magisterio, que creo que también se me puede dar bien», afirma el golfista, que también sabe lo que es renunciar a vacaciones de verano y perderse parte de las fiestas de San Juan. Aun así, entiende el golf «como algo que siempre me ha divertido, y que me ha permitido seguir estudiando y entrenando», aunque destaca su paso por Madrid como el momento en que es consciente de que podía vivir del golf a futuro. 

Es miércoles dos de julio y durante la conversación, Dani se toca la cara con las palmas de las manos en reiteradas ocasiones. ¿Resaca fiestera todavía?, preguntamos. «Bueno..., algo, pero no mucho», responde, más que consciente de que dentro de algo más de 48 horas le espera una nueva cita deportiva en el norte de Europa.

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