Heraldo-Diario de Soria

Pinares no alza el pino

La pandemia impide que una decena de pueblos celebren la tradicional pingada

Imagen de archivo de una Pingada del mayo.-RAQUEL FERNÁNDEZ

Imagen de archivo de una Pingada del mayo.-RAQUEL FERNÁNDEZ

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RAQUEL FERNÁNDEZ
Soria

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Numerosos pueblos de la comarca de Pinares como Navaleno, San Leonardo, Salduero, Molinos, Cabrejas, Casarejos, Covaleda, Santa María de las Hoyas, Talveila o Vadillo hubieran celebrado durante este fin se semana un ritual muy arraigado en esta parte de la provincia y que en cada edición llena calles y plazas de tradición ancestral: la pingada de los mayos o lo que es lo mismo, levantar con la fuerza de los mozos un buen ejemplar de pino recto, alto y de entre uno y dos metros cúbicos de madera.

Se dice que esta tradición tan curiosa y sorprendente, -en la que para subir el pino hasta lo más alto los jóvenes se ayudan con aspas de madera-, tiene un significado totémico que viene ligado a simbolizar la fortaleza, la vida, la fertilidad y la unión con la naturaleza. Con estos u otros sentidos, la pingada del mayo es para los pinariegos un momento cargado de emotividad calificado como uno de los actos más importantes del año y esta vez, por segundo año consecutivo, no se verá esta celebración tan singular por culpa de la pandemia.

La pingada no es para nada un juego y bien lo saben los que la protagonizan y, sobre todo, los que la dirigen. Personas, éstos últimos, que bajo su grito de ¡Arriba el mayo! van poco a poco, minuciosamente, enderezando el pino con precisión de cirujano. Todo el proceso, desde que se empieza hasta que está perfectamente erguido, puede superar tranquilamente la hora de duración, y todo ello ante la atenta mirada de vecinos y visitantes que nunca faltan a su cita con este ritual.

San Leonardo de Yagüe es una de las poblaciones en las que la pingada se lleva haciendo desde tiempos inmemoriales y siempre se realiza en la Cuesta del Mayo, frente a la iglesia. Hay poblaciones que este ritual lo recuperaron hace escasos años, como por ejemplo Covaleda que en 2013 recuperó la tradición de pingar el mayo cuando la Asociación Juvenil Los Bretos hizo hincapié en volver a revivir esta fiesta que en el pasado tuvo gran importancia y que se perdió con el paso del tiempo.

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