Heraldo-Diario de Soria

ABEJAR

La Barrosa se cobra su tributo

Rubén Torre y David Pérez repiten como barroseros por la falta de quintos

ÁLVARO MARTÍNEZ-

ÁLVARO MARTÍNEZ-

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T. C. / Soria
Soria

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Un año más, el martes de carnaval la ‘temible’ Barrosa se cobró su tributo en Abejar. Rubén Torre y David Pérez fueron los encargados de sacar por las calles al ancestral toro que paró casa por casa para recoger las ‘ofrendas’ de los vecinos.

Con un día frío, caldeado por el cariño de los vecinos (y algún ofrecimiento en vaso) los barroseros se tomaron su tiempo para visitar a todos sus vecinos. «Tanto en el caso de Rubén como en el mío no es la primera vez que lo hacemos», explicó David, «pero no hay gente del año». No obstante hay muchísima emoción y también mucho orgullo». Eso sí, «no vas tan nervioso como la primera vez».

Esa misma ilusión se extiende a todos los hogares del pueblo. «Vamos a las casas y cuando la gente oye que se está acercando la Barrosa salen a recibirnos a la calle a darnos de todo: De comer, de beber, dinero...». Y es que el toro de madera y tela es todo un emblema de Abejar y su carnaval.

 

También lo son los trajes de los barroseros. «No es muy difícil de poner», señaló David. «Es simplemente un traje blanco con el fajín y la corbata rojos». Eso sí, «solemos llevar en la parte de abajo calzoncillos largos» para protegerse del frío. En este caso había incluso un pequeño homenaje al abuelo.

 

Aunque tanto David como Rubén repetían, no se cansaron de la tradición. «Lo bueno sería que hubiese gente del año, pero siempre que no haya estaremos encantados. Esto no se puede perder. Ser barrosero es algo muy importante». Por ello confió en transmitírselo «a la gente que viene por detrás», pidiendo también una declaración de interés turístico.

 

Rubén, entre risas, confesaba que el día era «‘calentito’, y el que diga que es frío miente». La animación, la buena y larga acogida en las casas y algún chupito ayudaron a llevar la ‘obligación’ con alegría. «Ya en serio», prosiguió, «es una experiencia que, a pesar de que hemos repetido, llevamos con la misma emoción del primer año».

 

Mientras tanto, la cesta para la cena iba creciendo «con huevos duros, galletas, roscos, viandas... Es siempre la misma dinámica. También hay una aportación económica, que según están los tiempos es un esfuerzo de la gente para ayudarnos y que podamos organizar las fiestas», recordó el barrosero.

 

Ya por la noche, tocó matar a la Barrosa y a los barroseros, y beber la ‘sangre’ tinta del animal. «Para mí es lo más emotivo», confesó Rubén. Y de esto, esta pareja entiende un rato.

 

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