Heraldo-Diario de Soria

SOCIEDAD

Un obispo auxiliar «en el infierno»

Jesús Ruiz, originario de La Olmeda, vuelve a Centroáfrica, un país rico sumido en la guerra

El misionero comboniano Jesús Ruiz es el nuevo obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana)-Luis Ángel Tejedor

El misionero comboniano Jesús Ruiz es el nuevo obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana)-Luis Ángel Tejedor

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MILAGROS HERVADA
Soria

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El concepto de valentía adquiere una nueva dimensión cuando se habla de República Centroafricana, un país sumido en una guerra de intereses económicos, con la desgracia de ser depósito de grandes riquezas en diamantes, oro, petróleo y maderas por las que pugnan las grandes potencias internacionales. Y en medio de esa barbarie, el misionero comboniano Jesús Ruiz Molina, originario de La Olmeda aunque nacido en Burgos, ha sido nombrado obispo auxiliar de Bangassou, en esta república africana que conoce de sobra después de nueve años viviendo allí, en una diócesis a mil kilómetros de su próximo destino pero de similar conflictividad.

Catorce facciones armadas copan el país, bloqueando carreteras y sembrando el terror, pero Ruiz Molina no tiene miedo y habla sin tapujos de un conflicto que sólo responde a razones económicas, no es una cuestión de confrontación entre musulmanes y cristianos, «que hemos convivido durante años sin problema», recalca el misionero, que ayer tuvo un encuentro con los medios de comunicación sorianos para dejar constancia de la situación que se vive en la República Centroafricana que volverá a acogerle a partir del viernes cuando tiene previsto volar hasta allí.

«Humanamente es una locura meterse en aquel infierno, solo desde la fe se puede afrontar esto, desde la perspectiva de la vocación», reconoce Ruiz Molina, quien concibe la misión en África «como un regalo, con sus más y sus menos. La alegría que tenemos allí de compartir todo eso no se paga con nada del mundo. Esto te llena y en medio de tanta muerte hay mucha vida».

El religioso había decidido ya volver a España, después de 25 años en África, 15 de ellos en El Chad, con un destino en Madrid, para estar cerca de sus padres ya ancianos, pero la misión encomendada ha sido otra, auxiliar al obispo de la diócesis de Bangassou, Juan José Aguirre, delicado de salud pero con el mismo ímpetu por ayudar en África que Jesús Ruiz Molina. Son los dos únicos blancos de la diócesis, donde concentran esfuerzos en las escuelas para los niños y en facilitar la atención sanitaria.

La consagración como obispo auxiliar será el 12 de noviembre, pero no en su nueva diócesis sino en la archidiócesis de Bangui, a 80 kilómetros de distancia. «Ir a mi diócesis es imposible ahora por la violencia, con 14 facciones armadas y asaltos constantes en las carreteras», explica sobre la inseguridad en la zona. «Irán varios obispos y también mi familia y no podemos aventurarnos a hacerlo en un sitio con tanto peligro». Tendrá que esperar a un avión humanitario para poder trasladarse a Bangassou, cuando sea posible.

El conflicto al que se quiere dar carácter religioso, como recalca el misionero, lo protagonizan las facciones islamizadas, los anti-balaka y aquellos a los que llaman cristianos, «por pereza mental», porque poco tienen que ver con esta religión. «Nunca ha sido el problema cristiano-musulmán, sino la riqueza y los grupos pagados por Qatar, Arabia Saudí y los grandes imperios», matiza el nuevo obispo auxiliar de Bangassou, que ayudará al prelado Juan José Aguirre, también español, de Córdoba para más señas.

Al igual que la movilidad de personas queda bloqueada en la zona, la situación bélica ha impedido también que tres contenedores llegados desde España con ayuda humanitaria, alimentos básicamente, arriben hasta Bangassou, «se estropean porque ningún camión se quiere arriesgar a ir por carretera ya que no llegan al destino». Como ejemplo, Ruiz Molina detalla su última estancia (hace mes y medio) en la diócesis, en cuya catedral se encuentran refugiados 2.100 musulmanes para evitar que sean linchados por los mal llamados cristianos, y cuando salió a la calle con el obispo les asaltaron un grupo de jóvenes de una de las facciones, «bajo los efectos de las drogas, diciendo que había que matarles a todos».

Por ese motivo, la mayor parte del tiempo lo pasaron en la catedral. «Yo me he sentido prisionero, sin poder salir de la catedral. Es una inseguridad total», recalca. De hecho, la mitad de los habitantes de la zona han huido al Congo, atravesando el río, y los campamentos de refugiados, muy próximos, reciben la visita del obispo y su auxiliar para constatar que se encuentran bien. Mantienen su labor en un país con «un Estado fallido», sin ejército y bajo protección de la ONU, «ejércitos de 15 países que cada uno se lleva lo que puede». En unos días visitará el país el secretario general de la ONU, porque lo que está ocurriendo en República Centroafricana está adquiriendo el grado de genocidio, pero «esto va a durar mucho tiempo, porque es un problema económico», lamenta Ruiz Molina, y la ONU es una máquina que se mueve lentamente.

Sólo algunas ONG permanecen en el territorio, «pero están dos meses y les mandan a otro sitio». «Hacen un trabajo maravilloso pero no llegan a vivir historias reales con la gente de allí, yo he bailado con ellos, hablo sus lenguas...», explica para dar idea de la labor que los misioneros están realizando en África. «Yo no soy una ONG que voy en plan humanitario, me lleva el componente de la fe», matiza este religioso de origen soriano que seguirá en África «hasta que el cuerpo aguante», asegura con el espíritu de contribuir a que las gentes de la República Centroafricana alejen cuanto antes el sufrimiento de vivir en un país en guerra, vapuleado por potencias internacionales que únicamente buscan esquilmar las materias primas del país, que además es el pasillo que controla los grandes yacimientos de coltán del Congo. «La hipocresía internacional es muy grande», concluye.

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