Melisa del Barrio Redondo: el afán por la investigación viaja en patinete

No está al alcance de todo el mundo trabajar en el campo de la investigación química. Ella así lo quiso: estudió Química en la Universidad de Zaragoza, es doctora en Química Analítica desde 2014 y al año siguiente encontró trabajo en Francia. Melisa del Barrio Redondo tiene 31 años y un futuro cargado de optimismo como investigadora, su pasión. Primero estuvo en Toulouse como investigadora postdoctoral realizando estudios relacionados con el Alzheimer para el Centro Nacional de la Investigación Científica de Francia, el equivalente al Csic en España. Desde hace unos meses, Melisa se encuentra en Marsella en el mismo puesto, pero en un trabajo de diferente temática: «El estudio de las proteínas que producen hidrógeno, y que podrían permitir la obtención de energía de forma limpia, simplemente a partir de luz y agua», explica esta soriana por el mundo trasladando ‘a pie de calle’ su trabajo: proyectos multidisciplinares que relacionan la química con la biología, la física y materias de esta índole. Ahí es nada.

Su día a día consiste en trabajar en el laboratorio bastantes horas al día, del que reserva tiempo para tomar algo con compañeros de trabajo, salir a cenar o ir a la plaza en caso de buen tiempo. «Ahora me he propuesto hacer algo diferente y voy a empezar a ir a clases de violonchelo para, poco a poco, aprender a tocar este instrumento», cuenta Melisa.

Confianza no le falta en cuanto a su profesión pero lejos de su tierra. «Aquí en Francia soy un poco más optimista en cuanto a las posibilidades de llegar a conseguir un puesto estable como investigador; en España lo veo casi imposible». Sus palabras no destilan pesar sino más bien la creencia de que este tipo de trabajo «lleva implícito» asumir ciertas dificultades o sacrificios. Recién rebasada la treintena, esta joven soriana valora su experiencia como ‘emigrante’ de «buena en todos los sentidos», y alude a la gente que se cruza en su camino al descubrimiento de un país que le está gustando «mucho más de lo que hubiera imaginado. Aprendí francés el primer año en Toulouse y eso ayuda muchísimo a conocer realmente cómo es Francia, a relacionarte con los franceses...». Entre las costumbres copiadas se encuentra el patinete, peculiar vehículo con el que va al trabajo. Algo que nunca se le habría ocurrido hacer en España, «pero que aquí es quizá más usual», explica Melisa que se cruza con bastante gente en patinete por la calle.Y mientras se empapa de la vida en Marsella, hay cosas que sigue echando de menos como el primer día, «cuestiones sencillas», apunta, como pasear cerca del Duero, ir a por setas en otoño, merendar chocolate con churros o comer una ración de torrenillos o unas buenas patatas bravas. Así y con todo, «es fácil acostumbrarse a vivir aquí», comenta Melisa, aludiendo al ticket de la compra del supermercado como lo menos atractivo. Incluso cuando la investigación viaja en patinete...