Heraldo-Diario de Soria

LADO OCULTO

La mano de Júpiter que esconde el Moncayo

El hombre acude a la mitología en busca de razones y respuestas de lo más curiosas. Aquí para tratar de adivinar por qué se llama así el monte más alto del Sistema Ibérico

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P. P. S.
Soria

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Imponente, majestuoso, desafiante incluso a quien se atreva a mirarlo de reojo, el Moncayo presenta estos días una estampa completamente blanca. La imagen de calma se mezcla con la atronadora según los ojos que lo miren y el momento histórico en el que reparemos. En cualquier caso, ahí está el Moncayo... y la mano de Júpiter detrás.

Como en muchos otros nombres, la etimología acude a lo mitológico para explicar el cómo y por qué de una palabra, algo frecuente en nuestros días y hace centurias. Así, encontramos gigantes, ladrones y dioses detrás de la mayor cumbre del Sistema Ibérico, que tiene nada menos que 2.314 metros.

El Moncayo es uno de los picos más importantes de la Península Ibérica y su nombre está relacionado con ciertas leyendas una de las cuales habla de Júpiter como el hacedor del monte. Enfurecido por un robo, el dios romano castigó al ladrón haciendo que el monte cayera sobre él y allí quedó sepultado el amigo de lo ajeno.

La historia no tiene fecha, pero es conocida en el presente por los pueblos de la zona (si bien en distintas versiones), y también en la antigüedad. Libros sobre leyendas y tradiciones de Soria recogen cómo el historiador romano Tito Livio ya hablaba del Moncayo como «Mons Caius».

El segundo protagonista de la historia junto con Júpiter es el dios Caum o Caco, quien dio nombre al pueblo de Cueva de Ágreda, y cuya ocupación principal era la de robar el ganado del vecino. El relato continúa con la estampa de los bueyes de Júpiter pastando cerca de la sima en la que vivía Caco, que puso el ojo en los animales. Su estratagema para no ser descubierto fue hacer entrar al revés a los animales, de forma que se pensara que salían de la cueva, tal y como demostrarían las pisadas, y no que estaban ya dentro.

Pero a los bueyes no gustó la idea y sus bramidos pusieron en alerta a Júpiter que castigó a Caco sepultándolo bajo el monte que hoy conocemos como Moncayo. «¿Pero no fue Hércules?», pregunta el alcalde de Ólvega, Gerardo Martínez, haciéndose eco de otra de las versiones, la que sitúa la mano todopoderosa del Moncayo en este héroe de la mitología griega, hijo de Zeus, que no habría enterrado a uno, sino a los muchos ladrones que había por la zona.

Sea como fuere, lo cierto es que el Moncayo lleva siglos sin moverse del sitio (y sin entender, dicho sea de paso, cómo es posible que en su parte aragonesa sea parque natural y en la soriana no). «¿Conoces las Patadas del Diablo?», nos interpela el responsable municipal de Ólvega. Y le cogemos el guante para aproximarnos a este recorrido, posiblemente otro lado oculto de Soria.

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