Heraldo-Diario de Soria

VALDENEBRO

A la vejez, restauraciones y trabajo

José Antonio Cercadillo recupera partes de la iglesia y crea un museo de la antigua escuela

José Antonio Cercadillo en la mesa del profesor de su museo escolar.-JAVIER NICOLÁS

José Antonio Cercadillo en la mesa del profesor de su museo escolar.-JAVIER NICOLÁS

Publicado por
Javier Nicolás
Soria

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Originario de Valdenebro donde ha vuelto, José Antonio Cercadillo estudió en su adolescencia en el Burgo y más tarde se marchó a Zaragoza y finalmente a Gerona donde ha vivido todos estos años de vida laboral, trabajando como empleado de un almacén. La dulce jubilación en este pueblo del cual nunca ha roto la conexión y al cual ha ido viniendo siempre en verano.

De gran capacidad, ha hecho grandes arreglos en su propia casa aquí en este pueblo, y después d

e una manera filantrópica ha iniciado una labor de reforma y restauración de partes de la iglesia de Valdenebro, ha desapolillado las casullas y demás vestuario religioso allí depositado, ha habilitado varios cuartos anejos a la iglesia, y ha montado un pequeño museo de ropa eclesiástica. «Mi idea primera» dice José Antonio, «era haber restaurado el altar de la iglesia y para ello hice unos cursillos de restauración de muebles y demás, y estuve a punto de comenzar luego un cursillo de restauración patrimonial pero no lo hice al final. Y por ello no me metí con el retablo».

Se pintaron los bancos, se hizo el zócalo, se pintó la iglesia, se quitaron goteras, se montó la instalación eléctrica, todo con la ayuda de varia gente del pueblo que le ayudaron con ello. Y con el orden que se hizo en la sacristía, salieron las casullas, las láminas catequistas, y demás material que sirvió luego para montar el museo en el baptisterio y en la sala de la catequesis. José Antonio fue haciendo todo con la ayuda financiera para el material únicamente, y nunca ha pedido ninguna remuneración.

Al mismo tiempo, ha montado un museo de la escuela, no en el propio sitio donde estuviera la escuela antigua, sino en la casa parroquial, habilitando un par de estancias con mucho mimo, trabajo y rigor. Limpieza, pintura, reparación de tejados, saneamiento, todo esto ha hecho José Antonio poco a poco y año a año.  Los pupitres antiguos,  la  pizarra, la mesa del profesor, las banderas de turno, los mapas geográficos, los retratos de Franco, José Antonio y la Inmaculada, material escolar, libros de época y demás parafernalia, adornan ese par de habitaciones de una manera que recuerda y retrotrae enseguida a aquellos años de la infancia de posguerra.

«Pedí permiso al cura para poder montar la escuela en la antigua casa parroquial, y como ya había recolectado mucho material, pues instalé la antigua aula y recuperé los antiguos pupitres de las escuelas viejas que iban a tirarse, los guardé y fui restaurándolos poco a poco. Nadie es profeta en su tierra, y en cierta manera no se valora todo lo que se ha hecho aquí. La gente no ha dado valor a los pupitres ni a los mapas, y lo ven como algo extraño a ellos. Pero yo estoy muy satisfecho con la que yo llamo mi escuela, no porque sea mía, sino porque es a la que yo fui aquí de pequeño». Ya han pasado por allí muchos niños, y la idea de José Antonio es que vayan precisamente allí a jugar y usar esos pupitres. Esa es la función.

Cercadillo fue, además, el promotor e impulsor de aquel proyecto que funcionó durante años bautizado como ‘La noche de los poetas’. Ya desde la época de Gerona ideó el poder hacer en su pueblo lo que él había visto en Cataluña: oír la poesía en vivo en boca de Nuria Espert o el propio Alberti. Preparó y buscó a los rapsodas, y la cosa funcionó muy bien, hasta que allá por el 2011 se difuminó. Machado, Bécquer, Alberti, Miguel Hernández, los romanceros y otros poemas se dejaron leer en los lagares y en las mismas calles o en la iglesia. El público respondió bien, pero la cosa se apagó. Aún no descarta volver a organizarlas. Ahora está restaurando una tejera y el horno de la misma, propiedad de su familia. Y no deja de pensar en otros proyectos como restaurar el Vía Crucis, montar un museo de aperos, hacer un monumento al labrador, restaurar un par de casas… Y todo sin ayuda institucional.

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