Heraldo-Diario de Soria

QUINTA ESQUINA / PILAR LUCAS ALONSO, ENFERMERA

«Prefiero hacer lo que hago, capturar al bicho, antes que poner vacunas»

PILAR LUCAS ALONSO . No le hace falta correr detrás del bicho, como su hija pintó a un enfermero. Va en su busca protegida hasta el último pelo y armada… con un palito. Puede que la hayan tenido cerca y no la reconozcan, pese a estar en primera línea de batalla para evidenciar al virus desde el equipo urbano del Mirón. Se llama Pilar, parió cuatro días después de declararse el Estado de Alarma y desde noviembre no ha dejado de hacer PCRs. Entramos en territorio covid.

Pilar Lucas Alonso.

Pilar Lucas Alonso.

Publicado por
P. PÉREZ SOLER / SORIA
Soria

Creado:

Actualizado:

Pregunta.– Respire y después suelte el aire, despacio y contando hasta diez. ¿A quién y cómo fue su primera PCR?

Respuesta.-Iba también con un poquito de miedo porque era mi primer trabajo como enfermera. Siempre había trabajado como fisio y nadie me había dicho cómo hacerla y demás… Sí, iba con un poquito de miedo. Creo que fue un señor a quien se la hice. Salió todo a la perfección y el señor también colaboró mucho.

P.– ¿Qué ha cambiado en usted de entonces a hoy?

R.– Ahora creo que soy capaz de tranquilizar mucho más a las personas, de explicar a la perfección la prueba. Al principio me costaba transmitirlo, porque yo tampoco estaba tranquila. Ahora soy capaz de que el paciente esté tranquilo y acompañarlo en la prueba durante el ratito que esté conmigo, que es poco. (Doy fe de que lo hace). Lo que también intento es acoplarme a la persona. Pasan muchas y cada uno se lo toma de una manera y te viene con un problema.

P.– Además de mirar, ¿también escuchan, les da tiempo con el ritmo que llevan?

R.– Sí, sí, por supuesto. Y además procuro que, aunque vayamos rápido y haya una cola inmensa, escuchar al paciente. Te hablo de mi caso. Hay muchas personas que vienen y no saben cómo es la prueba. Lo ven en la tele, pero no lo han sentido nunca, no saben lo que es. Y casi todas vienen con miedo, piensan que es desagradable, que hace daño. Intento adaptarme a cada paciente. Si tengo que dejar que respire, lo hago; si tengo que contar con él, cuento…

P.– ¿Todas las PCR son iguales, Pilar?

R.– Si hablamos de técnica, pueden ser igual, unas por la nariz, otras por la boca. Para mí todas no son igual, porque las personas no son iguales. Y te tienes que adaptar a cada persona. Hay gente que llega con mucho miedo y vas mucho más despacio; la hay que ni se mueve; hay niños, que es algo muy especial. Vienen con mucho miedo. A los niños les hacemos la segunda después de diez días en casa y ya saben lo que es la primera, así que vienen con más miedo. Hay algunos que llegan como auténticos leones y el mismo miedo les hace incapaces de tranquilizarse.

P.– Dígame una prueba que la invadiera y no se les desprenda de la memoria.

R.– Tengo dos. Una fue a una persona con autismo. Fuimos incapaces de hacerla entre mi compañero y yo. No podíamos explicarle la técnica porque no la entendía y venía con tal pánico que tuvieron que sujetarle entre cuatro, mientras yo le hacía la prueba. Pensaba ‘cómo lo tiene que pasar por dentro, qué tiene que sentir’. Para mí eso fue desgarrador. Luego otra fue una niña de tres años que no se movió de la silla. Mejor que muchos adultos. Y eso produce mucha satisfacción.

P.– ¿Da tiempo a mirar a los ojos o solo mira al palito?

R.– No, no. A todos los pacientes les miro a los ojos. Me llama la atención porque expresan, te dicen si les estás haciendo daño, si tienen miedo. Mirar a los ojos al paciente te dice cómo lo está llevando. A mí me da tiempo y me informa de cómo lo está pasando el paciente.

P.– ¿Qué es una estadística?

R.– ¡Buf!. Esa pregunta no sé ni por donde cogerla. Una estadística son números que a veces se equivocan. Con el covid no sé si está sirviendo para mucho la estadística. 

