Heraldo-Diario de Soria

Entrevista. Patricia Blanco del Valle

«Hay que tender al equilibrio: cultivarnos en lo físico y a nivel mental y escucharnos más»

Tiende a la observación humana e, intuimos, se acerca a la conversación en igual medida que al análisis. Puede que más... Cuenta Patricia que ya de pequeña le interesaba la mente humana «sin saber bien qué era». Al frente de Salud Mental en el área infanto-juvenil en el complejo hospitalario de Soria, en El Mirón, nos atrevemos a hablar con ella de la psique. Y, antes de empezar, que lo sepan por si no les gusta lo que leen: andamos todos «muy desconectados de nuestras emociones y sentimientos».

La doctora Patricia Blanco.

La doctora Patricia Blanco.GONZALO MONTESEGURO

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P. Doctora, ¿cómo estamos sin entrar en detalles?

R. Así en general, no estamos muy bien. Es evidente que ahora, sobre todo a raíz de la pandemia, vemos que ha habido un aumento claro en la demanda de consulta en salud mental y realmente se juntan dos frentes. Por un lado, el aumento de esa demanda; y, por otro lado, la falta de recursos. Eso crea una situación complicada.

P. ¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?

R. Cuando hablamos de salud mental hablamos de un derecho fundamental como es el derecho a la salud que, como dice la OMS, incluye una adecuada salud física y también salud mental, para que nuestra salud sea un concepto global. La salud mental es, digamos, ese derecho que nos permite tener una buena calidad de vida, poder desempeñarla adecuadamente, con un bienestar emocional, un equilibrio que nos permita afrontar nuestro día a día de manera adecuada.

P. Eso ya lo sabía. Lo que no sé es por qué nos da tanto miedo hablar de salud mental.

R. Introduces un concepto importante. Es ese tabú, ese estigma que está todavía asociado a la salud mental, si bien es verdad que se va perdiendo un poco. Habría que hacer una retrospectiva. Si miramos años atrás este tabú era todavía mayor. En la línea que nos retrotrae a unos años atrás, sobre todo a raíz de la pandemia, parece como que se ha destapado esa caja de las esencias y se tiene menos miedo a hablar de ir a una consulta de salud mental o de tomar conciencia de que se tiene algún problema de este tipo. Pero todavía hay algo de eso. El tabú sobre la salud mental no se ha perdido todavía.

Yo soy psiquiatra infantil, es lo que desempeño en mi día a día, y sí tengo que decir que quizá los adolescentes -lo que llamamos la Generación Z- son mucho más inclusivos en todos los aspectos, incluido el de normalizar la salud mental. En decir: 'Voy a consulta de Salud Mental', 'tengo ansiedad' o 'estoy mal, necesito ayuda'. Se nota ese salto generacional y ves que ellos lo tienen mucho más normalizado. Eso sí supone una diferencia con respecto a otras generaciones, si bien existe todavía cierto tabú en lo que respecta a trastornos mentales graves, esquizofrenia, trastorno bipolar, porque todavía pervive algo de ese estigma.

P. Perdone, será la gente joven. No me veo yo en la tesitura de decir a mis compañeros de trabajo: “Mira, vengo de la consulta de Salud Mental porque tengo ansiedad”. No lo veo, no.

R. ¿No lo ves? Aquí es importante también los miedos, inseguridades o prejuicios que tenga cada persona, pero hay algo que en ese aspecto sí está cambiando. Pervive el tabú, pero hay algo que nos da la medida del cambio en la misma sociedad, en los medios de comunicación: casos como Simone Biles, deportistas, actores, gente expuesta mediáticamente que son quienes están rompiendo ese tabú, al expresar que no pasa nada por decir 'tengo ansiedad' o 'estoy deprimido en este momento'. Las Redes Sociales son también un amplificador importante. A nivel individual, cada uno con sus miedos y sus angustias, pero si ampliamos el foco vemos que la gente se atreve un poco más y no pasa nada. Eso sí lo percibo.

