Heraldo-Diario de Soria

INTELECTUAL DE PODEMOS

Carmelo Romero: «Veo a un jefe de Gobierno con coleta desde hace tiempo»

Carmelo Romero.-VALENTÍN GUISANDE

Carmelo Romero.-VALENTÍN GUISANDE

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Soria

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Este polifacético intelectual soriano, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, se ha volcado ahora de lleno en Podemos. La propuesta de un proceso consituyente, que defendió en la asamblea de Vistalegre en nombre del círculo de Soria, fue asumida personalmente por Pablo Iglesias en su intervención.

Pregunta.– Usted nunca ha militado en una formación política. De hecho, su mayor implicación fue precisamente para avalar la candidatura a la Alcadía de Soria por IU de Javier Iglesias, padre del líder de Podemos. ¿A la vejez viruelas?

Respuesta.– Mientras sean este tipo de viruelas, bienvenidas. A los 64 años, no tengo ninguna vocación de estar en la vida política. He tenido propuestas políticas, y lo que entenderíamos como muy ventajosas.

P.– ¿De todo el espectro político?

R.–Por lo menos de una cierta variedad del espectro político. Sin embargo, no las he aceptado. Pero ahora pienso que se vive una situación muy crítica. No he dejado nunca de estar comprometido, ni ciudadana ni políticamente, aunque no haya militado. Ahora, si puedo echar una mano para generar nuevas esperanzas, estaré en cualquier línea de compromiso.

P.– ¿Incluida una lista electoral de Podemos?

R.– Eso no lo tengo en perspectiva en absoluto.

P.– Ideólogo de la izquierda respetado por la derecha. ¿Se identifica con esta definición?

R.– Tanto como ideólogo de la izquierda... la verdad es que no lo sé. Y lo de respetado por la derecha, pues si es así, no es un mal piropo.

P.– Lo digo porque es conocida su buena relación con dirigentes populares y particularmente, en tiempos con el difunto Félix Pastor Ridruejo, fundador de Alianza Popular.

R.– Es verdad que es con quien más relación mantuve. Tuvimos muchas discusiones ideológicas de las que creo que me enriquecí intelectual y humanamente. Dentro de las discrepancias, nos respetábamos intelectualmente.

P.– ¿Le miran peor los políticos de Soria desde que es de Podemos?

R.– No lo sé. Mi forma de pensamiento no ha cambiado sustantivamente, lo que no sé si es bueno o malo. Mis principios son sobre todo los de equilibrio social y un sentido de justicia individual y de justicia social.

P.–También se le define como nada sectario. ¿El sectarismo es uno de los pecados de la clase política?

R.– Es cierto que no soy sectario, nunca me he encontrado en ninguna trinchera. Uno sabe que es incómodo incluso para los más próximos, porque si se pierde el sentido crítico entonces ya no se es nada. Por eso quizá tampoco me he sentido con fuerzas para militar en nada. A Podemos lo veo mucho más abierto. Recoge sensibilidades my diferentes y, por tanto, sin sectarismos. Estar en una trinchera es más cómodo porque sabes que vas a tener apoyos cuando vienen mal dadas. Pero la pretensión de un ser humano no tiene que ser la de ser cómodo, sino ser incómodo incluso para sí mismo.

P.– ¿Un pecado de Soria es el victimismo?

R.– Quiero que quede claro que hablo a título personal. Sí, he dicho en ocasiones que hay un exceso de victimismo, pero no solo en Soria, también en Cataluña, o en otro sitios. Y los victimismos, en el fondo, terminan generando más desilusión que otra cosa.

Hay que tener perspectivas desde la esperanza, debemos creer más en nosotros mismos y no echar mayoritariamente las culpas hacia afuera. Los sorianos tenemos que analizar los porqués, y los porqués no son de ayer ni de anteayer, ni solo responsabilidad de los gobiernos, sino también de nuestras propias élites dirigentes, no solo las políticas.

Muchas veces, en vez de ir a pedir como concesiones, hay que ir a exigir, porque hay determinadas necesidades colectivas que no provienen de la miseria, sino precisamente de que hay un tipo de desarrollo que es el que no se puede estrangular, sino que es preciso potenciar.

P.– ¿No ve una exigencia legítima y necesaria que se aceleren las autovías?

R.– Sí, sí, sí. Eso por supuesto. Pero siendo fundamentales las vías de comunicación, tampoco podemos pensar que por sí mismas solucionan los problemas de desarrollo económico.

P.– ¿Comparte el término ‘casta’ para hablar de la clase política?

R.–Es un término muy viejo que yo normalmente no utilizo. No me gusta en exceso, aunque es muy gráfico.

