La ermita de la Llana o la aparición del preso

El templo de la Virgen de la Llana, en Almenar, es una de las ermitas de la provincia que más devoción despierta. Y no ya por una magnitud que la presenta como una ermita de considerables dimensiones, sino por su lado oculto que la mayoría califica de milagro: el milagro del Cautivo de Peroniel, que se hizo presente en su tierra después de llevar años preso en las mazmorras de Argel.

Al margen de las creencias particulares sobre el milagro en cuestión, lo que sí está constatado es que la ermita no es la misma de sus orígenes, sino que el templo se amplió precisamente porque se hizo pequeña para el número de devotos que acudían pidiendo un milagro por la fama que había alcanzado la Virgen de la Llana.

La leyenda habla de un matrimonio de Peroniel, población cercana a Almenar, con un hijo muy devoto de la Virgen de la Llana. Miguel Martínez de Contreras, que así se llamaba el joven, era un «prototipo de caballero cristiano» que pasados los veinte años se marchó a luchar contra los árabes en tiempos de Alfonso X el Sabio. Batalla tras batalla, llegó el soriano a Algeciras donde cayó preso junto con otros muchos soldados cristianos que, como él, acabaron en mazmorras de Argel.

El cautivo Miguel no desperdiciaba ocasión de orar a la Virgen de la Llana por la que seguía teniendo gran fervor. Día a día, tres años duró su cautiverio, en el que con frecuencia soñaba con su liberación de la mano de la Virgen soriana, como así acabó ocurriendo un día, tal y como cuenta la leyenda. Fue un día de Pascua en que a Miguel se le encontró en el interior de la ermita junto al arcón en que su carcelero le encerraba por la noche, para sorpresa del propio joven y de sus paisanos.

El templo actual data de mediados del siglo XVIII y conserva elementos de la ermita anterior. Presenta una enorme espadaña en la que hay dos campanas. El interior de la ermita alberga la imagen de la Virgen, una talla del siglo XII y de más de un metro de altura, con madera policromada. También se hallan aquí los elementos que la leyenda atribuye al milagro: un arca y las cadenas y argollas con las que el joven Miguel era atado todas las noches.

Todo ello se encuentra protegido en una pequeña sala que en su día desempeñaba las funciones de museo pero que hoy está cerrada, salvo en días señalados en que propios y extraños vuelven a pensar en el lado oculto de la ermita de la Llana y el milagro que, por cierto, no fue el único aunque sí el más famoso. Un paseo de césped con árboles a los lados conduce hasta la ermita, que celebra su día grande siete semanas después del Domingo de Resurrección.

La de la Llana no es la única imagen del templo, que guarda entre otras dos grandes estatuas, de San Isidro labrador y San José. La ermita tiene un coro con órgano, que data de 1841.