Fiestas de San Juan: "Ni Soria ni el toro se han dejado poner ninguna clase de cencerro" (y III)
En la década de los 70 ejercen de pregoneros políticos y hasta un padre de la Constitución española, hasta que en 1979 se acordó que fueran los jurados de cuadrilla quienes se hicieran cargo del asunto
Estos son los 25 primeros pregoneros de las fiestas de San Juan en Soria
El cura que incendió San Juan al grito de "Oídme todos, hijos de Numancia" (II)
Fiestas de San Juan: fotos antiguas del Miércoles El Pregón
PREGÓN DE 1970
Uno de los pregones más breves de aquella época (quizás por aquello de que “lo breve y bueno, dos veces bueno”) fue el que escribiera Augusto Miralles Slocker, ingeniero agrónomo, destinado en Soria, para los sanjuanes de 1970.
Comenzaba haciendo un canto a la llegada del verano; al regreso de “las merinas” que ya “pacen en la montaña la hierba que brotó al rezumar las últimas nieves”, elevando su canto a la naturaleza.
Habla de “las Cuadrillas, de las peñas, de los sorianos de dentro y de fuera. Llena a rebosar está la bota, florecido el pelo de las mozas, a punto la música callejera, los miembros ávidos de brinco y las gargantas de canciones”.
Da un paseo por el monte sagrado para los sorianos y ve que “entre los prados de Valonsadero, tachonados en oro de aliagas y brezos en flor, esperan los toros de San Juan”.
Repasa los 5 días festivos: “Mañana, jueves La Saca,” los novillos “correrán su postrer estampida campera; el viernes doblarán peleando a plaza llena; el sábado, sus despojos serán objeto de puja […] antes de que su carne hermane a todos los sorianos en el mismo banquete. Tendrán, en las calderas del domingo, el homenaje póstumo de unas guirnaldas de rosas”. Después llega la loa: “Honor y muerte al toro, sacrificado y consumido con unción, como si se tratase de una ceremonia totémica para celebrar el solsticio, cuyo paganismo se hubiese querido cristianizar con la secuela de la procesión ante la Virgen Blanca y la romería que acampa sus meriendas junto a la ermita del Santo”.
Califica a Soria de “poetisa del Duero, que rimas los álamos y las piedras…Entonarás un himno a la alegría con su coral de canciones populares”. Continúa utilizando un lenguaje retórico y habla de “sonidos nuevos […] en sus notas atacadas de vino y de ronquera, con los brazos abiertos, el trago de la bota, y la mano tendida para enlazarse a danzar y saltar todos juntos hasta que la traca del lunes de bailas deshaga en humareda sus últimos estallidos”.
Y concluye: “¡Forasteros y sorianos!: ¡Felices Fiestas! ¡Viva Soria y Viva San Juan!
PREGÓN DE 1971
Gabriel Cisneros Laborda, uno de los padres de la Constitución de 1978, político ya por aquel entonces, y jurista, hizo de pregonero de los sanjuanes de 1971. Tenía 31 años. Era Delegado Nacional de la Juventud. Expresó literalmente que “un pueblo que ha sabido conservar desde remota antigüedad las fiestas (de San Juan) es merecedor de todas las libertades”. Vaya esta frase como aperitivo de lo que diría en el transcurso de su pregón.
En sus primeros compases se mostraba contundente: “Con palabras tomadas de prestado para esta ocasión solemne y jubilosa, permitidme recordar, primero, que en España todo lo que se ha hecho, lo ha hecho el pueblo y lo que no ha hecho el pueblo, se ha quedado sin hacer”.
Acomete tres apartados en los que rebate varios aspectos sobre fiestas: “Se nos ha dicho que son el estallido gozoso de los campos de una tierra fría”, pero “¡no!”. Las fiestas de San Juan son el sol y el verano, aunque convocan bajo su llamada al sol y al verano”. “Se nos ha dicho que son el homenaje al toro y a su sangre, a su virilidad rotunda” …” Pero yo os digo, ¡no!, son el toro, aunque convocan bajo su llamada al toro y su sangre”. Y llega, acto seguido, el tercer no: “Se nos ha dicho que son el vino, el vino torrencial como la lluvia aparatosa de agosto; inagotable como un río, inabarcable como el mar. Pero ¡no!, son el vino, aunque lo convoquen bajo su llamada para alimentar las energías inverosímiles consumidas a lo largo de cinco días inverosímiles, para templar el ardor del sol, para entonar la voz quizá…” en su “punto de ronca desafinación”. E incidía y remataba su argumentación: “Las fiestas de San Juan, no son el sol, el toro y el vino, aunque necesitan del sol, del toro y del vino”. Estos tres elementos “le prestan el marco”. Y del marco pasaba a la “categoría”: que, dirigiéndose a los sanjuaneros, decía: “la ponéis vosotros; sois vosotros, somos nosotros, somos todos; pueblo de Soria, Soria en fiestas”.
