«La expansión de Norma fue posible porque el lugar era clave, y por la gente»

Pregunta.-

Respuesta.-

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Aquellos fueron tiempos de inicio. Fue muy bonito con las circunstancias en que se encontraba San Leonardo con el tema de la cooperativa, cuando murió el general. Construcciones Militares abandonó el tema y se encontraron con que había unas naves que había hecho el general con la idea de que la madera que había en el pueblo se elaborara en estas naves. Fue suerte que nosotros consumíamos madera de Covaleda y el jefe de estación, esto ya se ha explicado varias veces, nos dijo que había esta oportunidad aquí en San Leonardo. Y aquí vinimos. Mi padre tenía una carpintería importante en Barcelona, que trabajaba las 24 horas del día. Y aquí, con el cupo de madera, a mi padre le interesó e inició la carpintería. A los 19 años vine aquí antes de la mili: me tocó excedente de cupo y cuando terminé le dije a mi padre que ya estaba libre. Me dijo que le viniera a ayudar 15 días y luego estuve 15 años. Después murió mi padre a los 61 años y la vida se me complicó mucho. Tenía 35, la fábrica de San Baudilio y la de San Leonardo. Yo me encontré en una situación difícil porque tenía que abarcar mucho. Siempre había tenido ganas de hacer, hacer, hacer y mi padre me frenaba. Después me encontré con tal libertad que amplié la fábrica de Barcelona. Y aquí ya había iniciado un proceso de ampliación a escondidas de mi padre estando en vida.

Usted coge las riendas de Norma a primeros de los 70 y comienza así una consolidación empresarial sin precedentes.

 

13 de noviembre de 2012. Ángel Solanes (Barcelona, 1934) llega a San Leonardo, localidad que visita siempre en mayo por el aniversario de su padre, Bernardo Solanes Vergés, impulsor de aquella Norma que levantara de unas agonizantes carpinterías procedentes de Construcciones Militares, y del que heredó la empresa. El ex propietario de Norma está retirado del mundo empresarial desde que dejó la firma, entrados los años 90, cuando se hizo cargo de ella el grupo inversor Bamsa, para revenderla poco más tarde a su último dueño, Jeld Wen. Sin gota de melancolía, pero con pesar por la situación, Solanes habla del ayer y del hoy de Norma con la autoridad que le da su trayectoria.