Heraldo-Diario de Soria

ENTREVISTA / JESÚS MIGUEL GARCÍA

«La vigilancia es la misma: ni la alerta de terrorismo, ni la delincuencia han bajado»

Su vigilancia es a la seguridad lo que la necesaria observación del empirismo es a la filosofía. La clave está en el detalle, en mirar y ver, también y con más razón en Estado de Alarma. Es lo que hace este vigilante de seguridad en la prisión de Soria, un sector bastante callado y sin protagonismos en el que trabaja desde hace más de dos décadas.

Jesús Miguel García.-HDS

Jesús Miguel García.-HDS

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.– ¿Vigila usted más o menos que antes del 15 de marzo?

Respuesta.– Pues la verdad es que los niveles de vigilancia son los mismos o más. La alerta de terrorismo no ha bajado, seguimos en alerta cuatro, y la delincuencia, nadie me ha dicho que haya bajado. Al revés, con estos temas incluso hay pillos y delincuentes que se las ingenian para aprovecharse de estos momentos tan duros. 

P.– Complicado lo tienen para descubrir al enemigo. Lo digo por lo minúsculo.

R.– La labor del vigilante no cambia. Lo nuestro es observar, analizar los detalles y cuando ve que algo no te cuadra, informar. Puede ser cuando alguien entra a un sitio, ves que estornuda profusamente o tiene un problema de salud; si puedes ayudas. Muchas veces la labor del vigilante no es solo atrapar a un delincuente sino también prestar auxilio.

P.– ¿Cómo de vigilado al covid?

R.– Con mucho rigor, con una información contrastada y con responsabilidad individual y colectiva, porque esto va para largo.

P.– ¿Lo tienen ustedes, vigilado, digo?

R.– Que yo sepa, con los datos que tengo, solo sé de un compañero que ha estado ingresado. (Ya está bien?). Sí, sí, desde la asociación nos pusimos en contacto y sí, lo está.

P.– ¿Qué han hecho diferente en infraestructuras como correos, la cárcel, un supermercado o el hospital?

R.– Nosotros permanecemos en nuestros puestos dando servicio a los clientes, conforme a la ley y conforme alas demandas que nos piden. Para eso están nuestros directores de seguridad, que son quienes se ponen en contacto con el cliente, escuchan sus demandas y las tamizan con la ley de seguridad privada. Cambios significativos, al menos en mi puesto, no ha habido ninguno.

P.– ¿Qué mira, qué vigila estos días en la cárcel, donde hace poco ha muerto un funcionarios de prisiones?

R.– Lo conocía personalmente y… bueno, no me importa decirlo pero he llorado. Sobre todo que se cumplan las medidas de higiene y protección; si la gente no lo hace es su responsabilidad e imagino que tienen por encima gente que lo vigila. Pero nosotros a nivel de seguridad privada no tenemos competencia en ello.

P.– Supermercados, cárceles, bancos, estaciones de bus y tren y… hospitales. Están en todos los sitios. Otra cosa es que se les vea.

R.– Es que realmente nuestro cometido es realizar una labor efectiva y callada, sin protagonismos. Quienes  tienen que destacar son las personas para las que trabajamos. En este caso es el público y es el cliente. Nosotros tenemos que estar en un segundo plano. Cuando se nos requiere actuamos, estamos ahí en una labor preventiva y de colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Parece que no estamos, es cierto, pero cuando sucedió el 15M, cuando ha habido accidentes ferroviarios, catástrofes, si te fijas en las imágenes, siempre hay un vigilante. Normalmente suele ser la primera persona que llega allí.

P.– Para saber más de un sector poco conocido. ¿Qué cambia desde el punto de vista profesional la seguridad privada en los distintos ámbitos, prisión, comercio…?

R.– Lo que tenemos que tener claro es la ley que nos ata, nos sujeta y nos hace trabajar de manera rígida… Luego, que tú tengas más capacidad de atención al público, pues sí. En determinados sitios tienes que tener mucho tacto, no es lo mismo trabajar vigilando una eólica que estar en un hospital. El vigilante tiene que tener cierto tacto y cierta empatía.

P.– Jesús ¿qué conciencia social hay hacia su colectivo? Ustedes no multan pero pueden detener ¿no?

R.– Sí, claro, como cualquier ciudadano. Nosotros tenemos la obligación, de colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y si vemos un delito, detener al infractor y ponerlo a disposición de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.  (¿Pero qué conciencia social hay sobre ustedes?) Creo que hay un gran desconocimiento de nuestra labor. Se nos ve un poquito como personajes de segunda clase -como pongas esto…-. No sé, estaría bien que nos conocieran un poco mejor. Hay gente muy bien preparada en nuestro sector, muy profesional y con ganas de mejorar, de hacer cosas. Las empresas se están esforzando también en darnos cursos para mejorarnos. Poco a poco. Es la labor de despacio, constante y sobre todo callada. Lo que no buscamos jamás es protagonismo.

P.– Seguro que hay más conciencia social para el voluntariado de Cruz Roja, que también conoce, o como entrenador de porteros.

R.– Bastante bien porque he estado más de 15 años. Al fin y al cabo es que lo que hagas sea con ganas, ilusión y lo máximo profesional que puedas. Lo sigo siendo, estoy en transporte sanitario y mayores. (¿También ahora?). Sí, sí, estos días es cuando más falta hace. Y cinco años como entrenador de porteros en el San José.

P.– ¿Qué sentido tiene una seguridad privada en una institución pública? ¿No hay bastantes agentes o se complementan?

R.– Se complementan y además muy bien. La ley establece que es competencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero por qué destinar ocho miembros cuando con uno puedes manejar un equipo de seguridad privada y el resto los puedes dedicar a una labor pública que la seguridad privada no puede desempeñar.

P.–¿Les ha pillado con o sin director de seguridad? 

R.– Se necesitaban y ha sido un cambio maravilloso. Cuando tienes un problema con el cliente es el director el que se encarga y habla con el cliente.

P.– ¿Qué le resulta decisivo en su trabajo?

R.– Te va a parecer una tontería, pero lo más decisivo es la observación y el análisis de lo observado cuidando todos los detalles. El hecho de que estés mirando todos los días una zona, veas matrículas, coches, a la gente del barrio… cuando algo se sale del cuadro, es como si saltara un resorte.

P.– Un momento distinto para poner sobre la mesa la seguridad privada.

R.– Destacar la gran labor del sector, callada y profesional, que a veces no ve, pero que siempre hemos estado ahí, en los peores momentos y en la primera línea. Y nada más.

P.– Lo bueno es que no les manda el político.

R.– (Carraspea). Yo tengo una coletilla que suelo aplicar a casi todo. Si no entramos en detalles… Los políticos no deberían mandar a nadie, ni a periodistas, ni a vigilantes ni a policías, sino gestionar con empatía,  responsabilidad y prudencia.

P.– ¿Quién vigila a quienes nos vigilan?

R.– En Soria tenemos la suerte de estar ayudados en la labor por la Policía Nacional y destaco la labor de la inspectora Ramón, que nos corrige y asesora para ser mejores. 

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