Heraldo-Diario de Soria

AGRICULTURA

La campaña de la trufa negra arranca ‘tocada’ por la sequía que arrastra

Los productores temen que la falta de agua les puede pasar factura también a las plantaciones de riego y hablan ya de una merma de más de un 30%

Un perro buscando trufa con su amo en una finca de la provincia.

Un perro buscando trufa con su amo en una finca de la provincia.

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IRENE LLORENTE YOLDI
Soria

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Tampoco se ha librado la trufa negra de Soria de la acuciante sequía que ha dado al traste con buena parte de los cultivos en la provincia y la campaña, que arranca mañana 15 de noviembre para las plantaciones, ya se estima que será al menos un tercio inferior que un año medio. 

Y es que con la falta de agua las producciones dependían directamente del riego, de modo que aquellas plantaciones que no lo tienen adaptado adecuadamente, se han visto mucho más perjudicadas e incluso podrían experimentar una reducción de hasta la mitad. No obstante, se trata de una previsión a partir de las catas sobre el terreno que se han podido realizar, según insiste el presidente de la Asociación Provincial de Truficultores y Recolectores de Soria, José Manuel Pérez, dado que habría que esperar unos quince días para realizar una estimación más precisa en función de la producción que se vaya obteniendo. 

Lo que sí que tiene claro es que en campo la recolección va a ser “residual” precisamente por la escasez de precipitaciones, y habla de una cosecha que rondará entre el 5 y el 10% de lo habitual. No obstante, en estos momentos la mayor parte de la actividad se concentra en las plantaciones. “Todo aquel que no tenga buen riego no va a tener trufas”, aventura José Manuel, quien constata que hay zonas de la provincia donde desde marzo a octubre apenas han caído tres litros por metro cuadrado. Y en otras, como la comarca de Soria, se han registrado de 30 a 40 litros por metro cuadrado entre julio y agosto, lo que ha permitido ‘relajar’ la tensión de una sequía generalizada. 

Así, la sensación previa de los truficultores es de una merma de producción de al menos un tercio y que podría alcanzar hasta el 50%. En positivo, la esperanza de que los precios remonten a falta de oferta y puedan volver a cifras de antes de la pandemia. No obstante, habrá que esperar para ver cómo transcurre la campaña, que se extenderá hasta el próximo 31 de marzo, según el Decreto Micológico, mientras que en el caso de la Tuber Melanosporum silvestre se puede recolectar desde el 1 de diciembre hasta el 15 de marzo.  

También es una incógnita si va a acompañar la demanda con la inflación disparada. Al menos ha vuelto a la normalidad la hostelería y la restauración, que llevaba dos años ‘limitada’ por las restricciones sanitarias provocadas por el coronavirus. 

Y por si fuera poco José Manuel reconoce que algunos truficultores han detectado en las catas previas presencia de leiodes o liodes, un escarabajo que lleva dando problemas a los productores de la provincia vecina de Teruel, porque provoca importantes plagas especialmente a principios de campaña y se llevan una buena parte de las trufas en muchas plantaciones. “Con las altas temperaturas que se están registrando por encima de lo habitual más allá de los meses de julio y agosto permite que se reproduzca con una rapidez extrema”, señala el presidente de la agrupación. Una situación que parece complicarse con el más que patente cambio climático y que puede poner en jaque buena parte de la producción en las plantaciones. 

Por ello, la asociación va a plantear a la Junta de Castilla y León la modificación del Decreto Micológico de cara a adelantar la campaña en plantaciones al 1 de noviembre precisamente para poder retirar la producción y evitar que se la ‘coma’ el liodes. “Son fechas en las que no hay mercado todavía y posiblemente las trufas no estén todavía maduras, pero necesitamos sacarlas”. 

En esto mismo coincide Raquel Sanz, truficultora y CEO de la empresa Trufgourmet. De hecho, en otras comunidades no hay fechas límites para la recogida. No obstante, esta productora cree que es una manera de regular el mercado, para que no se vendan antes de que se maduren porque no tienen ni sabor ni aroma. Pero sí reconoce que con el cambio climático se va retrasando más la llegada del frío, lo que provoca que se retrase el ciclo de la trufa. 

Desconoce cómo va a transcurrir esta campaña y emplaza a dentro de quince días para hacer una primera estimación. “No sabemos muy bien cómo va a afectar a las fincas la sequía que llevamos arrastrando todo el año”. De hecho, asegura que en su explotación, ubicada en la comarca de Almazán, se ha visto obligada a regar hasta mediados de octubre, algo insólito para ella desde que arrancó en 2015. 

 

Desde el Instituto Micológico Europeo (EMI en sus siglas en inglés), su director, Fernando Martínez Peña, cree que las altas temperaturas y la falta de agua también va a afectar a la producción. Como científico constata que lamentablemente, 2022 ha sido seco y caluroso en general en la provincia de Soria. «Hemos registrado durante el periodo de desarrollo de los primordios de las trufas, anomalías de temperatura media de entre 2 y 4 grados por encima de lo normal. Además, las precipitaciones registradas han estado por debajo del 25%-50% de lo normal en dicho periodo».

Y es que la trufa negra (Tuber melanosporum) es un hongo simbionte que vive asociado a las raíces de algunas especies arbóreas como las encinas en suelos calcáreos y, como todos los hongos, se ve condicionada por la meteorología afectando a su desarrollo. Como consecuencia, señala que «es previsible que la producción de trufa silvestre y de las plantaciones truferas de secano disminuya tanto en número de trufas como en el tamaño de las mismas». Además, constata que estas anomalías climáticas no han sido exclusivas de la provincia de Soria, sino que han afectado de forma generalizada a las principales zonas de producción de trufa de Europa.

«Afortunadamente, en las plantaciones truferas de Tuber melanosporum en las que se haya aplicado un programa de riego adecuado, no es previsible una pérdida de producción. Una vez más, se pone de manifiesto que aquellas zonas de producción más profesionalizadas, con un mayor porcentaje de superficie en riego, se verán menos afectadas».

Esta pérdida de producción no sólo ha afectado a la trufa negra de invierno sino también a la trufa de verano (Tuber aestivum). Un estudio en el que hemos participado, recientemente publicado y llevado a cabo en Suiza y Alemania para la trufa de verano, ha puesto de manifiesto que por cada grado de anomalía de temperatura media que sumamos en verano se reduce la producción de la trufa silvestre en una cuarta parte (22%).

 

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