Entendía el vocero que “no es un azar”, sino todo lo contrario, “que fuera el Estado llano o del Común el patrocinador primero de estas fiestas”. Porque si no a saber cómo habrían sido, o cómo hubieran evolucionado.
Pasa página al referirse, a continuación, a unas palabras muy comunes en fiestas, como son “Usos y Costumbres”: “Respetar la tradición es obrar según el uso y la costumbre” para que, al final de fiestas, “rotos por el cansancio, nos sintamos orgullosos de haber sido fieles custodios de un patrimonio espiritual de siglos y legítimos transmisores de ese legado a nuestros hijos”. Y es “costumbre” también respetarse unos a otros. Y va más allá: “Yo voy a romper esa casi ritual costumbre para deciros ¡haced cuanto queráis!... porque la libertad es fruto y conquista que la historia reserva a los pueblos que se hacen merecedores de ella…” y Soria, asegura, “es merecedora de todas las libertades” porque un soriano “no puede querer cosa mala cuando celebra las fiestas de San Juan”.
Entrando en la recta final de su parlamento, podemos escuchar su petición, a modo de ruego, dirigida a todos los sorianos de distintas edades: “¡¡Que se cumpla, otra vez, la bendición que uno de los más benditos hombres que haya pisado nunca nuestras tierras -refiriéndose, sin citarlo, a Machado- formulara para nosotros!!”. Y lanza la frase, cual traca final, esculpida en el corazón y la mente de todos los sorianos: “¡¡que el sol de España os llene de alegría, de luz y de riqueza!! “Sorianos: ¡Vivan las fiestas de San Juan! ¡VIVA SORIA!
PREGÓN DE 1972
César Casado Jiménez, Presidente del Centro Soriano en Zaragoza, hacía referencia a los emigrantes. Nada más comenzar, se dirigió a los “sorianos de la Ciudad; a los de la cumbre y la pinada; a los ausentes, forasteros y amigos”. Y les pedía a todos: “Oíd la voz de quien, por soriano y por ausente, os llama con voz henchida de emoción y de gozo en palabras cargadas de pasión por la tierra en espíritu de noble ilusión y alegría infinita”.
Agregaba que “otra vez la noria de la vida nos convoca y reúne para celebrar nuestras incomparables y únicas fiestas de San Juan o de la Madre de Dios…” que calificaba como “¡Fiestas del pueblo y para el pueblo!”.
Alude a las fiestas como algo “ancestral”, con el “bastón de mando del Jurado de Cuadrilla” cual “símbolo jurisdiccional”.
Cita las doce Cuadrillas. Recorre sucintamente los cuatro puntos cardinales de la provincia. Recuerda al “soriano ausente, como yo”, diría.
Repasa los cinco días de rigor y pide a los sorianos-sanjuaneros, en tono de invitación, “que hagáis un alto en vuestro quehacer diario y, como sedante de un año de inquietudes y trabajos, deis rienda suelta a vuestra alegría, gocéis de todos los festejos y enseñéis” los monumentos y lugares más destacados, “hitos gloriosos de su cabalgar histórico”.
Se acercaba al final: “Y siendo fiestas del pueblo y para el pueblo, nada más propicio para terminar este pregón que recordar la copla popular que sintetiza el sentimiento de Soria por sus Fiestas de San Juan”.
“¡Sorianos, forasteros y amigos, decir conmigo:
PODRÁ FALTARNOS EL PAN
Y PORÁ SECARSE EL DUERO,
PERO ARDE SORIA PRIMERO
SI NO HAY FIESTAS DE SAN JUAN!”
