Heraldo-Diario de Soria

ENTREVISTA / ROSA GALLEGO GALLEGO

"Todas las decisiones que tomamos tienen un efecto positivo o negativo en la vida de otras personas"

«Sueño y actúo», dice. Lo sigue haciendo después de una trayectoria en cooperación internacional y ayuda humanitaria en la que pisó Guatemala, Honduras, Mozambique o Congo, y ahora se ha embarcado con Ucrania desde Soria. Entender la cooperación como una forma de vida no debe de ser cómodo y sí algo exigente. Cala el mensaje de esta mujer de escucha activa, a quien el día de la entrevista el mundo le olía a humedad y tristeza.

Rosa Gallego.-MARIO TEJEDOR

Rosa Gallego.-MARIO TEJEDOR

Publicado por
P. PÉREZ SOLER
Soria

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Pregunta.- Usted cree que la acción y la esperanza mueven el cosmos. Rosa, ¿realmente se puede?

Respuesta.-Se puede. Se puede con voluntad, se puede con trabajo y se puede sobre todo sin perder los sueños. Una vez que no tienes sueños se muerte el alma. Yo siempre he dicho que sigo luchando y teniendo esperanza porque sigo teniendo sueños por un mundo más justo y mejor.

P.-

¿Usted sueña o actúa?

R.

-Sueño y actúo, las dos cosas. Pero cuando un acto de los que he soñado no me sale como yo quiero, espero, preveo..., tiendo

resoñar

o a dibujar un sueño para conseguir el fin, que es ese mundo más justo.

P.-¿Cómo es pasar de participar en la desmovilización de la guerrilla de Guatemala a movilizar o intentarlo el medio rural de Soria?

R.-Muy diferente. El objetivo al final es el mismo, que es conseguir una vida más digna para todas las personas, poniendo el centro en las personas, independientemente del origen, la religión o el sexo, pero los contextos son muy diferentes. La guerrilla era un contexto brutal, con unas atrocidades tremendas, donde el primer paso es reconstruir a la persona, algo que es muy difícil de reconstruir. Y aquí es valorizar y visibilizar lo que es y debe ser el mundo rural. Pero no es reconstruir a las personas. Con la guerrilla, y en aquel momento histórico para Guatemala, había que reconstruir las vidas y fue muy complejo.

P.-¿De qué hablamos cuando hablamos de cooperación?

R.-Corresponsabilidad en la toma de decisiones, principalmente. Todas las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida tienen algún efecto positivo o negativo en la vida de otras personas. No puede ser que nosotros tengamos lo que tenemos sin coste positivo o negativo para otras personas que no tienen esas ventajas o desventajas. El desarrollo también puede tener desventajas. Para mí la cooperación es la corresponsabilidad. Todos tenemos una responsabilidad compartida, cooperada con otras personas. Y tenemos que trabajar en ello.

P.-¿Con qué ojos se ve la guerra cuando se ha sido cooperante internacional?

R.-Se ve sobre todo con mucha tristeza. Parece que la historia la olvidamos muy fácilmente. Yo tengo en la mente casi siempre las palabras de monseñor Gerardi, quien hizo la memoria histórica en Guatemala, que decía: 'nunca se debe olvidar, se debe perdonar para avanzar, pero nunca olvidar para no cometer los mismos errores'. 

P.-Oiga, ¿la cooperación es cosa equidistante u otra cosa?

R.-Para mí es una forma de vida, de entender la vida. No sé si soy cooperante al uso o no, pero para mí es una forma de vida. Tomé la decisión de especializarme en cooperación, sobre todo en derechos humanos y ayuda internacional humanitaria, que luego ha derivado en cooperación al desarrollo, porque quería trabajar por un mundo más justo. No entiendo estar en una oficina y no pensar en que mis actos involucran o pueden tener ese efecto en tema de corresponsabilidad. Para mí es una forma de entender la vida, en todos mis actos y decisiones.  

P.-Algo que le atormente a veces.

R.-(Rápida). El dolor, el sufrimiento. No poder cambiar las cosas. Eso me atormenta muchísimo y no me deja vivir. Cuando sé que en mi trabajo no veo luz o no soy luz para otras personas con las cosas que hago, no me deja dormir. 