P. ¿Podemos y debemos normalizar esta situación? Hablo a pie de calle, no de casos mediáticos.

R. Por supuesto que se puede y se debe. De hecho, eso contribuiría a reducir el estigma. Todo lo que es tabú, problema, miedo... se alimenta precisamente de evitar contarlo, decirlo. Eso alimenta el tabú. La normalidad empieza por decirlo. Los psiquiatras siempre ponemos este ejemplo, pero es que es verdad. Si tienes una hipertensión no te da apuro decir que has ido al endocrino y te ha ajustado la insulina. En cambio hablar de la salud mental hay algo todavía que da como pudor. No quiero decir que voy al psiquiatra, no vayan a pensar que estoy loco. Es un poco el miedo que hay detrás, creer que si cuento esto qué va a pensar el otro, cuando el otro a lo mejor ni por lo más remoto está pensando esto. Es lo que hay detrás. ¿Por qué no lo decimos? Porque tememos que el otro nos juzgue. Y en realidad, ese tema del juicio ajeno no es más que una proyección de nuestro propio juicio. La normalización empieza por no hacer de ello un secreto, sino darle la misma pátina que a cualquier otra consulta, que no tienes por qué decir, pero tampoco por qué ocultar.

P. ¿A usted qué le llevó a hacerse psiquiatra?

R. Es curioso esto de las vocaciones y las querencias que cada uno tiene. A mí de pequeña siempre me gustaba leer cosas, textos un poco más intensos de lo que se suponía para la edad. Me gustaba explorar un poco algún texto filosófico o psicológico. Me interesaba la mente humana sin saber muy bien qué era a una temprana edad. Creo que hay algo ahí de vocación o de querencia por nuestra especialidad. Igual en otras no es tan marcado. Quizá sea ese interés, esa curiosidad por la mente humana. Además se me daba bien escuchar a la gente. Y no sé, al final uno entiende que igual su camino está por ahí.

P. Me queda claro cuál es su significado, pero, dígame, ¿cómo de cerca están los verbos pensar y sentir?

R. Más cerca de lo que pensamos. Es algo que observo bastante. Tendemos a establecer una dicotomía, un dualismo mente-cuerpo que viene desde Descartes, cuando en realidad todo es un conjunto. Tanto las emociones contribuyen a construir los pensamientos, como al revés. Todo ocurre en nuestro cerebro, no funciona una cosa por un lado, otra cosa por el otro. Inevitablemente las emociones condicionan, digamos contaminan, matizan los pensamientos y un poco al revés también. Es decir, podemos aprender un poco también a pesar las emociones. No se trata de separar, de categorizar, de excluir, sino de englobar. Y de hecho, las terapias van por ahí. Cuando hablamos de terapia hablamos de cómo trabajar con nuestras emociones. Y para eso tenemos que pensar en ellas. Es así. Los dos verbos están más cerca de lo que habitualmente se cree.

P. O sea que no solo somos lo que comemos, sino que también somos lo que pensamos.

R. Sí, evidentemente, y así lo decía también Descartes (pienso, luego existo), pero también podríamos decir 'siento, luego existo'.

P. ¿Cómo puede cuidarse la salud mental de la que hablamos antes de que flojee?, ¿cómo me cuido la psique, ese mundo, ese abismo tan... increíble?

R. Es una gran pregunta. Pero yo animaría a no pensar en eso como tú bien has dicho en esa palabra, un abismo... Hay cosas que nos quedan aún por conocer, pero no es nada que esté tan ajeno a nosotros. Si bien es verdad que no hay nada universal como para cuidar la mente y que esté perfecto, sí hay que tender a un equilibrio en el sentido más holístico del término. Primero encontrarme bien, tener buena salud física. Y sobre esa parte, en lo que se refiere a salud mental, escucharnos más, porque muchas veces no nos escuchamos.

¿Y a qué me refiero con esto? Todos tenemos una sabiduría innata que está ahí para todos. El problema es que le hagamos caso o no. O dependiendo del estilo de vida (y no me refiero solo al cuerpo físico, sino a cómo cultivas su pensamiento. ¿Tienes algún momento de sosiego?, ¿momento de reflexión para ti?, ¿de espiritualidad con lo que cada uno se identifique en este aspecto? Me refiero a cultivar también otros aspectos. Todos tenemos esa sabiduría innata y a veces no le hacemos caso. Cuando uno percibe que está muy cansado, irritado... recibimos señales de nuestro cuerpo, de parar, de que no podemos seguir así, y aun con ello no hacemos caso y queremos dar más de sí. Si tú no has hecho caso a esas señales, tu cuerpo te lo dirá de otra manera. Probablemente con un síntoma, enfermando. Se trata de tender al equilibrio, de cultivarnos de manera global en todos los aspectos, no solo en el físico. Y a nivel mental, encontrar momentos de poder desconectar, de parar, de tomarnos unos minutos de estar, de ser consciente.

