Heraldo-Diario de Soria

Entrevista. Lucía Palomero Romera

«Aquí somos vecinos de San Pedro y de San Saturio; en este barrio lo tenemos todo»

Activista vecinal como quedan pocos, conoció el barrio de San Pedro cuando en vez de asfalto había tierra. Y en él sigue. «En el mejor barrio de Soria», replica a quien le pregunta si aún vive «allí abajo». Enérgica y locuaz, nadie diría que Lucía frisa los 88. Miembro de la Asociación de Vecinos de San Pedro, no entiende la falta de compromiso de la gente joven, lo que aboca al colectivo vecinal a un incierto futuro.

Lucía Palomero.

Lucía Palomero.MARIO TEJEDOR

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Soria

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Pregunta. ¿Cuánto tiempo siendo activista vecinal?

Respuesta. Hace ya tantos años que no sé ni por qué entramos. Ya no me acuerdo cómo me apunté a la Asociación de Vecinos del barrio de San Pedro. Ya estaba Eliseo y otras personas que han fallecido. Antes cada cuatro años se renovaba la junta, pero llegamos nosotros y la gente empezó a fallar y a fallar... No sé cuándo haremos una reunión para ver si la gente quiere venir, porque solo estamos los tres: Eliseo, su hija y yo. Llevamos tiempo que no quiere ser nadie. Ahí nos hemos ido quedando. Me da lástima dejarla: la asociación de San Pedro ha funcionado perfectamente siempre y se han conseguido muchísimas cosas para el barrio. Los arreglos de las márgenes del barrio se hicieron por lo que se ha luchado aquí en la asociación.

P. Hay políticos que olvidan que en el inicio hubo vecinos...

R. Claro y a fuerza de pun, pun, pun se han ido consiguiendo cosas, pero tienes que estar ahí machacando. Si no, no se acuerda nadie. (Y ahí sigue usted). Creo que ya es por inercia. (Ríe). Me da lástima que no funcione, porque lo ha hecho siempre muy bien. Es una pena que se tenga que cerrar.

P. El barrio de San Pedro tiene una edad media avanzada pero también hay jóvenes. ¿Dónde están?

R. Sí, también hay mucha gente joven. ¿Dónde están? La gente joven de ahora no se quiere comprometer a nada. Todo el mundo quiere que funcione todo. '¿Por qué no vais al Ayuntamiento?', '¿por qué no vais...?'. Pero eso, que vayan los demás a hacerlo.

P. Confiéseme una preocupación vecinal.

R. En estos momentos no tenemos grandes preocupaciones. Nos van arreglando bastante el barrio. Alguna vez han dicho que si una farmacia, un cajero para no subir arriba.... Pero es que una farmacia no es algo del Ayuntamiento y un cajero tampoco.

P. ¿Qué encierra San Pedro para Lucía?

R. La zona de San Pedro tiene un algo especial, hemos vivido toda la vida aquí, he tenido a mis hijas, se han casado aquí. Y este barrio, San Pedro, nos quiere muchísimo a nosotros, a la orillita del río. Tenemos San Pedro y luego el río, que para el verano fíjate qué éxito tiene, que está arregladito y mono.

P. Luego está el guardián de las llaves del Cielo...

R. Ah, claro, el que nos protege a nosotros, por eso estamos bien. Somos amigas de San Pedro. Y de San Saturio, que es nuestro vecino. Uno a un lado y otro, al otro. (Ríe). Aquí somos vecinos de San Pedro y de San Saturio. Lo tenemos todo.

P. ¿Qué ha aprendido Lucía de la juventud del barrio?

R. La gente joven es estupenda, pero no se quiere comprometer con nada. Haces una reunión y solo vienen mayores, gente joven no acude nadie. (¿Cómo se lucha contra eso?). Para nosotros ya es imposible. Y mira que lo dices, que machacas, pero nada.

P. ¿Qué le une al barrio, porque usted nació en un pueblo de Soria?

R. Yo nací en Herreros, pero me marché a los 19 años a Logroño. Y cuando volví y bajé a San Pedro por primera vez, que nos íbamos a casar, a mí me pareció el fin del mundo. ¿Pero dónde vamos a vivir? Desde allí arriba... Me gustaba mucho Logroño y me costó un poco venir a Soria, pero te vas haciendo. Aquí me casé y tuve tres chicas, María del Mar, Yolanda y Lucía. Una está aquí. Y tengo cuatro nietos grandes y una más pequeña, de diez años. (¿Qué le dicen los nietos de su activismo?). A mis nietos les gusta. 'Tú tenías que haber sido alcaldesa', me dicen. (¿Le gusta la política?). Quién sabe, a mí me gusta un poco cizañar y esas cosas. No entiendo mucho, pero si hay que hablar de política, se habla de política. Los políticos hablan y tampoco entienden nada.