PREGÓN DE 1973
El pregón del soriano Alberto Cercós Pérez, Secretario General Técnico del Ministerio de Agricultura, fue sencillo; fácil de entender y de seguir durante su lectura en la Plaza Mayor, la noche del 27 de junio de 1973. Y eso es de agradecer.
Comenzaba diciendo que “ha sonado ya la hora de las Fiestas” y que no sería él “quien alargara la espera”. Dijo considerarse “un pregonero sin méritos, pero incapaz de rechazar este honor somo soriano…” y feliz por convocar a “mis paisanos, mis amigos, a vivir con llaneza y hondura la alegría de sus Fiestas”.
“Una vez más -continuaba-, como si fuera hoy la primera vez, el canto a la libertad del pueblo soriano (comenzaba a vislumbrarse cierta apertura hacia la democracia) va a interpretarse en el escenario ancestral de nuestras calles y plazas, en la mejor manifestación que nadie pudo imaginar. Y esto es así porque las fiestas de San Juan no son una representación y sí una manifestación”.
Habló de la “reciedumbre de un pueblo que sabe en sus fiestas sobreponer a la dureza de su destino la calidad sublime de sus valores populares”.
Agregó que “los Jurados y Juradas, los Cuatros de Cuadrilla, las bulliciosas pandas”, y demás actores que intervienen y hacen posible la fiesta, “van modelando cada San Juan, incomparables, auténticas, genuinamente populares”.
Después de asegurar que son “fiestas ¡que no necesitan pregonero!”, se pregunta “un pregonero ¿para qué?”. Pero ya que está “quisiera llevar hasta el último rincón…donde exista un hogar soriano, la concordia…que, otro año más, va a presidir nuestras fiestas”.
Habló del significado del Catapán, Lavalenguas, y el resto de festejos que componen e integran la esencia de las Fiestas de San Juan.
Pese a sus buenos deseos de que todo sea concordia “dejad que me lamente…que la unión de estos días -fiestas que usan como símbolo al toro bravo- no continúe el resto del año…”
Y concluía diciendo: “Ha sonado ya la hora de las Fiestas y ya no hay quien aguante más. La fuerza creadora del pueblo no hay quien la detenga”.
“¡Empiecen las charangas! ¡Redoblen los tambores! ¡Suenen los bombos! Vamos todos a crear unas nuevas Fiestas. ¡Las Fiestas de San Juan 1973! ¡¡VIVA SORIA!! ¡¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!”
PREGÓN DE 1974
El pregonero de 1974 fue Alfonso Navalón Grande, crítico taurino del diario “Informaciones” (Por aquello de la vinculación de las fiestas con el mundo taurino y que era un personaje popular en España, y, por ende, en Soria).
En contraste con el pregón del año anterior, de poco más de un folio, este fue casi cinco veces mayor en extensión. Como si su autor, llegado casi expresamente para la ocasión, quisiera justificar y “ganarse” la invitación municipal.
Al igual de Alberto Cercós Pérez, el señor Navalón, tras el saludo inicial, decía: “Ya sé que lo único que sobra en esta Fiesta de San Juan es el pregonero”, para, a renglón seguido, declarar: “Nadie va a deciros ahora cómo y cuándo tenéis que divertiros” porque “la vida os ha enseñado ya el camino que deslinda la alegría de la violencia”. Hace después un canto a los pastores trashumantes y añade que “siento, como vosotros la grandeza de estas fiestas…” unidas al “espíritu de Numancia”, resaltando “la maravilla del románico”.
Como hombre vinculado al mundo del toro, en su condición de crítico taurino, habla de grandes y destacados ganaderos de reses bravas y de la valentía del toro. Hace un paralelismo entre este animal y Numancia: “A lo largo de la historia ni Soria ni el toro se han dejado poner ninguna clase de cencerros para servir de cabestros en las procesiones ajenas”.
Repasa “la vieja historia de llevar y traer los toros de Valonsadero” como “una crónica de guerra o de gracia”. O “el quite burlesco de aquellos Jurados del ochocientos cuando se valieron del Catapán y del Agés y las calderas para conseguir que Napoleón pasara por Soria sin devastarla”.
Alude a distintos festejos taurinos que se ofrecen en varias provincias españolas, igual que habla de otras situaciones que nada tienen que ver con nuestras fiestas ni vienen a cuento, como queriendo demostrar sus conocimientos sobre el mundo del toro, alargando así, innecesariamente el pregón, sacando a relucir engaños y trucos del mundo taurino.