P.– Soria registra la semana de febrero los mismos muertos que en todo enero. ¿Qué le dice?

R.– Que no hemos aprendido nada. Es la tercera ola y creo que en un año hemos aprendido poco. Llegan las navidades e intentamos salvar las navidades, ahora ya se oye lo de salvar la Semana Santa. Pienso que deberíamos plantearnos más el tema de la salud.

P.– Ejercía de fisioterapeuta, pero al ser también enfermera la reclutan en la pandemia. ¿Ya tiene claro qué quiere ser de mayor?

R.– Cuando ejercía de fisio, estaba embarazada y de baja. En la primera ola no me reclutaron como enfermera. Pero a mis compañeras en activo sí, porque la actividad de fisio se paró un poco.  Siempre me encuentro más cómoda como fisio, es lo que más domino y me gusta más, pero entiendo que ahora tengo que hacerlo de enfermera. Es cierto que el trabajo es más limitado porque es simplemente hacer PCRs, serologías y antígenos y dentro de la enfermería, no es la enfermería pura. Aquí es un trato cercano de minutos. Me gusta más la fisioterapia, pero me encuentro muy cómoda también de enfermera.

P.– ¿Cómo es parir cuatro días después del Estado de Alarma y encerrarse seis meses después a hacer pruebas?

R.– Era como si necesitase colaborar en este momento tan duro. Cuando cogí el trabajo tampoco sabía mucho a qué me iba a enfrentar. Antes este servicio estaba en La Milagrosa, luego ya montaron esta parte de covid urbana (El Mirón) donde se recogen todas las pruebas de los centros de salud de Soria. Al ser un servicio nuevo, se ha ido creando un poco entre nosotras, con ayuda, claro, de todos los supervisores.

P.– Son ustedes la primera línea en evidenciar al bicho. ¿Ha pensado en ello?

R.– Sí, muchos días, sobre todo cuando hago los test de antígenos. Tener la incertidumbre de cuando echas las gotitas e ir mirando cómo sube, si da positivo, si no. Que depende de mí decir ‘usted es positivo, negativo’. Es incertidumbre…  

P.– ¿Cómo es tener el virus a centímetros de distancia e irse a la cama con el aplomo necesario para decir ‘mañana otro día’?

R.– Lo siento muchas veces. Cuando sale alguien de la consulta, piensas si será positiva, negativa y al final he estado tan cerca. Intentamos tener la mayor seguridad posible, pero al final estás ahí. Te acercas a su cara, con la mano, a su cara para ver dónde está agujerito y demás… Cuando veo el test positivo piensas ‘tengo aquí el virus’. En la pipeta donde recogemos la muestra, ahí está. ‘Tengo aquí el virus’, digo. Luego limpias todo superbién, desinfectas la silla, todo lo que haya estado en contacto, me lavo mucho… Intento ser muy escrupulosa con todo. Y luego cuando me voy igual. 

P.– ¿Prefiere ir a cazar el bicho o poner vacunas?

R.– Creo que prefiero hacer lo que estoy haciendo, sí. Capturar el bicho, como digo yo, antes que poner vacunas.

P.– En su profesión se han evidenciado jornadas larguísimas. ¿Es vuestro caso?

R.– Sí, también. Te hablo de mis compañeras; yo también he tenido que quedarme más tiempo porque estábamos desbordados de trabajo, pero quizá no tanto porque estoy con la lactancia. Pero mis compañeros han tenido días de ir de jornada de mañana y salir por la noche.  

P.– La última incógnita que se le ha planteado.

R.– Cuánto va a durar esto, cuándo podremos volver a la vida normal, a abrazarnos, a tener contacto, a ser nosotros. Cuándo vamos a volver a ser nosotros y que no sea solo la mirada. A volver a ser nosotros. Es triste no poder ser cercano con la gente. 

Me da pena los niños, todo el día ‘no toques’, ‘no te acerques’. Estamos intentando que los niños compartan… ¿y ahora? No somos capaces de enseñar eso, a compartir. Eso me llega al alma.

P.– Tiene narices que el primer abordaje de esta lucha sea… un palito.

R.– Con el palito, ya ves. El palito es la primera forma de intentar llegar a captarlo. Y una duda que tengo también es si realmente estará tanto en las superficies como creemos.

tracking