Heraldo-Diario de Soria

SOLIDARIDAD

Cáritas ayuda a 245 personas con los gastos de alojamiento, luz y gas

Las bajas temperaturas de estos días obligan a prolongar el uso de la calefacción y las estufas lo que hace prever que aumentarán las necesidades ante la pobreza energética

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MILAGROS HERVADA
Soria

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Las personas y familias que hace un año necesitaban ayuda para los gastos de alojamiento, en los que se incluyen los generados por las factras de luz y gas, siguen requiriéndola. Así lo constata Cáritas Diocesana de Osma-Soria, que en los12 meses del año pasado atendió a 245 personas para que pudieran sufragar el día a día de su hogar y el de sus familias. De hecho, el gasto que generó un mayor desembolso fue el de alojamiento y vivienda del total de ayudas que proporciona Cáritas, en concreto el 60,3%, según la información facilitada por la entidad diocesana. En total, las personas atendidas a lo largo de 2017 fue de 762.

El gasto que registra la institución en los tres primeros meses de este 2018 referido a alojamiento supone prácticamente el mismo desembolso que en el mismo periodo de un año antes, cuando el porcentaje destinado a este epígrafe alcanzó el 63,2% de todas las ayudas. Cuando sí se notó un descenso significativo fue en el último trimestre de 2017, ya que en ese tiempo hubo de destinar el 44,9% a la cobertura de alojamiento, cuando en 2016 había sido del 71%.

Por el momento no se ha notado un incremento derivado de la extensión del invierno en este mes de abril, con temperaturas más bajas de lo habitual, lo que provoca que las calefacciones y estufas estén todavía encendidas, agravando la situación de pobreza energética. Pero previsiblemente se notará, considera desde la parroquia de La Mayor el sacerdote Julián Perdiguero, quien apunta que quizá se registre cuando se efectúe el cálculo global, sobre todo en aquellas viviendas que disponen de calefacción central.

El párroco señala que en La Mayor no han recibido mucha demanda de ayudas este invierno, apenas una decena, lo que atribuye a que durante el verano se registraron contrataciones, sobre todo de temporeros y en el sector de la hostelería, además de puestos frutos de subvenciones, que han mejorado las condiciones de precariedad de algunas familias. Quienes llaman a las puertas de la parroquia son sobre todo familias e inmigrantes, también españolas, «con algún problema de desestructuración, explicó. «En la parroquia la ayuda más básica es la de alimentos, que varía según los meses del año, pero atendemos a unas 40 familias de forma cotidiana», señaló el sacerdote. «El verano pasado se notó que había personas que habían encontrado trabajo y por eso han bajado las ayudas», destacó.

Desde Cruz Roja también señalan que el número de usuarios ha bajado con respecto a hace tres o cuatro años, cuando se sufrían los efectos de la crisis económica. No obstante, desde 2017 las cifras se han estabilizado, reconoce Gema Martínez desde el programa de inclusión de la ONG.

En este invierno, considerado desde octubre a ayer mismo, Cruz Roja otorgó diez ayudas para cubrir las facturas de suministro energético, en concreto siete para pagar la luz y tres de gas, en total, 524,69 euros. No obstante, la cifra podría ser mayor ya que el desfase de dos meses en las facturas hace que no se justifiquen dentro del año y la ONG sólo tiene potestad para tramitar las del mismo ejercicio, no el anterior. Pero eso no significa que se queden desprotegidos ya que se nivela con otras ayudas.

A lo largo de todo 2017 se facilitaron 34 ayudas de suministro energético, por un montante de 1.773 euros.

La mayoría de los usuarios son unidades familiares con niños a su cargo, hasta cuatro de ellas monoparentales, así como pensionistas con menores. «Son personas sin ningún ingreso y otros que perciben subsidio o renta garantizada de ciudadanía.

Desde Cruz Roja indican que por ahora no se percibe el alargamiento del invierno, «no hace ver situaciones distintas a las de otros años», pero también matiza que la mayor parte de estas familias «no ponen la calefacción porque no tienen para pagarla». La opción son las estufas de butano, una bombona cuesta 17 euros, y «los mayores van a sitios calentitos, en espacios públicos donde sí haya calefacción», señala Martínez, poniendo como ejemplo la biblioteca o la propia Cruz roja.

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