Heraldo-Diario de Soria

Medinaceli

El Toro Jubilo mantiene sus astas incandescentes siete minutos

El rito transcurrió sin incidentes y el animal descansa ya en su ganadería

Celebración del Toro Jubilo en Medinaceli durante la noche del pasado sábad

Celebración del Toro Jubilo en Medinaceli durante la noche del pasado sábado.VIKSAR FOTOGRAFÍA

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El tradicional rito del Toro Jubilo se celebró en la noche del pasado sábado al domingo sin incidentes y bajo la atenta mirada de unas 2.500 personas que se desplazaron hasta Medinaceli fieles a esta cita. El animal, tal y como indicaron a HERALDO DIARIO DE SORIA fuentes de la Asociación del Toro Jubilo, mantuvo sus astas incandescentes iluminando la oscuridad de la noche «alrededor de siete minutos». Poco tiempo para lo vivido otros años que «ronda los 20 minutos» pero, tal y como apuntaron desde la agrupación medinense, «las bolas son totalmente artesanales, no tienen una duración establecida, depende de los materiales y, en esta ocasión, aunque a todos nos gusta que el rito se prolongue más tiempo, no ha podido ser». Tras los siete minutos de fuego el toro «permaneció en el recinto en torno a otros cinco minutos hasta entrar en el toril». El animal, apuntaron las mismas fuentes, «no sufrió ningún percance y está ya de vuelta a su ganadería descansando».

Este rito, que cuenta con una tradición milenaria, volvió a celebrarse al filo de la medianoche del sábado al domingo tras tumbar el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Soria el recurso presentado por Pacma que solicitaba la suspensión cautelar del festejo. Un auto judicial, apuntaron desde la Asociación del Toro Jubilo «que nos da un poco de tranquilidad».

En cuanto al desarrollo del festejo, el astado, con un peso superior a las 400 kilos, salió con dos cuerdas atadas a sus astas a la plaza Mayor de Medinaceli, en torno a las 23.30 horas de la mano de una treintena de mozos que se encargaron un año más de amarrarle a un poste de madera y embadurnarle con una capa de barro para protegerle. Durante unos siete minutos, una vez realizados todos estos preparativos, la cornamenta montada en el astado, con sus bolas de fuego realizadas con brea, iluminó la noche medinense. Cuando se apagaron las bolas de fuego y el animal regresó al toril, los aplausos dieron por terminado un festejo que volvió a contar con el rechazo de un grupo de animalistas, que se manifestaron por la tarde en la localidad para pedir la abolición de este festejo.

Los mozos colocaron la gamella al toro y en las astas del animal le colocaron una pieza de madera, denominada ‘astilla’, para separar y mantener a distancia las bolas de la cornamenta, para impedir que el fuego llegue a los pitones o a la cara del animal. El embarrado del toro (testuz, cara, costillas, lomos, patas delanteras y barriga) es un labor fundamental y se realiza con una espesa capa de arcilla roja, con el fin de que el animal no sufra la más mínima quemadura, según recalcan la Asociación de Amigos del Toro Jubilo. El momento más peligroso del festejo es cuando el mozo que más ha pujado en una subasta previa, con un cuchillo curvo, corta la soga para liberar al toro en la plaza, al filo de la medianoche.

La legislación autonómica exige el sacrificio de todas las reses utilizadas en los espectáculos taurinos, pero sin embargo, y como excepción, el artículo 5 de la Ordenanza Municipal establece que el Toro Jubilo, «siguiendo la costumbre secular, será indultado al finalizar el festejo». La Fiesta del Toro Jubilo fue declarada ‘Espectáculo Taurino Tradicional’ por Orden de la Junta de Castilla y León. Si se modificase el festejo de Medinaceli, se perdería su catalogación como Espectáculo Taurino Tradicional y, sin el amparo de la Ordenanza y de la tradición, sería obligatorio el sacrificio del animal. Los primeros documentos escritos sobre el Jubilo de Medinaceli (los hay de 1490) indican que el toro se corría en honor de visitantes ilustres. No obstante, y desde finales del siglo XVIII, el Toro Jubilo se celebra, de forma ininterrumpida y al menos una vez al año, con la festividad de los Cuerpos Santos, cinco mártires (Arcadio, Probo, Pascasio, Eutiquiano y Paulilo) cuyos cuerpos fueron llevados a la villa después de haber sufrido martirio en el norte de África.

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