Heraldo-Diario de Soria

ÓSCAR CASO COLINA / VETERINARIO EN MALVASÍA Y GANADERO

«La ganadería es muy sanadora: permite desconectar de la vida urbana y acelerada»

ÓSCAR CASO COLINA.. En un mundo en el que el cordero es una mascota y la lombriz un ser sintiente, a este granjero de profesión veterinario le duele y a la vez le enerva la religión del animalismo. Su bandera es un alegato en forma de libro en el que habla sobre la ganadería y el medio rural: la desconexión urbana incumbe a todos y él (que cada día ve más patos que vecinos hay en el mayor pueblo de Soria) le puso voz en el confinamiento.   

Óscar Caso Colina.

Óscar Caso Colina.

Publicado por
P. PÉREZ SOLER / SORIA
Soria

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Pregunta.-¿Qué tipo de ser sintiente es usted?

Respuesta.- Un ser sintiente humano. El ser sintiente no es un término que haya utilizado yo. Lo utilizan los grupos mal llamados animalistas para excusarse en que no se deben sacrificar animales, ni explotar animales para consumo humano porque se supone que tienen sentimientos. Y yo en el libro digo que más que sentimientos son sensaciones porque hay sentimientos humanos y sentimientos no humanos. Frío, dolor, estrés, miedo incluso, sintiente, pero no sienten amor, ni envidia, ni piedad, ni aburrimiento… hay sentimientos que son puramente humanos. El problema es dónde terminas con el término sintiente, en qué familia animal o vegetal terminas con el término sintiente. 

P.– ¿Y qué pasa si el humano ni siente ni padece?

R.– Pues que está acabado. Si no sentimos, como humanos, estamos acabados.

P.– Veterinario en Malvasía y ganadero. Pero si quedan tan pocos animales en Soria.

R.-¿Si? Si hay más animales que personas en Soria. (Dígaselo usted a los ganaderos de vacuno de leche). Bueno…, hemos hablado de animales, sin especificar. En algunos hay muy pocas, como ovejas, o vacuno de leche. Pero cerdos hay más que personas. Y vacuno de carne, también.  Patos no… Pero yo solo aquí tengo 8.000, más que algún pueblo grande de los de Soria.

P.– Oiga, hay música sanadora y momentos y hasta animales. ¿De qué le han sanado a usted los patos?

R.– ¡Buf! Creo que la ganadería, por lo menos la extensiva, la que se practica al aire libre es muy sanadora. Desde luego te hace desconectar de lo que es la vida urbana, acelerada… a mí me ha pasado llegar a Madrid y darme la sensación de que todo el mundo corría. La vida rural, la granja, lleva otro tempo, que es mejor para mí. (¿Le ha sanado de algo?).  Quizá sí, cuando te vas por ahí haciendo trabajos al aire libre, pienso que siente lo mismo uno que está con las vacas en extensivo que uno que está en los montes trabajando. Sí, sí tienen capacidad sanadora y desestresante.

P.-¿Por qué quiere indagar en este cambio de mentalidad que conlleva el título de su libro, ‘La desconexión urbana’?

R.– Porque hay determinados grupos que directamente quieren acabar con nosotros, con el modo de vida ganadero específicamente y acabar, no sé si queriendo o sin querer, con el modo de vida rural, con los pueblos. Si tú vas a equiparar en todo, en todo, animales con hombres, pues es evidente que al final tendríamos que terminar con la ganadería. Por eso he escrito el libro, porque veo que desde las ciudades se ha perdido la perspectiva de lo que significa la ganadería y se identifica directamente con maltrato, cosa que no es cierta. O con explotación animal, cosa que tampoco lo es.

P.– Es el eterno dilema. ¿Animal útil o bello?

R.– Creo que todos los animales, todos, tienen una finalidad para el ser humano. Desde una mascota, que proporciona compañía, hasta una vaca, que proporciona un producto. Quizá los animales salvajes no tengan utilidad como tal, pero evidentemente son necesarios para la naturaleza y el ecosistema, que bastante lo estamos estropeando ya nosotros.