P. Me pregunto yo en ocasiones si sobra locura o falta sentido común.

R. Es una pregunta interesante y lúcida también. Es una pregunta que ya tiene la respuesta y se contesta a sí misma. Puede sobrar locura y faltar sentido común. Como decimos los psiquiatras, hay un concepto que es fundamental al hablar de salud mental, que es lo bio-psico-social. La sociedad en la que vivimos en este momento actual, geopolítico, social..., sí que produce ese exceso de locura, en el sentido de que funcionamos muy desconectados de nuestras propias emociones, de nuestros pensamientos también. Pasamos mucho tiempo entretenidos, tenemos una intoxicación enorme de información, lo que llaman infoxicación, no tenemos un momento para parar y escucharnos. Estamos impelidos a producir, a seguir, a funcionar... Eso genera un exceso de locura entre comillas, locura en el sentido de alienación, enajenación, que al fin y al cabo ése es un poco el concepto de locura inicial que te dicen los clásicos. Luego están los trastornos, pero ese tipo de locura ahí está. Y falta sentido común también. Lo que vemos es que no tenemos tiempo de escucharnos a nosotros mismos y tampoco al otro. No hay tiempo para hablar mirándonos a los ojos, todo es más superficial... y al final ves que hay una falta de sentido común porque cada vez hay menos común. Lo común va desapareciendo y lo que hay cada vez más es lo individual. Así que, efectivamente, esa pregunta ya tiene la respuesta.

P. En Soria hay más suicidios que en otros lugares.

R. ¿Es una pregunta? (Afirmación para comentario). ¿En Soria la gente se suicida más? (La tasa está por encima de otras provincias). ¿Eso está comprobado? (Yo no he hecho la comprobación; lo he leído en informaciones oficiales). No tengo la suficiente información estadística, pero dudo que sea así.

P. Mi abuelo era muchos adjetivos positivos a la vez, además de buena gente y amable. Y nunca le oí hablar de bienestar emocional ni de gestión de sentimientos. ¿Me lo explica?

R. Son diferentes estilos de vida, claramente. Aquí entra, en ese aspecto bio-psico-social, la parte de lo social, del momento histórico, generacional. Tu abuelo, como todos sus congéneres, están marcados por un acontecimiento que es una guerra y una posguerra. Estas personas ante todo son supervivientes. Cuando uno tiene que preservar lo básico, que es la vida, no estamos a ver cómo gestionamos las emociones. Esto es algo muy del momento actual. Cuando uno tiene cubiertas sus necesidades básicas, se puede permitir el lujo de hablar de gestión emocional o de sentimientos. Y claro que cambian a lo largo de la historia los diferentes trastornos o patologías mentales. Ahora no se ven cuadros que antes se veían y al revés.

P. ¿Qué es lo que más le conmueve en su trabajo en el área de Salud Mental infanto-juvenil?

R. Lo que más me conmueve es la vulnerabilidad de los menores. Los niños y los adolescentes son una población muy vulnerable en todos los aspectos e incapaz de defenderse por sí misma. No dependen de sí mismos y aquí entra en juego la suerte que tenga cada uno con la familia que le toque. Nosotros vemos los niños que están tutelados, con situaciones traumáticas desde el inicio de su vida. Eso me conmueve, la vulnerabilidad y la indefensión. Un adulto tendrá sus circunstancias, pero en último término puede ser más capaz de defenderse, de tomar decisiones que dependan de él mismo, pero no un niño, ni un adolescente.

P. ¿Y lo que más le atrapa de su profesión y del mundo de la mente?

R. Esa capacidad de sentir que, de alguna manera, puedes ayudar a alguien a cambiar algún aspecto de su vida que le genera malestar. Y en la medida que eso pasa, aunque sea mínimamente, es maravilloso. Eso es lo que atrapa.

P. ¿Qué es lo que más pasa por sus manos en un área tan amplia como ésta?

R. Podríamos decir que la ansiedad es lo que más vemos en la consulta. Esta generación de niños y adolescentes actuales tienen muchos problemas de ansiedad. Quizá sea la demanda más potente de Salud Mental.

P. ¿Hasta dónde depende de uno mismo tener una salud mental... aceptable?

R. Hasta donde veamos que podemos funcionar con normalidad, sea la que sea la normalidad de cada uno. Cuando ves que aquello se te va de la mano, que pierdes la normalidad y te dejan de apetecer cosas -trabajo, niños, pareja...- ahí ya tienes que hacértelo mirar. Más o menos sería eso. Ahí ya me plantearía consultar.

P. Déjeme que recuerde a Labordeta cuando decía: "Todo el mundo está cuerdo, terrible, horriblemente cuerdo”. Me temo que queda claro que no es así, pero se puede y se debe romper estigmas.

R. Está en nuestra mano y se puede ayudar, claro que sí.

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