Escolapios lleva su innovación a 350 docentes y directivos en Costa Rica

Las prácticas innovadoras del Colegio Nuestra Señora del Pilar, Escolapios, han vuelto a saltar fronteras. Esta vez Costa Rica ha sido el destino de una representación del centro que formó durante una semana a 350 directivos y docentes en nuevas metodologías para que los alumnos salgan preparados para el mundo real y los nuevos tiempos. El director, Óscar Abellón, y los docentes Fernando Boillos y Guillermo Manrique se encargaron de empequeñecer los 8.500 kilómetros que separan ambos países.

El proyecto, englobado en la labor de Progrentis y plasmado en Costa Rica a través de Mentora «parte a raíz de las visitas que hemos ido recibiendo en los últimos años en lo que se llamaba La Reserva Pedagógica» y que atrajo a numerosos directivos centroamericanos a la capital soriana.

«Esas visitas permitían que los directivos se formasen en metodologías y en la gestión del cambio en un centro para tratar de llevar al siglo XXI lo que en educción creo que estaba muy estancado en diferentes sistemas y además con grandes críticas por parte PISA», recordó Abellón, por insistir más en la memorización que en la resolución de problemas prácticos.

Se planteó entonces la necesidad de formar docentes, y desde Escolapios se comenzó con un programa que ya había pasado por Guatemala y México. Para este año «nos hemos encontrado con el interés de Costa Rica, de un grupo importante de centros. Es lo que más hay que valorar, el interés por actualizarse, por renovarse y sobre todo por mejorar su sistema educativo».

Aulas Pro, nombre de esta iniciativa, se planteó además con una novedad. «En esta ocasión se ha impartido formación a docentes y directivos en paralelo, con momentos en los que se ha trabajado de forma conjunta con ambos sectores y momentos en los que se ha hecho de forma independiente. Ha sido muy positivo con 45 instituciones educativas públicas y privadas. En total había en torno a 350 personas. Unos 50 eran directivos y el resto eran docentes. Fue necesario habilitar un polideportivo completo».

Para cumplir la petición de llevar la educación al siglo XXI se trabajó sobre todo en la forma de enseñar. «Lo que se les ha impartido son clases de metodologías activas, tales como el aprendizaje basado en proyectos, aprendizaje basado en problemas, estimulación temprana, gamificación, rutinas de pensamiento, destrezas de pensamiento, aprendizaje cooperativo, inteligencia emocional y algo para lo que hemos contado con un apoyo externo, los nuevos espacios en la educación», algo en lo que ayudó el arquitecto José Pico.

Además de conocimientos, en los tiempos actuales se demanda «el desarrollo de la autonomía, del autoaprendizaje, del trabajo en equipo, dela capacidad investigadora, de la resiliencia, el liderazgo, el emprendimiento, la creatividad... Todo eso son competencias que quizá en el sistema educativo tradicional no se les daba importancia y sin embargo en el momento actual son imprescindibles».

La posibilidad de aunar a docentes y directivos es una de las claves de esta nueva edición. Boillos aseveró que «al formarse de forma conjunta se potencia el efecto de la formación. Se produce un efecto multiplicador para que todos remen en la misma dirección e identifiquen la necesidad de ese cambio para pasar de una posición mecanicista y basada en la época de la industrialización a uno que desarrolle las capacidades y competencias que desarrollen nuestros alumnos en el siglo XXI».

Costa Rica inicia su curso escolar mañana, dia 5, «y esto les ha servido para recibir una formación previa al inicio. Una de las características más interesantes es la utilidad de todo lo que han aprendido y sobre todo el entusiasmo y la motivación que tienen». De hecho Manrique realtó cómo conocer la experiencia de Escolapios Hy las dificultades– supone todo un acicate para evolucionar la educación costarricense. «Lo que más agradecían también los docentes es que nosotros les llevásemos nuestra experiencia diaria, de nuestras aulas, de nuestro día a día, y les ahorrásemos la curva de dificultad en un proceso de cambio que se inició hace ya 13 años en el centro» soriano.

Gracias a ello «se abre un espacio de reflexión muy gratificante no sólo para quienes reciben la formación sino para nosotros como formadores, para ratificarnos en lo que estamos haciendo». Para Abellón, la experiencia permitió «crear una comunidad de aprendizaje en la que todos salgan beneficiados».

Y es que «nosotros volvemos de allí y hemos aprendido. La posibilidad de convivir con colegas de profesión y poder compartir experiencias, que es lo que todos valoramos más, lógicamente para nosotros también supone volver con muchas ideas. En todos los centros hay iniciativas muy interesantes y dignas de tomar nota, porque eso es lo que a un centro le permite seguir creciendo», reseñó.

Boillos y Manrique refrendaron que «es una máxima también del centro, ofrecer una excelencia educativa en la medida en la que nosotros podamos. Nosotros, como adultos, podemos cambiar de trabajo, pero nuestros alumnos tienen que comulgar con el profesor que les toca. Por eso no podemos permitirnos no entregarles lo mejor».