Luego dice que aquí nadie se siente “legionario de los Tercios de Flandes”. Trae a colación a Bécquer. Cita a Machado, al autor del Mío Cid, Gonzalo de Berceo, Marqués de Santillana, a los dos Fray Luis; el de León y el de Granada, a Tirso de Molina, Gerardo Diego, Camilo José Cela, Benlliure, Belmonte…
Y arremete duramente cuando, con criterio de crítico taurino dice: “Tenéis estas fiestas del toro que no necesitan ya cronistas del incienso ni campañas” publicitarias…
Es, en resumen, un “totum revolutum”.
El adorno final hace un canto a nosotros, los sorianos, y nuestras fiestas, cuando dice: “Conservadlas así de simples. Sin más argumento que el toro y el vino y sin más guardianes que esos doce Jurados representando al pueblo”.
Y entona los ¡VIVA SORIA! ¡VIVAN LOS TOROS DE VALONSADERO!
¡VIVAN LAS FIESTAS DE SAN JUAN!!
PREGÓN DE 1975
Ramiro Cercós Pérez. Ingeniero de Caminos. Otro político soriano que ejerció el cargo de pregonero. Incidía en la participación popular en democracia. Repasemos su texto.
Fue un pregón con sentimiento y conocimiento de lo que decía. Se apreciaba esta circunstancia, en contraste con el del año anterior. Podemos decir eso de ¡vaya diferencia! a favor de Ramiro Cercós.
Hace un repaso a todo lo que es San Juan. Porque “son días de gozo”, “fiestas de dulzainas”, “de participación popular en que los sorianos pueden ser protagonistas de su propio destino”. Son, dice “escenario singular de convivencia e igualdad”, en el que “a través de los Jurados y Cuadrillas, se habilitó formas de participación en las tareas colectivas”.
Agregaba que “la vara de mando de los Jurados conoce de anhelos e ilusiones por una reafirmación de vuestra autonomía e independencia”. Hace un canto “a las Juradas, como representación de la mujer soriana”.
A las “mozas y mozos” les dice que son “semilla cierta de una Soria más airosa”.
A sus paisanos les da las gracias “por hacer realidad estas fiestas” y porque es “difícil entender al soriano” sin las mismas.
Agregó que “en mi canto a Soria y sus fiestas va acunada toda la provincia”.
A los Jurados les pidió “coger el timón de Soria durante estos días de gozo. El pueblo llano está con vosotros y arde en júbilo por comenzar las fiestas de San Juan”.
Se dirige de nuevo a las “mozas y mozos”, y en esta ocasión también a las “peñas sanjuaneras”, a quienes ordena, sin autoritarismos, que “inunden Soria con su alegría y juventud”. Que “suenen dulzainas y charangas y comiencen las fiestas de San Juan”. ¡VIVA SORIA!
PREGÓN DE 1976
Manuel Calvo Hernando, pregonero de los sanjuanes de 1976, fue periodista, redactor jefe y subdirector del periódico “Ya” y llegó a ser director de TVE. Estaba vinculado a la provincia, de donde era su madre; de ahí la invitación para ejercer como pregonero, como dice el mismo en su parlamento.
Utilizando el latiguillo periodístico, podemos titularlo que el suyo fue “un pregón reivindicativo y futurista”. Y uno de los pocos breves que se hicieron.
Empezaba con una cita a unos versos de Machado. Recordaba que siendo niño ya los recitaba en San Esteban de Gormaz. En esa línea poética habla de los tres grandes escritores que han pasado por Soria: Antonio Machado, Gerardo Diego y Gustavo Adolfo Bécquer.
En su texto nos encontramos con que dice importarle más el futuro que el pasado: “Apoyados en la tradición y en la historia, debemos mirar hacia el futuro, para ser dignos de nuestros antepasados”.
Tuvo en el recuerdo a cuantos sorianos vivían fuera “dedicando su esfuerzo y su inteligencia al trabajo creador de cada día”. Para rematar: “Hay que promover y apoyar los proyectos que puedan proporcionar trabajo y bienestar a la provincia y moderar la sangría de la emigración”; a la vez que el desarrollo económico e industrial de Soria.
