Heraldo-Diario de Soria

LA QUINTA ESQUINA

Fernando Rubio: «Hoy es tan importante el dedo como la voz»

«La fe ayuda, pero la medicina me da más respuestas» / «Nunca sería un médico economista» / «Un enigma para mí es mi supervivencia» / «Creo que voy a ser un ancianito venerable» / «Si fuera corzo, me caería muy bien»

-P.P.S.

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Publicado por
P. PÉREZ SOLER / SORIA
Soria

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Se sabe un hombre con suerte y si se le preguntaran razones le faltarían dedos en las manos. Fernando Rubio Ibáñez (Ágreda, Soria, 1947) es médico jubilado y pediatra. Y un hombre infatigable a gusto con la vida que podría firmar mil recetas pero sólo deja una: «Haz lo que quieras hacer, aquello por lo que tengas ilusión y no dejes que te la quiten».

Pregunta.-¿Cómo respira hoy?

Respuesta.-Respiro feliz, no estoy agobiado.

P.-Dígame, ¿cómo está de salud el Moncayo soriano?

R.-Peor que el aragonés, pero de toda la vida. Diría que regular.

P.-El momento decisivo en la suya.

R.-La elección de pediatría después de haber estado como médico rural. Era mi ilusión y mi pasión.

P.-¿Para qué piensa en voz alta?

R.-Me gusta pensar en voz alta. A veces me gusta ser escuchado por los de alrededor.

P.-¿Qué le da más respuestas, la medicina o la fe?

R.-Las dos pueden ir juntas, no tienen por qué ir separadas... (No he dicho que tengan que ir separadas).

a fe ayuda, pero la medicina me da más respuestas.

P.-¿Más médico o más paciente?

R.-Más médico, paciente soy peor.

P.-Cuélgue tres adjetivos.

R.-Constante el primero. Tenacidad y espíritu de superación. Nunca he dado nada por perdido. Siempre me ha gustado adelantarme a lo que tenía alrededor.

P.-¿Ante qué la sorpresa?

R.-Uno se sorprende de pocas cosas a esta edad y cuando se ha vivido de todo. Pero todavía me sorprendo de que haya personas que piensen que la sociedad no es buena con ellos, que tienen rechazo social, o se aislan, o echan la culpa de todo a los demás. También ahora de la actuación política.

P.-Un enigma no resuelto.

R.-Un enigma para mí es mi supervivencia. Es curioso; he tenido tres accidentes mortales de coche y he salido de los tres sin un rasguño, el último en noviembre del año pasado. Eso junto con lo que me ha pasado de mi enfermedad me plantea un enigna. Me pregunto muchas veces cómo yo sigo viviendo.

P.-¿Qué palabra le gustaría curar?

R.-La que sabemos todos. Si tuviera yo la mano de la vacuna contra el cáncer..., la mutación genética que se está produciendo en esas células que vamos conociendo cada día más...

P.-¿Por qué se automedica?

R.-Me dio un infarto y me lleva el cardiólogo.

P.-¿Qué dolor o sufrimiento no cura la medicina?

R.-Eso lo sabemos todos. Hay un dolor grande grande grande que no se cura: la muerte de un hijo.

P.-¿Y a usted cuál no se le curado?

R.-Se me han curado todos. No tengo resentimiento, ni aversión a nadie. Me hablo con todo el mundo.

P.-Lo peor que le pudo pasar.

R.-Podría decir que cuando me operaron de esto. Pero con el tiempo se da uno cuenta de que lo peor es que hubiera perdido a la familia en un accidente. Soy médico consultor de la familia y sigo dando consejos.

P.-¿Qué enseña la medicina contra el paro?

R.-Lo que hace el paro es aumentar los problemas a nivel psicosocial. En esta cadena humana, la medicina tiene una labor, pero primero hay que arreglar los problemas básicos.

P.-¿Por qué unas memorias no son egocéntricas?

R.-No deben serlo. La figura del protagonista debe estar. En este caso es protagonista y personaje.

P.-Si lo ha dicho todo ¿qué ha dejado de confesar?

R.-Ninguna cosa. No tengo ni pecados de juventud, te lo juro.

P.-¿Qué otro médico no sería?

R.-Por el bien de los demás sería cualquier cosa, pero nunca un médico economista. Si yo tuviera que sacar dinero por curar pacientes posiblemente me moriría de hambre. Eso lo ha dicho siempre mi mujer.

P.-¿Ante qué prevenirnos?

R.-Ante ciertas tendencias de grupos trasnochados con una ideología que quieren cambiar la identidad de un pueblo... Y eso no se cambia.

P.-Pregunta al cazador, ¿cuánto ha llegado a pagar por cazar?

R.-No mucho. No soy cazador de altos vuelos. Soy un cazador de perro, que pisa el campo, no de caza mayor que es donde está el dinero hoy, no de ojeo de perdices, que no me gusta. Soy cazador de observar la naturaleza. (Vamos, que a Cecil no lo hubiera matado...). No, no, no, ni mucho menos, ni a un pobre ciervo. Una vez vi a uno llorar.

P.-¿Le importa más la voz o la palabra?

R.-La palabra. La voz puede ser aguda, grave o como sea pero la palabra... Aunque ojo, hoy es tan importante el dedo como la voz, porque mira el Washap y el móvil... Me defiendo perfectamente con el dedo, me evita alargar conversaciones, forzar la voz...

P.-¿Qué no será cuando llegue a mayor?

R.-Creo que voy a ser un ancianito venerable. Soy conformista con mi situación y mi familia. ¿Que las neuronas se nos van a otro lado? Pues no sabemos lo que pasará... Eso seré. Un ancianito venerable.

P.-Si fuera corzo, ¿qué tal le caería Fernando Rubio?

R.-Me caería fenomenal y me llevaría con él de maravilla.

P.-Oiga, ¿qué ministro de Sanidad no le gustaría haber sido?

R.-No me acuerdo casi de ninguno.

P.-Dígame, ¿con qué prescripción médica se acabarían los males del mundo?

R.-Con la tolerancia. Con esa prescripción, vale.

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