Entrevista. Edgar Val Cantón
«Es impresionante estar escalando en hielo y ver al lado la Laguna Negra y los pinos»
La montaña en invierno sobrecoge, ruge, se deja querer igual, pero es honesta y evidencia su peligro ante cualquiera de sus amantes. Uno de ellos es este hombre de Ágreda, que se forma para ser guía de montaña. Edgar le devuelve la pasión con creces, en horizontal, vertical, sobre tierra, en puro hielo que le hace arder la sangre. Elige el Moncayo por razones obvias. «Le ha dado mil vueltas. Para mí es todo», dice.

Edgar Val.
Pregunta.– Cuénteme, ¿por qué esa atracción por la montaña?
R. Desde pequeño empecé a hacer deporte, atletismo. Y ya más adolescente, a través de unos amigos de aquí que también corren por montaña en Ágreda comencé a correr por la montaña. La verdad es que me molaba más que correr en llano o en asfalto en pistas de atletismo, que no me disgusta tampoco, pero era una sensación distinta. Luego a través de otro amigo que había hecho un grado de Deportes, me inicié en el tema la escalada. Nos fuimos a probar y desde entonces no he parado de escalar.
P. ¿A qué se parece esa atracción por la montaña?
R. Te da libertad. No estás encerrado en un sitio. Te sientes libre y es como una sensación distinta a cualquier otro deporte.
P. ¿Qué secretos le oculta la montaña de Soria?
R. Aquí tenemos bastante montañas por explotar. Está el Moncayo, en el que el fin de semana ves a bastante gente, pero yo que entreno todos los días por esta zona no me cruzo con nadie. Es un paraje por descubrir, tanto esta zona como Urbión y la Sierra de Cebollera. Son sitios preciosos que la gente quizá no conoce. Hay mucha gente que desconoce lo que tiene cerca de casa.
P. ¿Qué tiene que ver el Moncayo en su pasión por la montaña?
R. Es donde me he criado. Soy de Ágreda y desde que salí a correr por la montaña con amigos, y me enseñaron rutas, comencé a salir solo y a hacer más caminos y sendas; lo iba conociendo cada vez más. Es precioso. Una vez que te sabes manejar por la montaña vas conociendo lugares a los que no va nadie. Otras veces subes hasta la cima o hasta cimas secundarias.
P. ¿Qué pasa cuando va solo y se detiene?
R. De normal no entreno solo, porque siempre me acompaña el perro. Es mi acompañante, siempre que voy a la montaña, me llevo al perro. Pero cuando me detengo siento libertad, disfrutando el momento de lo que estoy rodeado. En la cima intento disfrutar lo que hay bajo mis pies y el camino recorrido. También pienso en lo que me queda por recorrer.
P. Escalando, corriendo, paseando, el caso es estar con ella...
R. A mí lo que me apasiona es la montaña. Estoy estudiando el grado de guía de montaña y lo que me gusta es la montaña, la naturaleza y todo el deporte relacionado con la naturaleza, ya sea andar, correr, escalar, hacer atletismo. Aunque sea dar un paso con los amigos, intento estar en el entorno de la montaña.
P. Hasta ahora ha vivido con la montaña y ahora quiere hacer de ella su modo de vida.
R. Cuando tomé la decisión de estudiar el grado, aparte de ser mi hobby, ojalá pueda llegar a trabajar en algo relacionado con la montaña. El año pasado hice ya técnico deportivo de nivel uno y ahora de nivel dos, que es un poco más complejo. Te enseñan a hacer nudos, arneses... en situaciones de fortuna, cómo hay que guiar a los clientes, tratarlos, cómo tienes que poner las cuerdas, manejo de cuerdas. Tanto en entorno estival como en nevado, a usar raquetas de nieve, cómo hay que hacerlo, aprendes a detectar avalanchas, aludes, víctimas...
P. La montaña es su ayer, su hoy y quiere estar ligada a ella en el futuro.
R. Ojalá sea así y en un futuro me pueda dedicar a ser guía de montaña, a trabajar en ello. (¿Dentro o fuera de Soria?). Ojalá que mi zona estuviera algo más explotada en cuanto a empresas de guías, a su contratación..., pero creo que tiraré un poco más hacia los Pirineos; voy todos los años unas cuantas veces a lo largo de la temporada, tanto a hacer carreras como por libre.
