Heraldo-Diario de Soria

PERONIEL

Caracoles a la carrera en Peroniel

La tradicional competición de gasterópodos reúne a 42 participantes en su 35 edición

Fulgurante salida de la prúeba en ruta.-TOÑO CARRILLO

Fulgurante salida de la prúeba en ruta.-TOÑO CARRILLO

Publicado por
Toño Carrillo
Soria

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Ver ‘correr’ a un caracol puede ser apasionante, pero sólo si se acude a Peroniel. Por trigésimo quinto año, la localidad albergó su tradicional Carrera de Caracoles, una iniciativa que este año tuvo incluso sabor internacional. Ejemplares de Portugal, La Rioja, Berlanga de Duero y por supuesto del Campo de Gómara midieron sus fuerzas tanto en la cronoescalada como en la prueba en ruta. Incluso Color Gospel, grupo sanestebeño que había actuado el domingo, dejó a dos gasterópodos preparados para los circuitos, uno con su mismo nombre y otro bautizado con la evocadora denominación ‘Ribera del Duero’.

La mala climatología obligó a desarrollar la cita bajo techo como ocurriese en 2011. La fragua, todavía lista para funcionar, albergó a cerca de un centenar de personas para los preparativos. Cada caracol recibía su dorsal y era inscrito cuidadosamente con nombre y propietario mientras los jóvenes entrenadores tomaban asiento.

Sobre las 12.30 horas llegó el momento de las formalidades. Primero, la lectura de unas normas que recordaron la trascendencia  de la cita, que sólo encuentra reflejo en Tricio (La Rioja) y en Milán (Italia), localidades a las que se transmitió un cordial saludo de sus hermanos sorianos.

Tras entonar el himno del caracol los participantes dejaron sus cómodos boxes, bien abastecidos de lechuga fresca, para situarse en las faldas del castillo para la cronoescalada. Cuernecillos al viento -la telemetría cada día pesa más en las carreras- los veteranos jueces dieron la orden de poner el cronómetro en marcha. Los entrenadores se desgañitaban animando a sus gasterópodos mientras que los comisarios vigilaban las posibles incidencias. Algunos sufrieron problemas en la arrancada y decidieron replegarse en sus conchas, aunque por suerte para el espectáculo, fueron los menos.

De inmediato se vio que había un claro favorito para la victoria final. ‘Ben’, con el número 10, llegó destacado a la línea que marca la mitad de la ascensión mientras que por otras caras del castillo otros congéneres se afanaban en dar la sorpresa. Hubo momento de emoción en los últimos compases de la prueba, pero su inmediato perseguidor decidió doblar una de las aristas del castillo, perdió el control y acabó en un golpe con otros dos participantes, por suerte sin lamentar lesiones. Tras ser separados por los jueces, pudieron proseguir su camino. Pero ‘Ben’ estaba imparable para alegría de su joven dueña, Malena del Castillo, que vio cómo su caracol llegaba en solitario a la cima. ‘Roberta’ (número siete) y Miki (número dos) le acompañaron en el podio.

Quedaba, eso sí, otra oportunidad para hacerse con el trofeo y las preseas en una prueba en llano de un metro de longitud. Al cambiar la rugosa superficie de la plaza por el liso solado de la fragua, se esperaba una competición rápida y así fue. El dorsal número 11, ‘Jolly’, realizó una salida todo lo vertiginosa que puede hacerla un caracol mientras sus rivales empleaban sus mejores babas para no quedar descolgados.

No hubo manera de darle caza. En un tiempo muy por debajo del habitual cuarto de hora, el estupendo ejemplar logró rebasar por completo la línea que marcaba la meta a una sensible distancia del resto de competidores. ‘Miki’ volvió a subirse al cajón, esta vez con un segundo puesto, seguido de ‘Muk’ (dorsal 14), un ejemplar sin nombre (con el número 30) y el voluntarioso ‘Tom’ (luciendo el cuatro en la concha).

Antes de que la jovencísima entrenadora de ‘Jolly’, Valeria del Castillo, recogiese su copa y confirmase el dominio de las dos hermanas vencedoras, hubo que pasar un control antidoping. Un poquito de moscatel en el suelo era la prueba de fuego. Si el caracol tenía querencia, es que había recibido sustancias estimulantes. Ninguno de los dos campeones lo demostró, así que los resultados se elevaron a definitivos entre aplausos.

En medio del buen humor, que es una cosa muy seria, las chicas del paddock repartieron los trofeos y medallas a sus ya legítimos propietarios. Todos se llevaron alguna presea a casa como reconocimiento al trabajo realizado durante todo el año. Los caracoles regresarían más tarde a sus lugares de origen tal y como marcan las normas, pero con el imborrable recuerdo de haber participado en un evento trepidante en su escala.  Por último, cabe reseñar que ningún caracol sufrió daños durante la realización de este reportaje.

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