P.-“¿Cómo despertar las mentes dormidas y acomodadas que nos rodean?”. ¿Ya ha encontrado la respuesta a ésta, su pregunta?

R.-Sinceramente, yo les mandaría una semana, un día, e incluso a algunos unas horas, a algunas de las zonas donde yo trabajo y he visitado para que entiendan lo que es la vida, vivir dignamente, lo que es lo básico, lo esencial. Y lo fácil que es cambiar el mundo, con lo poquito, colaborando cada uno de nosotros, se podría cambiar el mundo. 

P.-¿Qué no le encaja del vasto campo de la cooperación al desarrollo?

R.-Sobre todo las políticas tan fluctuantes que tenemos. El interés estratégico, geopolítico de los gobiernos, al que muchas veces algunas ongs también nos sumamos. Y hablo con el nos en general porque no quiero singularizar a nadie ni poner el foco en la mira de ninguna organización. Pero eso de que sea ‘hoy hay un conflicto en Ucrania y nos centramos en ella’, pero al año nos olvidamos… pues no. La cooperación tiene que ser a largo plazo hasta que haya un equilibrio y un reparto mundial justo de todo. No me valen políticas sectoriales que hoy marcan intereses de género, mañana de medio ambiente, al otro de ayuda humanitaria. Tiene que ser algo a lo largo del tiempo.

P.-¿Qué escucha el ciudadano cuando le hablan de cooperación al desarrollo a miles de kilómetros?

R.-Muy poco. Creo que solo ve imágenes, se acuerda de lo que es la cooperación al desarrollo cuando hay una emergencia y ve una imagen dramática. El resto muy poquito. 

P.-Dijo Giner de los Ríos que nos enseñan a muchas cosas menos a pesar y a vivir. ¿Hace falta?, ¿cómo lo hacemos?

R.-Lo hacemos muy irregular. Primero no enseñamos a pensar pero porque no enseñamos a escuchar; estamos metidos en una dinámica de redes sociales donde recibimos muchísima información de multitud de medios, unos ratificados y otros sin ratificar la información que recibimos. No ponemos filtros. Pero lo más importante que es la escucha, la escucha activa, con ganas, no lo hacemos. Es un vivir movido por el consumo, por un consumismo que nos evita pensar. Vivimos para ver cómo acabamos el fin de mes, los chicos qué van a hacer el fin de semana. Es como un círculo de consumismo cerrado que nos impide vivir y disfrutar de las cosas más básicas, pero porque no pensamos, no reflexionamos sobre lo importante. No escuchamos a los demás. Estamos en nuestro yo, yo, yo.

P.-¿Cuánto tiene de su nombre y a qué huele?

R.-Tengo nombre de flor… No sé. Eso lo pueden decir mejor las personas que me conocen. Siempre he dicho que mi flor se va haciendo con cada persona que voy conociendo. Y que soy un poco fruto de las personas que se han cruzado en mi camino, empezando por mis abuelos, siguiendo por mis padres y luego por muchísimas personas anónimas que no son familia mía. 

P.-

¿Qué filosofía de acción encarna Ítaka Escolapios?

R.

-La filosofía de Ítaka Escolapios es usar la educación como medio de transformación social. Una persona que no recibe una educación difícilmente va a poder luchar por sus derechos, porque no sabe cuáles son.

P.-Habla del cambio “de la nada al todo en Soria. De cambiar el modo de hacer, de pensar, de relacionarnos”. Nunca es tarde, pero no sé yo…

R.-Hay que intentarlo. Sé que es difícil, pero tiene que haber voluntad. Si todo el mundo tenemos capacidad de escucha, de negociación y voluntad de cambiar, se puede cambiar. Pero eso significa que todos tenemos que perder un poquito para ganar un todo. Pongo el ejemplo de Soria, con el grave problema que tenemos de despoblación: no entiendo que haya partidos políticos. Creo que se deberían sentar a hablar y a tener pactos provinciales para sacar esta provincia adelante, sobre todo pensando en las personas. Y olvidarse de ideologías, la economía tiene que salir, lo social tiene que salir, la educación tiene que salir y la sanidad también. 

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