Heraldo-Diario de Soria

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Un rosario de taras desfigura el claustro de la concatedral de Soria

El estudio de la UVa de la restauración refiere una situación «bastante mala» y señala más de medio centenar de patologías, mientras el antiguo refectorio tiene «riesgo de derrumbe»

Claustros de la Concatedral. MARIO TEJEDOR

Claustros de la Concatedral. MARIO TEJEDOR

Publicado por
JOSÉ ÁNGEL CAMPILLO
Soria

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Urge la reparación del claustro de San Pedro y las demás zonas donde actuará la Junta en unos meses, una vez resuelto el concurso en marcha y que está valorado en 1,2 millones. La necesidad de las obras es clara, a la vista del estado del monumento y, sobre una base científica, del estudio de daños y propuestas de restauración que acompaña al procedimiento. Un rosario de taras afecta a las pandas, de manera que «deben subsanarse a la mayor brevedad para evitar males mayores». Lo afirma el proyecto que ha sido redactado por la Fundación Parque Científico de la Universidad de Valladolid (UVa), a instancias del Obispado, que identifica una gran cantidad de tipologías de daños. El claustro se encuentra en una situación que «en general es bastante mala». Más de medio centenar de patologías recoge el documento a cargo del arquitecto Javier Blanco Martín.

Deformaciones, pérdidas, erosiones, grietas, alteraciones cromáticas, descomposiciones, arenización, colonización biológica, colapsos, disoluciones, costras, fisuras, desprendimientos, humedades o roturas son sólo una parte de los daños, cuya identificación es objeto de un glosario. Hasta medio centenar de problemas en una piedra que, por otra parte, parece que tiene buena calidad. De un origen único, su procedencia se sitúa en Golmayo o Valonsadero.

El «nivel de degradación» actual tiene unas causas muy concretas. Se trata de una «combinación de factores ambientales, factores antrópicos e intervenciones desacertadas». Una «inadecuada conservación» ha contribuido también al resultado. Se detecta una «multitud de patologías», que en ocasiones dejarán una «huella irreversible». La galería «peor conservada» es la Oeste y la Norte tiene un estado «mejor». El emplazamiento de la concatedral no favorece la preservación, afectada por las escorrentías del cerro del Mirón. Uno de los objetivos de la restauración pasa por mejorar la estanqueidad. El saneamiento ya se intentó en el pasado y parece un aspecto complejo por el terreno y la falta de urbanización hacia el montículo.

También se abordó en el siglo pasado, a lo largo de varias obras, cómo paliar los deterioros del claustro, con sustitución de elementos dañados («muchos», según el proyecto): canes, capiteles, basas, columnas... No faltaron cambios en la cubierta, aunque parece que no tuvo la mejor solución, entre otras cosas por unos insuficientes aleros que retienen los pluviales y motivan más erosión. En la actualidad, hay zonas donde se producen goteras. Por eso se cambiará la teja e impermeabilizará.

Volviendo a la piedra, el cemento que se utilizó para algunos remiendos no era el material más adecuado para interactuar con la arenisca del conjunto. Y la pátina rojiza, que es «relativamente reciente», genera «tensiones», ya que es «más dura» que la piedra, «menos permeable». Esto «incide directamente y de forma muy grave» y aumenta la degradación.

Sobre este elenco de daños actuará la Junta, sin olvidar las pinturas tardogóticas de la panda Este, que «corren peligro de desprendimiento». Con «suciedad y problemas de asiento de bordes», se realizará una limpieza y consolidación. De manera general en el claustro las reintegraciones serán mínimas.

Las intervenciones proyectadas abarcan a otros puntos de la concatedral o su entorno. En el claustro, más allá de lo anterior, hay otro punto preocupante: el antiguo refectorio, el espacio expositivo sin uso. Y con razón, porque está «clausurado por riesgo de derrumbe». Situado en la panda Norte, uno de sus forjados presenta un estado «preocupante para la integridad de las personas y la seguridad estructural del edificio».

Por su parte, la torre conocerá el andamiaje. Los operarios tendrán que actuar en el cuerpo superior, donde existe un «deterioro significativo con caída de elementos pétreos». Además de vegetaciones y pérdidas en la balaustrada, «dos campanas han perdido asiento en los ejes para el normal giro de los correspondientes yugos». En la escalera, algunos peldaños «se han partido y otros han perdido un volumen importante de piedra con riesgo de rotura completa». Aquí las filtraciones son comunes y lo mismo en la sacristía y el vestuario de los sacerdotes. El remedio será el retejado. Y si el agua, ya sea en las escorrentías del Mirón (lo más grave) o por las goteras, es ‘enemiga’ del templo, el elemento multiplica sus acciones por la obstrucción o deterioro de algunos canalones. Toca poner fin a esto. Y lo mismo con las grietas y «descohesión» de la fachada plateresca con la escultura de San Pedro. En tiempos aquí se utilizó cemento. De paso, se arreglará la puerta.

Desde 2009, con la celebración de las Edades del Hombre, queda en el acceso al claustro el pabellón de acceso a esa gran muestra de arte sacro. El contrato, que tiene diez meses de plazo ejecución, prevé desmontarlo y liberar del todo una portada y una plaza que tendrá que ser pavimentada en este punto (el arquitecto señala, de paso, que el atrio de guijo contiene «mucho parcheo»). Al lado de este recinto está, sin llamar mucho la atención, la estructura que acoge los restos románicos encontrados a mediados de los 90. El templo románico era más alargado que el renacentista. Este espacio, que pasa bastante desapercibido, se adecentará.

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