Se trata, como decimos en el preámbulo, de un “pregón reivindicativo y futurista”; nada festivo: Debemos luchar todos unidos “porque, aunque no seamos una provincia conflictiva no significa que no tengamos nuestros propios problemas. Y no debe confundirse el sosiego con la pasividad”.
Y añadía: “Este es, para mí, el sentido actual de la Soria mística y guerrera, que quiere caminar hacia el siglo XXI, con la mente clara y la mirada puesta en un porvenir sugestivo”.
Y por encima de todo declara su “amor a esta tierra que, para mí, no es árida y fría, sino fecunda y entrañable, que es la tierra de mi madre, y, por tanto, patria de mi patria”.
Si el comienzo era “poético”, el final es “sentimental”.
Y así concluía; sin Vivas a las Fiestas ni a Soria.
PREGÓN DE 1977
Vicente Segrelles Chillida, era Gobernador Civil de Zaragoza, que anteriormente lo había sido de Soria. Y esa vinculación a la Ciudad le sirvió de catapulta para que, el político valenciano, “viajero” fuera pregonero de los sanjuanes de 1977.
Comienza declarándose juglar “enamorado de Soria”. Si esto ya nos da una idea de por dónde puede discurrir su “discurso”, lo vamos a constatar en las siguientes líneas. “…al sonar de las once campanadas del viejo y entrañable reloj de nuestra Audiencia…” Y luego lo remarca más “…en esta noche feliz de plenilunio, al filo del solsticio del verano, templado por el cierzo y el regañón, el ábrego y el solano…” Resalta que “las Cuadrillas, con sus señores Jurados al frente, han acordado celebrar las tradicionales fiestas hospitalarias y caballerescas -de sol, de sangre y de vino-…” En esa línea grandilocuente leemos “…voz de la tierra y de la sangre […] pegada a esta tierra dura, inconmovible y telúrica…”
Pedía luego que se entrara en fiestas “desde los Caballeros Linajes, hasta los menestrales artesanos, pasando por plateros y mercaderes, cerrajeros y bordadores…” Continuaba así: “que resuenen los claros clarines, que redoblen los timbales y tambores, que se vistan los pajes de raso y tafetán y los maceros sus dalmáticas bordadas”.
El pregón seguía la misma línea argumental: “…que los Jurados preparen sus atavíos y bastones con vara de nogal y empuñadura de plata…” Y refiriéndose a las Juradas: “…que luzcan sus mejores galas, que se pongan los pendientes de filigrana de plata, el corpiño de lentejuelas, las medias caladas blancas y los zapatos de tafilete…”
Alude a los mozos de cuadrilla y cita a las peñas sanjuaneras. Recuerda a los “visitantes -que no forasteros- que “Soria es mística y guerrera, la Soria infinita, sobria y recoleta, maestra eterna de castellanía, que se transfigura en una mágica y misteriosa eclosión […] para olvidar la interminable invernada, de frío y de silencio”.
Dice más adelante que son fiestas consagradas “al toro ibérico, con resonancias atávicas y totémicas, como un retorno permanente al mito viril de la fuerza…”
Describe la llegada a la Ciudad el jueves la Saca “de garrochistas de picas y de caballeros jinetes que entran como la explosión de una traca de mitológicos centauros y corceles”.
Con idéntico lenguaje prosopopéyico describe el resto de festejos sanjuaneros, para rematar pidiendo al “querido pueblo de Soria, embriagarme de tu aroma, sumergirme en tu luz y en tu blancura, identificarme con tus sueños y esperanzas […] recitarte como un hechizo románico y medieval el rosario de tus glorias…”
Este era el final, cual si de unas justas literarias se tratara más que un pregón de fiestas, antes de proclamar a los cuatro vientos:
¡Sorianos todos! ¡Oíd! ¡Empiezan las fiestas! ¡Arriba los corazones! ¡Viva la alegría! ¡Viva Soria! ¡Vivan las fiestas de San Juan!
PREGÓN DE 1978
Otro juglar, soriano en este caso, el abogado Benito del Riego Moreno, fue pregonero de los sanjuanes de 1978. Si amplio, extenso y exhaustivo resultó el del año anterior, no lo fue menos el que pronunció Benito del Riego la noche del 28 de junio del referido año. El texto ocupa un total de seis páginas, que vamos a intentar resumir, para dar una idea y pincelada de los argumentos más destacados.
