Heraldo-Diario de Soria

Un pleno con interrogatorio infantil

La visita del colegio Trilema hace aflorar la sonrisa a una asamblea que dio el visto bueno a las bases de las ayudas de cooperación y al reglamento de uso de La Peonza

Un momento del pleno, ante la mirada de los alumnos de Trilema.-Valentín Guisande

Un momento del pleno, ante la mirada de los alumnos de Trilema.-Valentín Guisande

Publicado por
JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO
Soria

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No es una leyenda. De verdad que hay puntos que el pleno aprueba por unanimidad. Lo que pasa es que el papel más popular o reconocible de los concejales está en las opiniones diversas que representan sus partidos. La trifulca, para qué esconderlo. Los acuerdos llaman menos la atención y se habla más de los ediles «cuando discutimos». Fue la manera en que el alcalde, Carlos Martínez, sugirió a los niños que llenaban ayer el salón que quizá la sesión que acababan de ver no era del todo representativa. Unas declaraciones institucionales y dos decisiones por unanimidad con nadie más hablando de ellas que el portavoz del equipo de Gobierno, Javier Muñoz. El alcalde respondía a la peliaguda pregunta de un chaval al que le interesaba saber si estaba contento de sus concejales. ‘¿De quiénes?’, debió de pensar Martínez, ‘¿de los del PSOE?, ¿también de los de la oposición?’

Tenía su cosa la indagación, conociendo lo que a veces declara Martínez de otros grupos, dentro del interrogatorio que los alumnos de tercero y cuarto de Primaria del colegio Trilema sometieron al regidor en el turno de ruegos y preguntas, entendido de una manera relajada y con cuestiones más directas de las que en ocasiones lanzan los adultos. Tuvo su aquel la contestación a los niños de visita. Cortesía general o ironía parcial, hay que «agradecerles el trabajo» a todos.

Los chavales pusieron la sonrisa a unos rostros que pueden ponerse más graves cuando abordan otros temas. Ya saben, urbanismo, impuestos, la deuda, si ponemos o no en el balcón los símbolos de las Cofradías en Semana Santa o Unespa. Con el visto bueno a las bases de las ayudas de cooperación al desarrollo, de las que son beneficiarias las ONG, y el reglamento de uso de La Peonza había poco espacio para ello.

¿Le importan al alcalde los derechos de los niños? Son «importantísimos», aseguró en el día en que el centro infantil recibía sus normas. Las disposiciones incluyen un régimen sancionador, una pavorosa mención tratándose de niños de seis a doce años, pero que resulta inevitable en un texto administrativo de esta naturaleza. Del Plan de Infancia y Adolescencia se hizo una versión adaptada al lenguaje de los pequeños. Los concejales no tenían más remedio que pronunciarse sobre el texto en jerga burocrática. Sería raro que el Boletín Oficial de la Provincia fuera a publicar otra cosa.

Los alumnos de Trilema se deben de portar muy bien, ya que no les interesó lo más mínimo (acaso estaban en ascuas y disimulaban) las trastadas que tendrían que hacer para perder temporalmente, o incluso definitivamente, la condición de socio de las instalaciones de García Solier o sus derechos y obligaciones.

Querían saber del alcalde: ‘¿por qué quiso serlo?’ Bueno, vas «evolucionando» y quieres «asumir el compromiso» por mejorar las cosas, al final «todos queremos mucho a la ciudad». ‘¿Le cuesta?’ «Cuando haces lo que te gusta cuesta menos». Aunque «hay cosas que cumples y otras que no puedes cumplir», al menos «lo intentamos». ‘¿Cambiaría algo?’ Hay «muchas cosas que cambiar y muchas que mejorar». ‘¿Qué es lo más interesante?’ «Ver que lo que quieres hacer para tu ciudad muchas veces lo consigues». Los ayuntamientos son «más ágiles» en solucionar asuntos, otras administraciones tienen tiempos «mucho más largos».

Cuando los niños comenzaron a preguntar y quedó claro que iban a ser bastantes, Martínez comentó a los concejales que quizá quisieran marcharse para atender otras obligaciones (ya el pleno se daba por levantado sin la formalidad debida), pero ahí se quedaron. Un público que se agradeció por sí mismo y por su atención.

Frente a los líos, «es mucho más importante» una serie de puntos «que vienen por unanimidad», como ayer, señaló el alcalde al hilo del contento con los concejales. Sin discusión salieron adelante las bases de las ayudas de cooperación. Durante años el Ayuntamiento ha mantenido en solitario (ahora de nuevo la Diputación ha recuperado su convocatoria, cuya evaluación es conjunta con la ciudad) esta línea que moviliza 142.000 euros y de la que sin duda se benefician niños de países en desarrollo. El respaldo puede cubrir hasta el 80% del proyecto que presente cada ONG. De esta manera el Consistorio contribuyó a desplegar programas valorados en 650.000 euros el año pasado. El portavoz del equipo de Gobierno reconoció que la aportación es «insuficiente» dadas las necesidades pero Soria quiere aportar su «pequeño granito de arena».

Las declaraciones institucionales giraron en torno a los 40 años de municipalismo, el aniversario de las primeras elecciones locales democráticas, y el amparo municipal a la «visibilidad» de la enfermedad de parkinson, «segunda enfermedad neurodegenerativa en prevalencia», sobre la que pesa un gran desconocimiento. «Festejar el triunfo de los mejores valores democráticos con los que todos nos sentimos identificados» podría resumir el 40 aniversario. Algo en lo que los niños también estarán de acuerdo.

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