P. ¿Por qué el barrio une tan poco a la gente a la hora de tirar de él?

R. Antes la gente estaba más unida, los vecinos salíamos a la calle y jugábamos a la baraja, en el cumpleaños de alguien sacábamos una mesa, hacíamos chocolate y merendábamos. Pero luego según han ido viniendo los años el barrio también ha cambiado. Cuando vine a esta casa, la calle era de barro, no había coches y los chicos estaban todo el día en la calle. Estupendo. Pero ahora ya es otra historia. Yo viví esta época, salíamos a coser, a echar nuestras partidas, los chicos a la calle.

P. ¿Qué esencia mantiene intacta, a su juicio, esta zona de Soria?

R. Aquí empezó Soria, en la calle Real... Pero ahora ha cambiado todo mucho. Han venido vecinos nuevos, la gente mayor ha ido desapareciendo. Ahora la gente pasa, va y viene y no te saluda nadie. (Exagera. Comprobamos que no es del todo cierto: en los 30 metros que andamos juntas hasta el bar que hay enfrente de la Concatedral la saludan tres personas). Ya no es como antes. Ahora son los menos.

Y además siempre estamos como un poco discriminados los de San Pedro. Alguna gente del barrio se va a vivir a otra zona de Soria y, cuando los ves, te dicen '¿todavía vivís allá abajo?', como si vivir en aquí abajo, en San Pedro, fuera vivir en el desierto. Parece que cuando se suben a vivir arriba, cambian y tienen otra categoría. '¿Pero aún vivís...?'. Pues estupendo, digo, vivimos en el mejor barrio de Soria. Donde no me iría yo a vivir sería a aquellos barrios tan lejos. De ninguna manera, para nada. En cinco minutos estamos en la plaza Mayor. La ciudad tirará hacia dónde quiera, pero nosotros ahí estamos en cinco minutos y el centro de la ciudad será siempre la plaza Mayor, aunque la ciudad tire hacia donde sea.

P. ¿A quien ficharía para dinamizar el barrio?

R. No sé. Aquí no se puede construir mucho porque está el río y esas cosas.

P. Dicen desde la plaza Fuente Cabrejas hacia arriba que los de San Pedro piensan que el río es suyo.

R. Pues un poco sí, claro. (Ríe). Estamos más cerca y nos pertenece un poco más. Nosotros bajamos todos los días a caminar hasta el río y la ermita. Somos vecinos de San Saturio, así que el río es un poco nuestro porque vamos todos los días a verlo. Por ahí arriba, algunos ni lo ven nunca.

P. Contagia dinamismo.

R. Para estar bien hay que estar activo. Si te quedas en casa toda la tarde sin hacer nada, dándole vueltas a la cabeza y viendo problemas, pues no. Hay que salir.

Nosotras vamos al centro algunos días. Y cuando les digo a mis hijas que había muchos abuelos me dicen 'pero mamá, y tú qué eres'. Vamos a echar la partida muchos días, los martes al Salvador con los centros de cultura popular. Antes nos juntábamos en la casa de los curas, aquí en la calle Postas. Pero la vendieron, la cerraron y ya nos largamos. Y ahora vamos al Salvador.

P. Lo primero que cambiaría del barrio.

R. No sé, que hubiera habido algún comercio más. Sí hay tienditas de barrio, y que nos las cierren.

P. ¿De qué se siente más orgullosa de todo lo conseguido?

R. Hemos conseguido arreglar muchas cosas. Mira, antes de hacer el bar junto al río, vinieron a la asociación, no sabían que había un lavadero, nada. Tenemos fotografías de hace muchísimos años y se las enseñamos. Y mira, a fuerza de luchar, hicieron ese bar que ha dado una vida enorme a la zona.

P. Si Lucía volviera a nacer, qué haría de otra forma.

R. Me hubiera gustado estudiar y ser enfermera. Sí, me hubiera gustado. Estaba estudiando, preparando unas oposiciones, pero murió mi padre y se fastidió todo. Nos tuvimos que poner a trabajar. Era la mayor de cuatro hermanos.

P. El mejor momento que recuerde de la asociación.

R. Hemos hecho muchas cosas y unos viajes estupendos. Con la asociación hemos ido a muchos sitios y numerosas excursiones. Y con los centros de cultura popular, también. No me puedo quejar.

P. ¿Hasta qué punto ha cumplido la vida con usted lo que usted esperaba de ella?

R. Pues... mitad y mitad. Me quedé viuda con 48 años. Mi marido se murió cuando tenía 48 años, la misma edad. (Le tiembla la voz). Y con una niña de seis años. Esos años los pasamos fatales. Luego ya... hemos ido remontando. Todo con el tiempo se cura. No me puedo quejar. A todos los sitios he ido siempre sola, pero orgullosísima de haber sacado a mi familia adelante.

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