Heraldo-Diario de Soria

SOCIEDAD

Paloma resucita la carretería

Una vecina de Cubilla entrena con bueyes para aprender a domar yuntas en Quintanar, desde donde la Real Cabaña de Carreteros aboga por promocionar la carretería y recuperar los usos del oficio para fines turísticos

Paloma con una yunta de bueyes de la raza serrana soriana, una de las dos con las que entrena en Quintanar de la Sierra.-

Paloma con una yunta de bueyes de la raza serrana soriana, una de las dos con las que entrena en Quintanar de la Sierra.-

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Soria

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Hay quien aspira a poder hacer tarde o temprano ese viaje que lleva años retrasando; a otros les puede la última generación del móvil. Y los hay con el simple deseo de tener una yunta de bueyes. Estos últimos son, entre todos, los más ‘raros’, doblemente si se trata de una mujer. Paloma del Castillo Aguas se entrena en la doma de bueyes y recorre diariamente 40 kilómetros para poder hacerlo. Quiere ser carretera y tiene la honda aspiración de poseer algún día su propia yunta de bueyes. Se ha empeñado en resucitar este antiguo oficio en Soria o, al menos, contribuir a que no se pierda. Es la primera mujer carretera pero tiene que cruzar a la provincia de Burgos porque en tierras sorianas no hay yuntas.

Antiguo y venido a menos, el mundo de la carretería atrapó a esta vecina de Cubilla, después de participar en una ruta convocada por la Cabaña Real de Carreteros, colectivo que agrupa a municipios de Soria y Burgos con el ánimo de recuperar la memoria de los antiguos carreteros y reivindicar un trabajo que los significó todo en la economía de la zona hasta la expansión industrial. La iniciativa consistía en hacer la ruta de la pingada del mayo, un recorrido con la yunta desde Casarejos a Matamala durante cuatro días, que le dejó buen sabor de boca. Tanto es así que decidió aprender a domar bueyes, lo que hace de la mano «del maestro», tal y como se refiere a Abel Herrero Jiménez, «carretero mayor» -según le llama- y vecino de Covaleda.

La primera dificultad que tuvo que sortear fue, precisamente, la falta de animales en la provincia, donde apenas quedan bueyes de doma. La cabaña Real de Carreteros calcula que en la zona soriano-burgalesa quedarán una docena de yuntas, de las que la mayoría están en Burgos, según apunta su presidente, Antonio Martín Chicote. Así, Paloma recorre cada día los 20 kilómetros que separan Cubilla del municipio burgalés de Quintanar de la Sierra, donde entrena cuatro horas al día.

No necesitó convencer a nadie de su entorno de sus posibilidades de aprender. La mujer no habla mucho pero basta una rato de conversación para saber que «todo es cuestión de voluntad. Yo me digo ‘si tú puedes hacer algo, cómo no voy a poder aprender yo a hacerlo’. En el hipódromo me exigían exactamente lo mismo que a un hombre. Y mírame». La invitación no es gratuita y responde a la falsa creencia de que la carretería y el arte del acarreo es cosa de hombres por aquello de la fuerza. Estamos ante una mujer «de 1,50», donde afán y ganas tumban a la fuerza física. «Al principio venían los abuelos a ver si era verdad que había una mujer yuntera, hasta que ya se convencieron de que iba en serio», cuenta Paloma.

Su trabajo inicial y constancia terminaron por convencer también al ‘maestro’ que, por lo que cuenta la alumna, situó la exigencia casi al límite para probarla, «a ver si me cansaba». Lejos de ello, la afición fue a más y más.

Lo hace por auténtico gusto, sin pensar que la recuperación de este antiguo oficio pudiera suponer algún día un yacimiento de empleo, lo que cree improbable. Paloma trabaja en un centro hospitalario aunque no de forma continuada. «Aprender la doma es pura afición. Si me pudiera dedicar a ello sería feliz, pero no lo creo. Si se diera el caso, pues claro que lo haría. Pero te tiene que gustar mucho», añade, a la vez que apunta las muchas posibilidades turísticas que puede tener hoy la carretería, durante siglos gran motor de la economía del país y en particular de esta zona. De igual forma, subraya la «necesidad de mantener vivo algo que lleva camino de perderse porque muy poca gente lo aprende. Aquí ya no arrastra nadie», lamenta en referencia a Soria.

Duruelo, Covaleda, Vinuesa, Casarejos, San Leonardo, Talveila y Cabrejas son algunos de los pueblos con más tradición carretera en su día, además de toda la zona burgalesa de Quintanar, que sí está trabajando por recuperarla.

Del Castillo resta importancia a la dureza que le puedan suponer los entrenamientos. «Algún susto me han dado, pero nada importante. Mi ángel de la guarda está ya medicado», cuenta Paloma, que sólo confiesa miedo a las alturas.

La voz de Paloma suena grave aunque su tono es bajo, pero después de seis meses se entiende a la perfección con los bueyes, con quienes utiliza un lenguaje propio solo apto para oídos recios. «Lo primero que tienes que hacer es poner voz de carretero. Así... ¡Errrr, Bonito, errr!’». El calificativo no ha de llevar a engaño porque es el nombre de uno de los bueyes con los que entrena. 

El resto de palabras son más bien palabros con los que el animal obedece y que bien pueden explicar el dicho de ‘hablar como un carretero’. «Luego hay que saber usar la vara, cómo guiarlos, con la voz y el gesto», añade. Fundamental en el arte de la doma resulta «uncir a los bueyes, que es atarlos al ubio, como se le llama en la zona soriano-burgalesa al yugo, palabra que se utiliza más en Gredos».

Una yunta de bueyes es conducida normalmente por dos carreteros; si va uno solo tiene que estar muy preparado. «Lo suyo es que vaya uno guiando y otro detrás, que es el que lleva la vara». En medio, Bolero y Gabino o bien Cachorro y Bonito. La primera yunta, un cruce de razas limousine y serrana soriana; y la segunda pareja de raza serrana soriana. Paloma subraya el compañerismo como uno de los rasgos de quienes se dedicaron a la carretería, lo que también existe entre quienes tratan de recuperarla. 

No es la primera vez que su vida pivota en torno al reino animal. Nacida en Madrid, durante años trabajó en un hipódromo entrenando caballos de carreras y nunca se ha desvinculado de este mundo. «Ahora tengo una yegua y una potrilla», comenta. Lleva unos 20 años en Soria.

Paloma ha participado ya en actividades de la Real Cabaña de Carreteros de Burgos y Soria, la última de ellas el pasado mes de septiembre conduciendo bueyes desde el puerto de la Macerga hasta Castrourdiales, con un recorrido por el casco urbano, parte del cual «lo hice sola», y en iniciativas conjuntas con la Real Cabaña de Carreteros de Gredos. El próximo día 22 participará en una exhibición de arrastre de pino y forestal en la feria Iberforexpo, que se celebrará en Revenga. «No hago nada fuera de lo corriente», concluye Paloma del Castillo en referencia a la doma de bueyes. Pero sí fuera de este tiempo.

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