Heraldo-Diario de Soria

INCENDIO EN BARCEBALEJO

«Hoy no se duerme, si se vuelve el viento nos quedamos sin pueblo»

Los vecinos observan con angustia cómo se quema su monte cerca de sus viviendas y lamentan que no se hubiese controlado cuando todavía tenía un tamaño asumible

Publicado por
Toño Carrillo
Soria

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La comarca de El Burgo vivió ayer una jornada de angustia. Al punto donde se originó el fuego llegaban personas de los pueblos cercanos  para observar las labores de extinción. «Hoy no se duerme, si se gira el viento se nos quema el pueblo», resumía un vecino. Al otro lado de la carretera, otro confirmaba este temor. «Si va el aire al revés, se nos quema la casa, el pueblo y todo». Todos miraban el penacho de humo intentando interpretar el futuro de la comarca.

La estampa era apocalíptica, sobre todo teniendo en cuenta que «no hemos visto un incendio de esta envergadura nunca. Nunca». Al lado de este vecino, otro apuntó que «el problema es el día que hace, porque el viento está empujando. Si llega a Velasco cuidado, porque ojo con lo que hay. Eso es una selva».Por eso, la noticia de que ya estaba allí aumentó el pesimismo.

El humo se tornaba blanquecino para, a los pocos minutos, volver a convertirse en una densa columna oscura. «Lo negro es árbol, me cago en la puta. ¡Si es que no lo apagan bien!», lamentaban. De hecho, una de las quejas era que «ha comenzado como algo pequeño pero no lo han sabido apagar. Estaban haciendo así» -el vecino imita un batefuegos- «y se les ha ido. Si esto se coge a tiempo...».

A su lado recordaron que a las 14.00 horas «sólo había un helicóptero, el amarillo. Sólo no podía, si hubiese habido tres no se les va». Además, algunos jóvenes señalaron que poco después las aeronaves tuvieron que marcharse para repostar, por lo que sólo quedaron trabajos de tierra y «no han dejado pasar a la gente que conoce el monte». Otros discutían que «no puedes meter a la gente particular, hay un humo que no se ven los caminos». Los que habían podido pasar lo confirmaban. «Nos hemos vuelto porque había una humareda en el camino que no había hijo de madre que viese».

La preocupación no fue sólo por viviendas y el monte en sí, sino por los recursos que aporta. Así, una mujer lamentó los «daños a la micología. Esto ha sido un complemento muy grande para nuestra economía», sobre todo gracias al níscalo. Otros, más mayores, temieron que «ya no volveremos a coger uno en la vida».

Los propios habitantes del pueblo prepararon refrigerios para los bomberos, pero estaban para pocos descansos. Las noticias corrían en directo de móvil en móvil y no eran buenas. «Ha llegado a Velasco», «ha cruzado la carretera», «mira, me han mandado estas fotos», «llega la UME», «no sé de donde podrán sacar más agua, porque se han acabado las piscinas». Incluso se llegó a apuntar que había que desalojar algunas localidades, algo finalmente desmentido.

«Nadie se imaginaba que se iba a preparar así. Han dicho que estaba controlado y mira», reiteraron en un corrillo. Sea como fuere, todo sentían que «estamos perdiendo lo nuestro». Y es que, tal y como resumía amargamente uno de los congregados, «cuando ves estos incendios en la televisión no piensas que te vas a ver igual».

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