Heraldo-Diario de Soria

Patrimonio

La ermita de San Saturio ya enseña sus colores en Soria

La restauración de las pinturas entra en la fase de pleno rendimiento para volver a mostrar la luminosidad de sus murales, aquejados de humedades y suciedad. Seis restauradores trabajan sobre el andamiaje

Intervención de los restauradores en las pinturas de la bóveda de la capilla de San Saturio.

Intervención de los restauradores en las pinturas de la bóveda de la capilla de San Saturio.MARIO TEJEDOR

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Soria

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A la ermita de San Saturio le están sacando los colores. Lo hacen milímetro a milímetro, con pinceles y algodón, con escalpelos y bisturís. Ya sale a la luz el gran cromatismo de las pinturas murales de su sacristía y capilla, y los rojos marmoleados del zócalo que recorre esta última y que, tras lustros de limpieza dudosa y repintado, había perdido toda viveza. San Saturio, el emblema de la ciudad de Soria y hogar de su patrón, comienza a recuperar «luz y colorido», el objetivo del equipo de restauración al que le ha sido adjudicado el trabajo, que se prolongará hasta finales de año. Comenzaron en octubre de 2023 y tras la toma de contacto, catas y pruebas de limpieza, fijación y consolidación para definir la metodología, entran en la fase de plena acción.

Para finales de 2024, se habrá recuperado toda la policromía original así como las dos zonas más deterioradas por las humedades en el templo, la oeste, pegada a la roca y por tanto también más expuesta, que incluso sufrió desprendimientos en 2014 que fueron solventados, y la correspondiente a la conocida como falsa puerta del ermitaño, esa en la que puede verse la imagen como si de una salida se tratara. La acumulación de vegetación exterior durante años ha ido filtrando y será necesario una actuación más allá de la limpieza y fijación de grietas que requieren el resto de las pinturas de capilla y sacristía.

Mención aparte merece la linterna, esa ventana al exterior en la cúpula, donde las filtraciones provocaron daños muy considerables, aunque precisamente esa zona no es original –del siglo XIX–, de hecho la pintura primigenia ni se conserva, sólo los añadidos y repintados posteriores, «con pintura de mala calidad». Con la intervención exterior acometida, ya es posible actuar en el interior. La reproducción se hará sobre la impronta de decoración primitiva.

Las pinturas que decoran San Saturio –en la bóveda los santos ermitaños, Jerónimo, Prudencio, San Juan Evangelista..., y en las paredes escenas de la vida de San Saturio, obra y milagros– fueron realizadas por el taller de Juan Zapata Ferrer, el pintor soriano del barroco más destacado, entre los años 1704 y 1708. El propio artista parece estar representado, paleta en ristre, en uno de los frescos de la bóveda. «Tienen muchísimo cromatismo, son del siglo XVIII pero anteriores a las que hizo Goya en El Pilar. Con figuras ya desdibujadas, sin el realismo definido que Goya desarrolló», explica la directora técnica de la restauración, Rosa María García, de Titanio Estudio. «Es un conjunto maravilloso, muy bonito, en el que se ve la intervención de varias manos de los miembros del taller, y da gusto trabajar sobre él», recalca Gloria Solé, la restauradora gerente de la empresa adjudicataria, formada por Sabbia e In Situ –869.447 euros–. Tanto García como Solé acaban de volver de restaurar la madrileña puerta de Alcalá.

El resultado en el tempo soriano será evidente: «Se verá limpio, saneado y completo». Otras intervenciones serán los retablos, «ahumados de las velas», el pavimento y las rejas, además de las esculturas y vidrieras.

Actualmente, el equipo lo componen seis jóvenes restauradores que sanean y refrescan, algodón y escalpelo en mano, que meticulosamente van avanzando sobre el mural, encaramados en cuatro niveles de andamios. Junto a ellos, el arquitecto responsable del proyecto, Javier García, y el encargado de obra, Alberto Santos. «Paciencia, sensibilidad y conocimiento técnico» son las características de necesita un restaurador, «Aquí no puede haber prisas», comenta Solé, pues se trata de procesos «muy delicados. Están tocando pinturas únicas, irrepetibles, y no puede haber fallos», matiza.

Lo cierto es que, en general, la conservación de las pinturas murales es buena en bóveda y paramentos (paredes), a excepción de la suciedad acumulada. Lo que más atención reclama es la zona de humedades, donde tendrán que eliminar la zona afectada no original, fruto de otras restauraciones recurrentes, además de tratar de minimizar dicha humedad. Cuando llegue el momento, que será ya en primavera, se analizará si realizar una cámara de aire para la protección posterior. Curiosamente, la humedad cuando provoca más daños es al secarse, por la sal que lleva el agua y que cristaliza después.

Los restauradores dejan claro que el repintado no tiene cabida, ni pronunciarlo. La técnica utilizada será la del rigatino, «a base de rayas, líneas o puntos» para cubrir las «lagunas», apunta la directora técnica, como la que se encuentra a los pies del ermitaño en el trampantojo de la puerta.

Solé reconoce que se trata de un trabajo que requiere mucha dedicación, sobre andamios y con resultado lento, «pero muy gratificante», como evidencia la documentación del antes y el después. Un después que para San Saturio ya sólo es cuestión de meses.

Anteriores intervenciones

La ermita de San Saturio data de 1694, un templo barroco con frescos obra del taller de Juan Zapata Ferrer entre los años 1704 y 1708. Desde entonces, ha sido objeto de diferentes intervenciones de restauración y mantenimiento. Especialmente la de 1977, con un rigor acorde a los tiempos. Pero antes de eso, entre 1747 y 1748, el pintor José Martínez de Santa Cruz recompuso la puerta del ermitaño. Tras la guerra de la Independencia, en 1814 los frescos fueron dañados y tuvieron que ser restaurados. También la linterna de la cúpula. Hacia 1940, en el II centenario de la canonización de San Saturio, la restauración fue integral y se repinta la puerta del ermitaño que cambia su aspecto original y que vuelve a ser recompuesta hacia 1960. En 1977, se acometió la última intervención conservativa de las pinturas por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

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