Heraldo-Diario de Soria

Historia

De cuando un obispo vendió 20 tapices donados a la catedral de El Burgo

Fueron adquiridos por Pedro Ruiz y Pedro de Anitúa y pagaron por ellos la cantidad de veinte y ocho mil pesetas

Tapiz 
de la reina de Saba, donado por el obispo Acosta.

Tapiz de la reina de Saba, donado por el obispo Acosta.LEGADO ZAMORA

Publicado por
José V. de Frías Balsa
Soria

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Si no hace mucho manchábamos las páginas de este «papel» con la noticia de la salida de catedral de Osma del retablo de Pedro de Montoya, obispo de misa y cama caliente, en esta ocasión, nos ocupamos de otra venta de parte del rico patrimonio artístico llevado a cabo por los componentes del cabildo catedralicio. Pastoreaba la diócesis Victoriano Guisasola y Menéndez (1893-1897), más tarde obispo de Jaén y Madrid, arzobispo de Toledo, patriarca de las Indias Occidentales y cardenal.

Vicente Núñez Marqués, cuando biografía al prelado, escribe que éste «vendió, con licencia de la Santa Sede, veinte viejos tapices de sedas largas y metales preciosos -tres de ellos grandes, de 5 por 3 y medio metros, de algunos conservo fotografías-, que representaban, entre otras escenas, la Destrucción de Jerusalén, Reina de Sabá, Ananías, San Pablo predicando ante Sergio Paulo, San Pablo y San Bernabé -algunos de estos son copias de los carteles de Rafael que se hallan en Londres».

El legado de Florentino Zamora Lucas, en la Biblioteca Pública de Soria, del que procede la fotografía, informa que a finales del siglo XIX «se vendieron 20 tapices de la Catedral a D. Pedro Ruiz (natural de S. Pedro Manrique Soria) y a Pedro de Anitúa, en 28 mil pesetas. Los que abajo firmamos arcipreste y doctoral de la catedral… (no firman este recibo) pero firma P. Ruiz. Burgo 27 sept. 1894». Y añade «todavía podemos ver los garfios o clavos en las paredes del grandioso claustro donde pendían majestuosos tales tapices, en solemnidades de fervor y entusiasmo del clero y fieles de Burgo de Osma». El arcipreste citado debió ser el Lic. Remigio Sanz y Alonso, a la vez párroco de Santa María de Aranda de Duero, que salió para arcipreste de la catedral de Menorca. El Dr. D. Isidro Soto y Ramos era el doctoral y, además, catedrático del seminario, fallecido en 1899. ¿Cuál fue la razón de no firmar?

¿Los comparadores? Sólo tenemos noticias del 1º, que fue quien abrió las puertas de las grandes galerías de Nueva York a las obras de arte procedentes de España, al que el padre Zamora hace natural de San Pedro Manrique, si bien debió nacer en Vitoria. María José Martínez Ruiz, profesora de la Universidad de Valladolid, ha seguido documentalmente la actuación de Pedro y sus hijos, Raimundo y Luis, en negocios en varias diócesis, entre ellas la de Osma.

Pedro se dedicó, oficialmente, en Vitoria y luego en Madrid, a la orfebrería religiosa, al bordado de oro y plata, a antigüedades y sastrería clerical y, clandestinamente, al tráfico de obras de arte, que se convirtió en uno de los grandes negocios de principios de siglo XX en España. Protagonizó el saqueo de una importante parte del patrimonio español, algo que hoy parece inconcebible pero que, hasta 1936, fue consentido por los que debieron protegerlo. Piezas que acabaron en las grandes colecciones americanas, principalmente en la de William Hearst, personaje que Orson Welles eternizó en su «Ciudadano Kane».

En El Burgo de Osma, el año 1918, se documenta a Pedro, como «fabricante de ornamentos y objetos para el culto», ofertando al cabildo incensarios de plata fina de ley al precio de 550 a 600 pesetas cada uno, incluso la naveta, si bien parece claro que sus intenciones eran muy claras: hacerse con antigüedades de la catedral. Ofrecía en venta «dos ternos de terciopelo, uno negro y encarnado el otro, con la advertencia de que si el Cabildo no juzgaba oportuno distraer fondos para la adquisición de dichos ternos, admitiría como pago algunos objetos de arte antiguo que la Catedral posee y que dicho Sr. especificaba en el escrito».

Años después, en 1926, será su hijo, Raimundo, el que se comunique con los capitulares de la seo oxomense con el propósito de negociar con los tesoros de la catedral. Les hacía varias propuestas: 1ª «a cambio del terciopelo del dosel viejo (20 metros aproximadamente) y los 29 metros de terciopelo encarnado», 4.000 pesetas y un dosel de pana inglesa». 2ª, «por la ropa antigua de terciopelo encarnado con bandas y capillo de imaginería, 3.000 pesetas». 3ª, 3.500 pesetas «por dos imágenes, una de Santa Catalina, de San Jorge otra, y un pequeño fragmento de retablo de madera». ¿Se llegaron a vender?

El deán de la catedral, en 1927, ponía en conocimiento de sus hermanos de Cabildo, haber recibido una carta de la razón social «Spanish Antiquies Hal» (sic) comunicando haber girado a su nombre 4.000 pesetas, de orden de Raimundo Ruiz, en paga del terciopelo de cuya enajenación queda constancia en actas anteriores. Acuerdan los capitulares «recoger la cantidad girada y conservada en depósito tanto se formalicen los trámites necesarios para la venta».

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