P.– ¿Qué tiene que ver la desconexión de la que habla con Soria, si aquí estamos todos de lo más pegados a lo rural?

R.– En el tema de la desconexión urbana tal y como lo he aplicado yo, de la población urbana desconectada del mundo rural, en Soria será, junto con otras provincias de la España vaciada, donde menos desconexión hay. En Soria sí estamos en contacto con la naturaleza, con las profesiones del mundo rural.

P.– Habla en el libro de animalismo, de ganadería, de medio rural… ¿Cómo se llegó a esta desconexión? Quizá fue de una forma necesaria y el irse del campo a la ciudad estaba justificado.

R.– En principio sí estaba justificado. En el libro lo que explico (es un ensayo, es opinión, argumentada pero mi opinión) es que primero se abandonó el mundo rural por mejorar, pero ese abandono, esa huida a las ciudades, ha hecho que las generaciones posteriores, hayan ido perdiendo el contacto con familiares realmente y eso ha acabado provocando una desconexión.  

P.– ¿Qué abandono sufre Soria en este sentido?

R.– Primero el abandono poblacional. Un chico acaba saliendo de Soria, se va fuera a estudiar. Encuentra pareja, trabajo, una vida diferente, con tecnologías. Y acaban quedándose en la ciudad, ya no vuelen a Soria. Al final la gente va donde hay trabajo. Y aquí es evidente que lo que falta es multitud de trabajos. (El abandono parte de aquí, entonces).  Originalmente sí partió de aquí.  Yo soy el caso contrario. He nacido en una ciudad y he acabado en el campo. 

P.– ¿Puede haber algo detrás del animalismo y veganismo?

R.– Inicialmente creo que es una creencia. Equiparar humanos y animales es una creencia, para mí, porque el hombre, como animal que es, tiende a comer otros animales. Pero ahora hay un sector de la población que quiere eliminar esto en base a un motivo de conciencia, de creencia, pero no es la realidad genética del ser humano. 

P.– Si no fuera por el repelús que me dan los ‘ismos’ me atraería comprender el veganismo. ¿Ha encontrado usted algo que le haga comprender?

R.– No, no. El veganismo es una dieta alimentaria que prescinde de los alimentos de origen animal por un motivo de conciencia, pero que escudan en la salud, cosa que no es cierta, porque las dietas veganas son erróneas ya que tienen carencias. Una muy importante que es la vitamina B12, y las demás cogidas con pinzas. Una dieta que de base es incompleta, errónea, no puedo comprenderla.  Por eso ya no se puede comulgar con el veganismo. Además, la base es una base de conciencia que para mí es equivocada. Es dar el mismo valor a los animales que los seres humanos: apañados estamos.

P.– Yo no estoy de acuerdo con que los animales no tengan recuerdos.

R.– Depende de qué animales. Se confunden. Animales hay muchísimos.  El perro es un animal, lo más próximo al ser humano, pero es que también la lombriz es un animal. Incluso hasta las bacterias se pueden considerar animales; los virus, no, pero las bacterias sí. Fíjate si hay un salto.  Estas corrientes engloban todo.

P.– Ya sé que un pato no es un pollo. Pero ¿por qué (casi) solo comemos pato en Navidad?

R.-Eso ha cambiado. No llevo el tema de ventas en la empresa, pero pato se vende todo el año. Aquí lo que ha faltado es cultura de pato. Sí ha habido cultura de cerdo, de vaca, incluso de oveja, pero nunca de pato. Cruzas los Pirineos, vas a Francia, y allí se ha comido pato siempre. 

P.– Hemos llegado casi al final sin hablar de la pandemia.

R.– Mejor. Mira, el modo de vida rural muchas veces hace olvidar la pandemia. Estás entre patos, entre vacas… en lo último que piensas es en la pandemia. Yo escribí el libro gracias a la pandemia. Lo escribí por las tardes durante el confinamiento. Creo que hasta de una situación como ésta se sacan cosas positivas.

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