Tras una breve cita religiosa, y “en nombre de todos los ocultos y misteriosos espíritus de la tierra y de todos los diose místicos, a los que temieron y adoraron nuestros más remotos antepasados […] Yo, por vocación vuestro juglar, hoy feliz y humilde pregonero, invoco a todos los hijos de Soria […] a estrechar corazones y escuchar mi sincero y sencillo pregón”.
“Bien quisiera”, asegura, “pasar lista de amor” a cuantos “influyeron y vienen haciéndolo en la regulación de estas ancestrales fiestas nuestras”, que proclama “únicas en el mundo”.
Invoca “a los primeros pobladores de nuestra Meseta, hambrientas y feroces tribus achelenses […]en temerarias correrías de caza y lucha primarias, tras el “bos primigenius” -toro salvaje- para ver de acosarlo, matarlo, comerlo y adorarlo, en esa trampa natural y templo que es Cañada Honda”.
Hablaba del dios Sol, la diosa Luna y el dios Toro que “continuó bramando y mugiendo durante milenios por sus agrestes dominios”.
Y sigue el “cuento” como el “juglar” llama su pregón “dando salto en el tiempo, invocando a los rudos celtíberos, de la mundialmente famosa resistencia numantina”. Y sigue recordando el pasado histórico, “cuando nuestros antepasados, sin dejar de ser cazadores se fueron asentando, la invasión árabe los barrió en brutal y arrolladora oleada de alfanjes”.
Seguía incidiendo en la historia, hasta llegar a la “gran Soria ganadera, labradora y artesana del siglo XVI […] cuando la fama de sus merinas, sus lanas y sus tejidos recorrían” no sólo España sino también otras ciudades allende fronteras.
Como si de una clase de historia se tratara, continuó hablando de Renacimiento, Reforma, Revolución francesa, Industrialismo, Liberalismo, Democracia…” Fiestas como las nuestras no son algo estático y conquistado de una vez para siempre”.
Lanza luego una alerta y pide que “no consintamos que decaigan o degeneren”, que “constituyen el patrimonio colectivo más valioso de Soria”.
Aseguraba “que no hay vida sin Fiestas ni Fiestas sin vida. Que a la Fiestas se va y la alegría se lleva”.
Remataba el pregón con un poema de su cosecha y con esta petición a los Jurados: “Dad paso a la tradición y a la Alegría”. ¡Viva Soria! ¡Vivan las fiestas de San Juan!
PREGÓN DE 1979
Los sanjuanes de 1979 marcaron un antes y un después en la historia de los pregones y pregoneros. Si bien es cierto que hubo un precedente en 1960, cuando Miguel Moreno Moreno fue Jurado de La Blanca y a su vez pregonero, en 1979 se decidió, creemos que con buen criterio, que se hicieran cargo los Jurados de Cuadrilla de cada año. Y si, al principio, fue una pieza literaria en cuya autoría participaban, o asumían los doce alcaldes de barrio, con el discurrir del tiempo se utilizó la fórmula de presentar varios textos para elegir entre los doce el que mejor les pareciera o más les gustara.
El primero en “desfilar” por el balcón central del Ayuntamiento fue un gran soriano y sanjuanero, al que siempre llevaremos en el recuerdo, Adrián García Martínez, Jurado de la Cuadrilla de La Blanca.
Si los primeros años se redactaba en prosa, luego, con el discurrir de los años, se pasó a hacerlo en verso; y parece haber cuajado esta última modalidad.
Adrián decía entonces estar emocionado con tan alta distinción. Agregaba que “no somos ninguno especialista de la pluma, pero hemos querido reflejar aquí, a impulsos de nuestro corazón, el saludo entrañable al pueblo de Soria, guardián celoso de las tradiciones, usos y costumbres, que son ley y patrón de las fiestas sanjuaneras donde, además, da bienvenida a todas aquellas personas de buena fe, que, por uno u otro motivo, se encuentran estos días entre nosotros”.
