Heraldo-Diario de Soria

El general Camilo García de Polavieja y su relación con la provincia de Soria

Nacido en 1838, el general sustituyó al ingeniero Eduardo Saavedra, el año 1913, en la Comisión de Excavaciones de Numancia

El general Camilo García de Polavieja.

El general Camilo García de Polavieja.Obra de Kaulak en La Esfera.

Publicado por
José V. de Frías Balsa
Soria

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Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete (1838-1914), primer marqués pontificio de Polavieja, título concedido en 1895, y persona objeto de la consideración y simpatía del pueblo español. Nacido el 13 de julio de 1838, en el seno de una familia que gozó de brillante posición social y económica. Era sobrino del conde de Morphy y contrajo nupcias, en 1885, con María de Concepción Castrillo y Medina, a la que hizo madre de Alfonso, María de los Ángeles y Camilo.

Estudió para ingresar en la Academia de Estado Mayor, pero al quedar huérfano sentó plaza de soldado voluntario, en 1858, en el Regimiento de infantería de Navarra, que se hallaba de guarnición en Vitoria. En su acceso al estamento militar le prestó un gran y desinteresado auxilio Gregorio García Escudero, hermano de José María, que más tarde sería consagrado obispo de la diócesis de Osma (1897-1909).

Tomó parte en la guerra de Marruecos, donde tuvo su bautismo de fuego en la batalla Wad-Ras. De allí pasó al ejército de Cuba. Participó en la Tercera Guerra Carlista; en la Guerra de los Diez Años y Guerra Chiquita, en Cuba, siendo nombrado gobernador de Santiago. «Si no estuvo en más guerras –escribe Fernández Almagro- fue porque no las hubo». En 1882 regresó a la península y desempeñó numerosos cargos, entre ellos el de consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina, capitán general de Andalucía…

En 1890 se le nombró gobernador general de Cuba, cargo que dejó en 1892 para volver a España en 1893. En 1896 se trasladó a Filipinas como segundo del gobernador, si bien, sólo unos días después, se le hizo gobernador, capitán general y general del ejército. Por cierto, los periodistas relatan una curiosa anécdota ocurrida a su llegada al archipiélago. Parece que una «mano invisible y poco respetuosa», arrojó al coche del general un papelito con la siguiente quintilla, que hemos de reconocer está bien hecha y no deja de mostrar cierto ingenio:

«No permita el santo cielo

que después de tanto anhelo

nos dé un chasco su excelencia,

pues de Camilo, a camelo,

hay muy poca diferencia».

El general cogió el papel, lo leyó y riéndose lo enseñó a sus acompañantes.

Retornó a la península al año siguiente, en 1897, cuando estaba visto por la opinión pública como un militar de prestigio, y fue condecorado con la Gran Cruz de San Fernando. Intentó, si bien el proyecto fracasó, la creación de un partido cristiano, descrito por Miguel de Unamuno, como «partido católico-democrático-militarista».

Fue, además, ministro de Guerra (1899), director general de la Guarda Civil (1903), jefe del Estado Mayor Central del Ejército de Tierra (1904-1906), presidente del Consejo Supremo de Marina y Guerra (1906), embajador de España en México y capitán general del ejército (1910), miembro numerario de la Real Academia de la Historia (1912)… Autor de varias obras de carácter militar e histórico. Senador por la provincia de Santiago de Cuba (1889-1890), por la de Santa Clara (1896-1898), senador vitalicio (1899-1900) y senador por derecho propio (1911-1914).

En una de las visitas que hizo a Soria, en 1897, los estudiantes de la capital corrieron detrás del coche del marqués de Polavieja gritando «¡¡Viva el general cristiano!!», que así le habían apodado a causa de su religiosidad.

El 26 de mayo de 1913, el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes le nombraba vocal de la Comisión de Excavaciones de Numancia en sustitución del ingeniero Eduardo Saavedra (1829-1912). El mismo Ministerio, el 26 de mayo de 1914, le sustituía, al haber fallecido, por Manuel Pérez Villamil.

«El Aviador Numantino» se hace eco de su muerte acaecida, casi repentinamente, en Madrid a las cinco y media del viernes 15 de enero de 1914 después de haber asistido «a su tertulia jugando al tresillo en compañía de sus íntimos hasta el amanecer». Se le dio sepultura, la mañana del día 17, durante la cual cayó una copiosa nevada, en la Sacramental de Santa María. Poco después el rey envió a las autoridades eclesiástica y a los ayuntamientos de la Nación una real cédula disponiendo celebrar solemnes funerales en sufragio de su alma, que, en la catedral de Santa María de Osma, «cumpliendo los piadosos deseos de S. M.», tuvieron lugar el lunes 16 de febrero a las 10’30 de la mañana. A ellos asistió la Corporación Municipal de la villa de El Burgo de Osma que había sido invitada por Manuel María Vidal y Boullón, presidente accidental del Cabildo y más tarde obispo de Ciudad Rodrigo (1915-1923) y Tuy (1923-1929).

Ramón López-Montenegro y de Frías Salazar, colaborador de la revista «Blanco y Negro», en un largo poema que describe las habilidades de un alumno zote para superar con éxito un examen de Historia, le alude en estos términos:

«Lord Wellington, que veía

estas cosas con enojo,

quiso cruzar el Mar Rojo

y apoderarse de Hungría,

para cuya expedición

contaba con Polavieja,

con Juana la Beltraneja

y con Cristóbal Colón;

pero como Abderramán

le debía el califato

a un sobrino de Viriato,

apostó junto a Milán

una escuadra poderosa

al mando de Caracalla,

y les venció en la Batalla

de las Navas de Tolosa».

«Los Apuntes, Revista semanal independiente», publicada en El Burgo de Osma, describe a Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete como «hombre de fuerte espíritu y de varonil entereza que prestando como garantías su historia y su caballerosidad nunca desmentida, ofrece al pueblo español sus energías y su talento, para buscar la reposición de tantas fuerzas perdidas, la consecución de una relativa dicha nacional». ¡Casi igual que la gente que nos gobierna en la actualidad!

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