P.– Es una persona próxima a Pablo Iglesias. ¿Es usted una ‘mente pensante’ de Podemos?

R.– No, no, no. Quizá la contribución, no mía, sino del círculo Podemos de Soria, haya podido ser la de apostar por un proceso constituyente. Pero, bueno, procuro en la medida de lo posible hacer llegar ciertas formas de pensamiento. De todas formas, mis canales de comunicación con Pablo Iglesias son muy relativos e incluso escasos. Infinitamente menos de los que se pudiera pensar.

P.– El proceso asambleario y virtual que sigue Podemos se compadece mal con una secretaría general y una ejecutiva.

R.– No conozco demasiado los temas organizativos, pero históricamente es difícil articular procesos asamblearios con direcciones personales o de equipos. De todas formas, lo que me parece más fundamental es no solo lanzar mensajes de optimismo y esperanza a la población, sino recoger las necesidades de cambio.

P.– Y esas necesidades de cambio de la sociedad, de las que deriva el éxito de Podemos, ¿son consecuencia de los efectos de la crisis y de la corrupción?

R.– Evidentemente, sin esta forma de gestionar la crisis, no hubiera surgido Podemos. Hablamos muchas veces de la crisis, en general, pero yo destacaría que lo más graves es la contrarrevolución social que se está llevando a cabo. Ante eso, es lógico que una inmensa mayoría de los ciudadanos reaccione como comenzó a hacerlo el 15-M. Pasamos de una sociedad en parte alegre y confiada, que era la de los años 90 y principios de este milenio, a una sociedad de la incertidumbre, primero, y después profundamente indignada ante esta contrarrevolución social.

P.– ¿Cuánto pesó el cabreo ciudadano y cuánto el carisma de Pablo Iglesias en el éxito electoral de Podemos en las europeas?

R.– No hay un modo de medirlo, pero creo que fundamentalmente la indignación de los ciudadanos, una necesidad, no de un cambio, sino de una transformación radical del sistema. Luego está el propio carisma individual, que se gestó mucho más desde la calle que desde los propios medios de comunicación. Pero si no hubiera sido Pablo Iglesias, hubiera sido otro. Los procesos de este tipo y los movimientos sociales así generan sus propios líderes.

P.– Pregunto de otro modo. ¿Hubiera sido posible Podemos sin Pablo Iglesias?

R.–Sí, para mí, rotundamente sí. Se hubiera encontrado otro, no sé si mejor o peor, con coleta o sin coleta, pero también de una edad parecida. Ahora bien, en el momento en que está Pablo Iglesias, sin él ahora mismo sería menos.

P.– ¿Es capaz de visualizar a un presidente del Gobierno con coleta?

R.– Sin ninguna duda. Es que lo tengo visualizado desde hace tiempo. Creo que el gran miedo para el sistema no fueron los cinco eurodiputados. En esa noche electoral del 25M, en el momento que Pablo Iglesias dijo que nosotros estamos aquí para ganar, fue cuando los más inteligentes del sistema entendieron que esto no iba en broma. Ya ellos les entró el miedo y a muchos otros más.

P.– ¿Quiénes pueden temer más a Podemos?

R.– Esencialmente el sistema en sí mismo. No hay que olvidar que Podemos apostó el otro día, por boca de Pablo Iglesias, por dos cosas que me parecen fundamentales. El programa económico se encargó a Vicén Navarro y Juan Torres, que se caracterizan por haber sido muy críticos con el modelo económico y porque pueden ofrecer alternativas. La segunda, y muy fundamental, aunque los medios apenas se hayan hecho eco, es que Iglesias apostó decididamente por un proceso constituyente en España. Eso, desde el punto de vista político es plantear todas las cuestiones de cara a una nueva Constitución. Es una ruptura en gran medida con el sistema.

P.– Iglesias lo mencionó a usted expresamente cuando habló del este proceso constituyente en su intervención en Vistalegre. También Izquierda Unida lo propugna.

R.– En mi caso particular, es algo que ya decía en las plazas del 15M. Cuando un sistema es incapaz de generar ninguna ilusión colectiva y sí mucho rechazo, ese sistema está caduco, y la única forma es volver a replantearlo. Esa fue una propuesta del grupo Podemos de Soria, entre otros. Y lo que me alegra es que el máximo representante de Podemos haya apostado por ello. Que Izquierda Unida también, perfecto. Ojalá lo hicieran el resto de partidos, porque es poner a debatir al conjunto de la ciudadanía. Aunque eso no va a ser así.

P.–¿Sería dar la vuelta al actual sistema como a un calcetín?