P. Ahora cuénteme cómo es eso de escalar en hielo junto a la Laguna Negra.
R. La verdad es que es bastante impresionante. La cascada que escalamos hace unos días tenía como unos 20 metros y no sabíamos cómo iba a estar el tema para ir poniendo seguros y así. La verdad es que está bastante bien. Una vez que llegas arriba miras hacia la derecha, recuerdo, hacia la Laguna y bueno... impresionante. Además ese día estaba nebuscando, a veces se nublaba y otras salía el sol. Era impresionante estar escalando en hielo y ver la Laguna Negra y todos los pinos alrededor. (¿No le da yu-yu?). Yu-yu no me da. A veces cuando llevas los piolets en la mano y clavas uno, dices, 'uy, a ver si se rompe o no aguante lo suficiente el peso'. No sabes si vas a caer unos metros o va a aguantar el hielo, para seguir avanzando hacia arriba. Pero miedo no sientes. Desde primavera o hasta otoño, que dura el buen tiempo, escalamos en pared, con los dedos y los pies de gato, y ahí arriesgas un poco más y te caes más veces. Así que miedo a caer, por así decirlo, no tengo.
La verdad es que ver ese espectáculo y ver la cascada que se formó junto a la Laguna está muy bien, el hielo no era malo, aguantaba los golpes de los piolets y los trampones los aguantaba bastante bien. Es un espectáculo verlo desde abajo y subiendo. Es impresionante.
P. ¿Qué charcos helados no pisaría?
R. No sé... El tema de las fiesta no me gusta mucho. Disfuto las fiestas del pueblo, pero no soy muy fiestero, prefiero irme pronto a casa.
P. ¿Qué montaña, territorio.... abandonó por imposible?
R. En verano subí con mi pareja al pico del Ayelet y hay un paso un poco peligroso para ella, había que pasarlo con cadenas y nos dimos la vuelta. Vimos a dos personas que bajaban llorando y nos dijeron que no subiéramos. 'Es muy difícil, lo hemos pasado muy mal...', dijeron. Y nos echamos atrás.
P. ¿Qué le emociona cuando está en la cumbre?
R. Cuando estoy en la cima me emociona todo el proceso, lo que somos capaces de hacer y a veces pensamos que no podríamos lograrlo. Luego lo haces y tampoco era para tanto. Me emociona el camino que hemos recorrido, la libertad que sientes. En invierno, cuando el aire te pega en la cara dices 'quién me habrá mandado a mí subir aquí', pero cuando llegas abajo la sensación es distinta. Lo disfrutas.
P. ¿En qué idioma habla el Moncayo?
R. Para mí el Moncayo lo es todo, desde mi patio de recreo hasta mi lugar de entrenamiento donde hay días que se me ha hecho de noche entrenando. Para mí es todo. Lo tengo a diez minutos en coche. Me bajo, me pongo las zapatillas y comienzo a entrar. Le he dado mil vueltas, para arriba, para abajo, derecha, izquierda. Es mi pasión.
P. ¿Cuándo y por qué se rebela una montaña?
R. No es que se rebele, es que uno sabe cuándo darse la vuelta. Yo alguna vez me la he dado en el Moncayo porque arriba había mucha niebla. No me va a suponer nada bajarme porque voy casi todos los días. Hay que saber cuándo retirarse para no tener un accidente.
P. Su primer recuerdo ligado a la montaña.
R. El primer recuerdo que tengo de montaña es en el Moncayo, cuando empecé, de las primeras veces que salí a correr en montaña. Íbamos un grupo majo de personas y recuerdo que subíamos desde Cueva de Ágreda hasta la zona del Moncayo y volvíamos hasta el hayedo. El recuerdo que tengo es bueno, tendría unos 16 años, era el único joven y recuerdo que disfruté mucho. Nunca antes había subido al Moncayo.
P. ¿A qué achaca la moda del trail en Soria?
R. Se ha hecho notar sobre todo después de la pandemia: a la gente le ha dado más por el deporte al aire libre después de estar tiempo encerrado. Ha llegado hace poco a la vida de la gente.