Los trabajos en San Pedro ‘atacan’ los desprendimientos de la torre
Los andamios rodean el campanario mientras la restauración cubre la fachada sur, en unas labores en la concatedral cuyo fin más señalado es atajar el deterioro del claustro
Andamios en la concatedral. GONZALO MONTESEGURO
La concatedral de San Pedro sigue adelante con las obras de restauración y en estos momentos presenta una estampa inusual. Un gran andamio escala la torre hasta los vanos de las campañas y el resultado es tan espectacular como el campanario donde se acometen las reparaciones. Una restauración que en este punto tiene como objetivo atajar los desprendimientos. No sólo eso, también las campanas son objeto de actuación. Y es que, el estudio previo señalaba cómo dos campanas habían perdido «asiento en los ejes para el normal giro de los correspondientes yugos». En cuanto al estado general de la estructura, la anotación se antojaba preocupante. La torre tiene un «deterioro significativo», con caídas de «elementos pétreos».
Los trabajos han llegado también a la portada Sur, la plateresca que preside la imagen de San Pedro. Aquí, lo importante es reparar las fisuras y descohesión generales. Las operaciones incluyen reparar la puerta. Más allá, otros andamios señalan la intervención para impedir las filtraciones, uno de los males que atenaza al templo, especialmente al claustro. Precisamente este recinto es el objeto principal de la intervención que realiza la UTE Rehabisoria Rehabilitación y Construcción de Obras y Monumentos-Francisco Ruiz Cano, tras adjudicarse el concurso de la Junta por importe de más de un millón. El claustro ha sufrido a lo largo de su historia una serie de arreglos que en ocasiones han agravado su estado. No obstante, el mal principal procede de las escorrentías de la ladera del Mirón.
El aspecto de la torre es en estos momentos lo más llamativo de la restauración de San Pedro. A los desprendimientos de piedra y el mal estado del asiento de parte de las campanas, hay que sumar vegetaciones y, en la parte interior, la escalera tiene peldaños partidos y otros con una pérdida importante de material, por lo que se aventuraba su quiebra. Como en todo el templo, las filtraciones son también comunes.
La Fundación Parque Científico de la Universidad de Valladolid redactó el análisis del estado de la concatedral, el documento que sirvió de base técnica a la licitación de las obras. El estudio apuntaba a un recinto con «multitud» de problemas en el claustro, al tiempo que apuntaba otros males en diferentes espacios.
La panda Oeste es la parte que presenta peor conservación del claustro, si bien los males son generales sobre todo por las escorrentías. Hasta medio centenar de patologías en la piedra detectó el estudio, desde deformaciones a pérdidas, erosiones, grietas, alteraciones cromáticas, descomposiciones, arenización, colonización biológica, colapsos, disoluciones o costras, entre otras. Los aleros dispuestos en precedentes intervenciones históricas provocan además más erosión al retener la lluvia y producir goteras.
Un espacio preocupante para los especialistas es el antiguo refectorio, que sirvió de sala de exposiciones. Aquí hay un riesgo de desplome, lo que supone un riesgo para la «integridad de las personas y la seguridad estructural del edificio», señaló la Fundación.