Superados los primeros momentos de nervios y emoción, el pregonero, en nombre de los Jurados de 1979 aseguraba que “desde hoy, hasta los primeros albores del martes más silencioso de nuestra ciudad, cantaremos y bailaremos al son de las viejas canciones, repitiendo una y mil veces lo que dice la copla”:
“No hay en España ni habrá,
ni en España ni en el mundo,
otras fiestas de más rumbo
que las nuestras de San Juan”.
Querían, y demandaban, que nadie se sintiera forastero y que encontraran “en cada soriano un amigo, un hermano que le enseñe las vivencias de cada día de los sanjuanes porque, al fin y al cabo, conocer San Juan es “vivir” y vivir es un derecho que todo el mundo tiene”.
Con un lenguaje sencillo, pero con mucho sentimiento, pedían a todos: “Divertíos y haced que los demás se diviertan en San Juan; enalteced las fiestas y procurad que el nombre de los sorianos y el de Soria, al fin, ocupe el lugar que le corresponde”.
Y remataba con valentía, alegría y con el corazón en la mano: “Aquí tenéis a estos doce hombres y mujeres que, ayudados valiosamente con la entrega total y desinteresada de sus secretarios, cuatros y demás colaboradores, están dispuestos a compartir con vosotros unos festejos que, por su contenido y tradición, son y serán ÚNICOS”. Así os lo rogamos y así debe suceder. ¡Que comiencen las fiestas! ¡Vivan las fiestas de San Juan! ¡VIVA SORIA!
PREGÓN DE 1980
Los primeros pregones de Jurados de Cuadrilla venían a tener una extensión de folio y medio, en contraste con los de años anteriores que, en algún caso, sobrepasó las once hojas. Y está bien claro que, para invitar o animar a los sanjuaneros en el comienzo de fiestas, no es necesario estar hablando de diez a veinte minutos, e incluso hasta media hora. En primer lugar, porque el público se aburre y en segundo que la gente se aísla y ya no presta atención. Los Jurados, conocedores de todo esto optaron por la “vía rápida”. Así lograban que les “siguiera el público”, sin cansarlos. La muestra la tenemos, igualmente, con el pregón de 1980, a cargo del Jurado de la Cuadrilla de Santiago.
José María Magaña López empezaba su discurso saludando a todos los ciudadanos, a los que recordaba que “nuestra madre Tierra nos ha abierto los brazos para recibir a todos sus hijos” para “juntos, formar una gran familia, y, de su bondad, deleitarnos con sus dulces y extensas virtudes”.
Y, curiosamente, ya no solo entran en fiestas los vecinos porque, aquel año, lo hizo hasta “el sol” según leemos en el pregón.
Si algún año nos hemos tropezado con frases rebuscadas, ésta no se queda atrás: “He ahí el viejo monte Valonsadero, lleno de paz en su remanso, que añorante nos espera para rociarnos con la fragancia de su cuerpo genético”.
Después ensalzaba al “toro bravo, de raza, noble, que, saliendo vencedor, tendrá que entregar su vida para que la fiesta viva”.
El pregonero decía ver “las botas colmadas de vino, de vino rojo sanjuanero que nos llena de hermandad y de alegría […] los rosales repletos de rosas” para engalanar las calderas. “Y veo a las mozas luciéndolas en el pelo”.
Percibía “los amores sanjuaneros”, poniéndose muy lírico y romántico al agregar “cuando los ruiseñores cantan sus dulces melodías”.
E iba despidiéndose: “Y, por último, veo vuestros corazones acelerando su ritmo para que, vuestras gargantas” se unan a la del pregonero, gritando todos a una:
¡Sorianos, gente toda: Que empiecen las Fiestas!
¡Vivan las Cuadrillas! ¡Viva el toro bravo!
¡Viva Soria! ¡Vivan las Fiestas de San Juan!
Hasta aquí este breve resumen de los 25 primeros pregones de Fiestas de San Juan de Soria, que podrá tener continuidad (o no) en un futuro con el resto de los escritos para los sanjuanes sorianos. Los que se ha pretendido es darlos a conocer, “recuperarlos” para la mayoría de la población; incluso motivar e incentivar a su lectura por quienes puedan estar interesados en el pasado sanjuanero, desde el ámbito de piezas literarias que han ocupado una página en la historia de las Fiestas “mayores” de Soria. Que se haya logrado o no ya no depende de quien lo ha hecho. Pero, si se ha despertado la curiosidad de algún lector; objetivo cumplido.