R.–No, no. Sería mantener el sistema democrático, pero entrar a debatir las cuestiones que no han funcionado o aquellas que se pueden replantear. Por ejemplo, monarquía o república, sistema unicameral o bicamera, ley electoral, modelo económico... Desde mi perspectiva, y la de no pocos, las raíces del sistema están todas ellas podridas y los ciudadanos tienen que tomar las riendas para profundizar en la democracia.

P.–Monarquía o República?

R.– ¿Para mí en concreto? Porque yo no hablo en nombre de Podemos.

P.– Sí, desde su punto de vista.

R.– República, sin ninguna duda.

P.– ¿Sistema de representación como el actual?, ¿algún otro?

R.– El mayor problema no está en el sistema D’Hont, sino en que la ley electoral tiene un mínimo de dos diputados por provincia para el Congreso y eso privilegia a los partidos que son mayoritarios en cada momento. No me gusta este sistema electoral, prefiero el alemán. Suelo decir que la mejor ley electoral es la que se cambia cada no demasiado tiempo, porque se generan vicios que acaban enquistándose.

En cualquier caso, me gustaría una ley electoral en la que el Parlamento sea el calco más fiel del pensamiento de la ciudadanía, no un espejo tan distorsionado como en el presente, donde los partidos mayoritarios están superrepresentados. Tampoco me gustan las listas cerradas porque han generado todo un aparataje de partidos. Ahora tenemos experiencias acumuladas. Hay muy poca percepción de lo que son manifiestos errores en parcelas que se han convertido en antidemocráticas y en muchos casos en fuente de corrupción. Todo eso es lo que hay que revisar.

P.– Las últimas encuestas sitúan a Podemos en segunda posición tras el PP y se habla de que Podemos empieza a centrarse.

R.– Vamos a ver. Se está diciendo que somos más de centro y demás. Lo que digo es que si un partido propone un proceso constituyente, eso desde luego no sé que tiene de centrista. Me parece rupturista. Y si para el programa económico llamamos a Vicén Navarro y Juan Torres, tampoco me parece centrista. Las encuestas dan ahora la segunda posición, pero es que el tiempo va muy rápido. Para el 25-M, las encuestas nos daban cero parlamentarios y ahora ya nos dan como segunda fuerza.

P.– ¿Esta línea de izquierdas no puede retraer al votante moderado, que es quien habitualmente da el gobierno a un partido o a otro?

R.– Es que ahora nos encontramos con otras realidades y los cánones viejos de análisis ya no sirven. Si ese votante moderado ha visto cómo se empobrecía, ha visto dentro de su familia el paro, la emigración, está presenciando a diario la corrupción... su moderación precisamente le lleva a decir que tal como está esto no hay salvación.

P.– ¿Podemos corre el riesgo de morir de éxito? Lo digo porque si este disparado crecimiento se traslada a las instituciones, no sé si tendrá cuadros preparados para asumir tareas de representación o responsabilidades políticas.

R.– Bueno, los cuadros se van formando, y creo sinceramente que hay muchas personas preparadas. Lo vi en la asamblea de Madrid, y especialmente en los jóvenes. Casi siempre se dice eso, pero hay que ver qué gente está al frente de algunos ministerios, hay que ver ciertas preparaciones, ¡eh! Además, nadie nace enseñado.Pero hay un sector de la juventud que no es que tenga derecho a equivocarse, sino que tiene la obligación de hacerlo. Porque la gran equivocación sería que no lohiciera. Eso significaría que no había generado alternativa.

P.– Ahora los partidos mayoritarios hablan de regeneración. ¿No les da credibilidad?

R.– Son intentos de perpetuar el sistema. Pero vamos a asistir, además de a otros cambios políticos y sociales, a un cambio generacional al frente de las instituciones, del sistema. La generación del 82 fue la de la pana, por los trajes y las chaquetas de pana. Esta es la del piercing. Y antes lo decía. Los jóvenes tienen la obligación de reclamar y de asumir poder. Incluso para equivocarse..., pero es que esto de ahara es la equivocación en sí misma.

P.– Izquierda Unida les ha tendido la mano. ¿Es partidario de la unidad de la izquierda?

R.– Antes de las elecciones generales no lo veo y no lo creo conveniente. Después, en el Parlamento, en la propuesta que hizo Podemos de Soria estaba que solo se pueda pactar por aquellas fuerzas que opten por un proceso constituyente, porque eso es lo esencial.

P.– ¿Y alianzas en los ayuntamientos?

R.– Según y cómo. No vale un planteamiento general. Habrá municipios donde las bases de Podemos estén en plena relación con gente de Izquierda Unida y ahí se puede ir a una coalición, pero habrá sitios en los que ocurra lo contrario.

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